Malayerba: Sin nombre
Raúl sintió que los ojos se le llenaban de vidrios: sin pedirle permiso, las lágrimas empezaron a emanar y correr piel abajo. Uno de sus
Raúl sintió que los ojos se le llenaban de vidrios: sin pedirle permiso, las lágrimas empezaron a emanar y correr piel abajo. Uno de sus
Casada con un hombre que la dejaba hacer y deshacer, ese mediodía decidió aceptar la invitación de su amiga para empedarse en algún bar como
Un hombre entró al restaurante, en busca de una persona a la que había quedado de ver. Afuera, las mesas que dan a la calle
Era un hijo modelo. De la casa a la escuela, de la escuela a la casa. Sus tardes eran de tareas y de escuchar música
La tía lo rescató. Tenía una madre amorosa y tierna, sometida a los designios de un hombre de la buchonada que había nacido en la
Los invitaron a una reunión y ellos asintieron con desánimo. Bueno, ahí nos vemos. Estaban en Bogotá: no querían trabajar, sino conocer, pasear, ver morritas,
Desde niño quería ser policía, pero cuando creció un poco, ya de adolescente, dijo que quería ser agente, pero de la federal. Había nacido en
Para Federico Campbell. Con ráfagas de vitaminas y esperanzas. La mujer manejaba la camioneta con pulcritud. Tomó el bulevar ancho, a tres calles de su
Policía condecorado, de carrera. Era destacado y así se había mantenido cuando fue a cursos al extranjero. Hasta un reconocimiento se trajo por su desempeño.
La divina providencia nos socorrerá, le dijo el padre a la monja. El joven seminarista los escuchó y se quedó callado: apretó los labios, entrecerró
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