Fructosa: el veneno de los ultraprocesados

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La fructosa es el tipo de azúcar que más presencia tiene en la industria alimentaria. Su poder endulzante y bajo costo de producción han hecho que la industria alimentaria lo emplee en cualquier cantidad de productos, ya que se encuentra prácticamente en todos los refrescos y bebidas azucaradas, panadería y bollería, helados y caramelos, así como en salsas embotelladas como cátsup o BBQ.

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Durante la última década, la fructosa ha sido sospechosa de promover el aumento de peso en quienes la consumen con frecuencia, así como en el desarrollo de grasa visceral, principalmente como promotora de hígado graso.

Ahora, un grupo de científicos cree estar más cerca de descubrir exactamente qué hace que este tipo de azúcar sospechoso sea un verdadero problema para quienes luchan contra el sobrepeso o la obesidad.

Investigadores de la Universidad de Colorado están planteando la teoría de que la fructosa reduce y bloquea el trifosfato de adenosina (ATP) del cuerpo, un compuesto que proporciona energía naturalmente a las células.

“La fructosa es única en restablecer los niveles de ATP a un nivel más bajo en la célula”, según el estudio, publicado en la revista Obesity, que señaló que el azúcar también es conocido por suprimir las mitocondrias, que generan energía para alimentar las células.

Antojos posteriores

Una vez que se consume fructosa, el cuerpo entra en un estado de hambre posterior provocando antojos intensos de fuentes de energía poco saludables, incluidos carbohidratos y alimentos grasos que, en última instancia, se almacenarían como grasa que el cuerpo no quemaría.

“Los bajos niveles de ATP intracelular dan como resultado un hambre dependiente de los carbohidratos (o ansia de carbohidratos) “… y efectos metabólicos que resultan en una mayor ingesta de grasas ricas en energía”, según la investigación.

Así comienza un ciclo de consumo de más alimentos que se almacenan en forma de grasa, y nuestro cuerpo luego “pierde el control del apetito, pero los alimentos grasos se convierten en la principal fuente de calorías que impulsan el aumento de peso”, según Johnson.

Uno de los resultados de esa reducción es una disminución del metabolismo, que es necesario para quemar la energía de los alimentos que se han consumido.

Ese cambio, esencialmente iniciado por la fructosa, puede conducir a un aumento de peso.

“La fructosa es lo que hace que nuestro metabolismo entre en modo de bajo consumo”, explicó en un comunicado de prensa el Dr. Richard Johnson, investigador del Anschutz Medical Campus en Aurora, Colorado.

“La obesidad es un trastorno del metabolismo energético, en el que hay poca energía utilizable (ATP) en un contexto de energía total elevada”, según el estudio, y se concluye que “el exceso de energía impulsa el aumento de peso”.

Ralentiza las funciones

Investigaciones anteriores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado también identificaron la fructosa como un azúcar relacionado con problemas de peso no saludables, señalando que las características clave del proceso negativo son “hambre, sed, búsqueda de comida, aumento de peso, acumulación de grasa, resistencia a la insulina, inflamación sistémica y aumento de la presión arterial”.

Según Johnson, que trabajó en ambos proyectos, la investigación ofrece un “argumento completo de cómo un carbohidrato en particular, la fructosa, podría tener un papel central en el fomento de la obesidad y la diabetes”.

También descubrió que el azúcar provoca un comportamiento lento, similar a la hibernación, en los humanos, algo bien documentado en los osos y otros animales.

Fructosa e hígado graso

“En las dietas altas en grasas y suplementadas con fructosa líquida, este monosacárido es capaz de inducir un incremento en la lipogénesis de novo, es decir, en la formación de grasas a partir de azúcares, y una inhibición de la oxidación lipídica en el hígado”, explicó Juan Carlos Laguna, catedrático de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Barcelona.

El estudio afirma que la combinación de la grasa saturada de origen dietético y la inducción de la síntesis endógena de ácidos grasos es la que provoca la aparición rápida del hígado graso.

En el caso de las bebidas azucaradas, explican en el estudio, la fructosa se absorbe rápidamente, llega masivamente al hígado y así produce las alteraciones metabólicas descritas.

Artículo publicado el 29 de octubre de 2023 en la edición 1083 del semanario Ríodoce.

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