Sabemos que practicar buenos hábitos de salud nos ayuda a mejorar nuestra vida, pero constantemente nos desviamos del objetivo y cedemos al confort
Realizar un cambio de hábitos puede ser una tarea complicada. Pero no nos desanimemos, hay un sinfín de teorías alrededor del desarrollo de buenos y nuevos hábitos, dentro de los cuales podemos incluir a aquellos que nos ayudarán a mejorar nuestra condición física y de salud actual.
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James Clear, autor de Hábitos Atómicos, identifica tres niveles en los que puede haber cambios a la hora de desarrollar nuevos hábitos: al nivel de resultados, de procesos y de identidad. El resultado es lo que se obtiene fruto de la práctica del hábito; los procesos se refieren a lo que hacemos; y la identidad es aquello que creemos.
Una de las principales fallas es la de intentar cambiar lo que no debemos cambiar. La mayoría de las personas, al practicar un nuevo hábito, nos enfocamos en el resultado, y, al no ver cambios en la primera semana, nos desanimamos. Queremos ver cuadritos rápidamente, una buena foto del “antes y ahora” en la báscula, y cuando esto no sucede, abandonamos.
Lo más apropiado, según Clear, es construir hábitos basados en un cambio de identidad. No es lo mismo decir “estoy tratando de dejar el azúcar” que “no como azúcar”. Al decir “estoy tratando”, afirmamos que somos consumidores de azúcar arrepentidos en un intento de abandonar, pero al decir “no como”, estamos afirmando nuestro rechazo por el azúcar.
Pero el cambio de creencias no se trata solo de afirmar nuestro posicionamiento ante los malos hábitos, como lo menciona Clear, sino de encontrar respuestas a tanto dogma que existe en la alimentación. Afirmar que se quiere ser delgado apegándose a una dieta estricta no modifica ninguna creencia, ya que el enfoque abarca solo al resultado (ser delgado) y al proceso (llevar una dieta específica) y para que el resultado sea sostenible, el proceso no debe finalizar y si lo hace, el antiguo yo volverá a apoderarse de nosotros en apenas unos meses.
Por el contrario, un cambio de hábitos que incluya una modificación a nuestras creencias es sostenible por sí solo, ya que con el tiempo se vuelve un estilo de vida que trae consigo un resultado y el proceso deja de ser una ardua tarea.
Cambiando de ambiente, el fino arte de la eliminación
Aunque pareciera que no tiene sentido, evitar la comida chatarra puede ser un hábito saludable. En un entorno obesogénico como el nuestro, donde abundan la comida chatarra y las malas influencias que siempre nos están invitando a botanear, a comer el panecito, decir “paso” es una verdadera proeza y a fuerza de repetirla, puede llegar a ser uno de los hábitos más poderosos para nuestra salud.
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Es común elegir alimentos o productos solo por el hecho de dónde están colocados, o dónde nos encontramos en ese momento. Un hogar donde hay galletas en la mesa y en la alacena en todo momento, es un hogar donde se consumen galletas día y noche.
Modificar los ambientes que estén bajo nuestro control, es una buena manera de respaldar a nuestros hábitos saludables, dado que nuestra sensibilidad es principalmente impulsada por lo que vemos, crear un ambiente libre de alimentos chatarra es primordial para un giro exitoso en nuestros hábitos.
El estudio Momentos de Cambio, publicado por el Departamento de Medio Ambiente, Alimentación y Medio Rural de Londres, revela que el contexto llega a ser una importante estrategia en el desarrollo de nuevos hábitos. Rediseñar nuestra alacena, visitar nuevos lugares, e incluso, aunque duela, evitar aquellas amistades que fomenten los malos que necesitamos suprimir.
Malos hábitos durante la pandemia, una pésima combinación
Sabemos que el virus del COVID-19 y todas sus variantes han afectado sistemáticamente a personas con sobrepeso, obesidad y/o enfermedades preexistentes como la diabetes tipo 2 o enfermedad cardiaca e hipertensión arterial. Esto ni siquiera fue un misterio al principio de la pandemia ya que, desde un inicio, las tendencias de mortalidad apuntaban a los más enfermos, a quienes ya llevaban a cuestas la loza de tales enfermedades.
Pero eso no nos hizo cambiar nuestros hábitos por unos más saludables, al contrario, la pandemia fue un buen pretexto para movernos menos, comer más comida “cómoda” o pedir a domicilio. El resultado fueron casi 9 kilos de sobrepeso en promedio para nuestro país, el de mayor incremento de peso según el estudio Acciones e intervenciones para la pérdida de peso, publicado por la investigadora de mercados Ipsos.
De acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México es el país de América Latina con mayor tasa de sobrepeso y obesidad. Los expertos calculan un incremento de la prevalencia del sobrepeso y la obesidad, pues los kilos ganados durante el confinamiento, tardarán meses en bajar. La OCDE estima que para 2030, el 40 por ciento de los adultos mexicanos tendrá obesidad.
Ejercicio y alimentación: Hábitos que pueden salvar tu vida
Repetición. Una de las acciones más importantes para desarrollar nuevos hábitos. También para los malos. Durante los últimos dos años, la mayoría de nosotros nos dedicamos a repetir acciones poco saludables, a replicar entornos donde la buena alimentación quedó en segundo plano y la movilidad se limitó a lo mínimo necesario. Y dentro del contexto pandémico, una de las principales cuestiones es sobre la importancia de practicar el ejercicio y el cómo esto ayudaría ante un eventual contagio.
“En realidad, el riesgo del contagio no disminuye. Pero sí el riesgo a contraer el virus de una manera catastrófica. Si bien es cierto necesitamos cuidarnos lo más posible, la mayor tasa de mortalidad en cuanto a la enfermedad son las personas con comorbilidades relacionadas al sobrepeso, la diabetes, hipertensión y un cuerpo comprometido en su inmunidad. Para esto es el entrenamiento y una buena nutrición, para que en el momento en el que la persona se contagie no sea con un resultado catastrófico”, menciona Luis Márquez, entrenador personal y creador de programas de entrenamiento y alimentación como VEINTIDÓS22 o ULTIMATE 30, en Ludus Magnus.
Asimismo, Márquez Cañedo mencionó que hay que buscar practicar “todos aquellos hábitos que sumen a la salud y que no compliquen aún más la situación del que los practica. Una dieta sin azúcar y sin grasas vegetales hidrogenadas favorece a tus venas y arterias, disminuye la presión sanguínea y puede ayudarte a bajar la inflamación sistémica ya que el padecimiento está ligado directamente a eventos microvasculares y vasculares. En conclusión, todos aquellos hábitos que nos ayuden a mantener o bajar los índices de inflamación, obesidad y padecimientos crónicos inflamatorios”.
Ahora que la pandemia ha modificado nuestro andar diario, también ha sido necesario que se apliquen nuevas medidas para adaptar las rutinas, la modalidad o las recomendaciones generales. En este sentido, lo que ha cambiado para Luis Márquez desde su perspectiva como entrenador y asesor nutricional es “que ya no sólo es modificar o elaborar estrategias de nutrición o de salud para el físico, para la figura. Ahora el profesional deberá ser un promotor de la salud, de la prevención y lograr que sus clientes o pacientes tengan una salud integral”, aseveró.
Respecto a si el hecho de que hemos vivido ya dos años con la pandemia activa ha promovido que la gente se aleje de los gimnasios señala que “en teoría sigue igual, pero se ha modificado. Algunos dejaron de asistir a sus clubes o gimnasios, pero comenzaron proyectos en línea, otros tantos dejaron por completo el ejercicio por la falta de motivación y el cambio repentino y algunos otros nuevos comenzaron a moverse”.
Luis es optimista con lo que se viene, pues augura que el volumen de personas que practiquen el ejercicio de manera regular crecerá, “sin duda irá al alza, pero aún nos queda un tramo difícil que es la educación, el entender que el ejercitarse no es ni será una moda, es una necesidad ya de vida o muerte en realidad”, concluyó.
Artículo publicado el 13 de febrero de 2022 en la edición 994 del semanario Ríodoce.