Qué come usted: Barritas de fresa Marinela

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El enfoque principal de los estudios alimentarios se basa a nivel de macronutrientes, principalmente. Los azúcares y las grasas tienden a ser el foco principal de estudio a la hora de evaluar un alimento proveniente de la industria.

Ya es un avance que los productos adviertan excesos y la presencia de edulcorantes artificiales o cafeína y, si bien hay ciencia detrás de los pequeños detalles, el volumen de datos en general es poco.

Siempre hay algo más en las fórmulas de este tipo de productos, algo que poco se evalúa y de lo que hay poca ciencia y por supuesto poca información para la toma de decisiones.

Los aditivos alimentarios están presentes en prácticamente todo lo procesado, muchas veces, con nombre impronunciables, que nos dicen poco. De los que desconocemos efectos a corto y largo plazo.

¿Qué hace que estos productos tengan tanta vida de anaquel? ¿Qué nos hace salivar de solo acordarnos? ¿Qué les da tanto color?

Empaque

El empaque de Barritas Marinela mantiene el diseño horizontal clásico. En la versión sabor fresa predomina el color rojo en las orillas y muestra transparencia al centro del empaque, lo que permite ver las galletas al interior de este. Ahí mismo, en el centro, podemos ver el nombre de la marca y la leyenda “galletas con relleno con fresa”.

El diseño cuenta con elementos decorativos como ilustraciones de hojas verdes y fresas, además en el extremo derecho del empaque podemos observar tres sellos de la Secretaría de Salud: exceso de calorías, exceso de azúcares y exceso de grasas saturadas.

Al diseño lo complementan una serie de leyendas de responsabilidad social, como invitaciones a limpiar la ciudad y ejercitarse 30 minutos al día.

No hay una tabla nutrimental, más bien esta información aparece como una declaración en forma de listado detrás del pliegue de la bolsa, lo que complica acceder a ella.

Ingredientes

Barritas de fresa Marinela están elaboradas con 22 ingredientes. La base de la preparación es harina de trigo, tres tipos de azúcares (azúcar, jarabe de glucosa y jarabe de maíz) y aceite de soya. Esta base se rellena con una mermelada que está elaborada con una mezcla de fresa, tejocote, membrillo, piña, manzana, sal y saborizantes naturales y artificiales. La presencia de fresa en la mermelada es tan solo del cuatro por ciento.

El producto contiene cuatro aditivos para conservar y emulsionar, estos son: alginato de sodio, ácido cítrico, pectina y benzoato de sodio.

Los colores visibles en estas borritas provienen de tres tipos de colorantes: beta caroteno, carmín y extracto de annato.

Este empaque aporta 303 calorías, que representan el 15 por ciento de la ingesta recomendada diariamente.

Hay 12 gramos de grasas y un 69 por ciento del producto son carbohidratos refinados, que incluyen 17 gramos de azúcares libres.

Rojo, pero de precaución

Una de las principales falencias al hablar de los colorantes alimentarios es el enfoque en su origen. Pensamos que, si son naturales, no son dañinos, y castigamos a todo aquello que venga de un laboratorio.
Los tres colorantes presentes en este producto son de origen natural. El beta caroteno se encuentra en los vegetales, el extracto de annato proviene de las semillas del árbol de achiote y el carmín del procesamiento de un insecto.

Correcto, la variante natural del colorante carmín proviene del prensado de cochinillas de nopal, un insecto parásito al que se le extrae el ácido carmínico que da color a diversos productos alimentarios y cosméticos.

Este colorante está asociado con el desarrollo de asma ocupacional, pero esto solo para quienes trabajan en fábricas donde se procesa o utiliza este aditivo.

Sin embargo, el aditivo también cuenta con estudios que comprueban su toxicidad a nivel alimentario.

Un estudio publicado en el portal científico SciELO encontró asociación directa entre el consumo de colorante carmín y reacciones alérgicas como urticaria, angioedema y anafilaxia.

En uno de los estudios analizados se documentó un caso de reacción anafiláctica causada por el consumo de un yogurt que contenía color carmín en un paciente que tenía pruebas cutáneas positivas con un extracto de carmín y con el propio yogurt.

Alser un colorante muy utilizado como aditivo alimentario, como excipiente farmacéutico y en la composición de numerosos cosméticos, no es de extrañar que puedan aparecer reacciones alérgicas tanto por su ingestión como por el contacto cutáneo directo.

“Si los hábitos socioculturales de los países desarrollados siguen favoreciendo el consumo de los productos denominados ‘naturales’, entre ellos los colorantes, puede ser previsible un aumento en las reacciones alérgicas, tanto ocupacionales como no ocupacionales (alimentarias), a estas sustancias”, concluyó el estudio.

Artículo publicado el 18 de diciembre de 2022 en la edición 1038 del semanario Ríodoce.

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