La búsqueda de un tesoro

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No nos pongamos profundos, porque es muy simple: después de una ausencia de dos años y cinco meses retorno a mi casa, a las páginas impresas de Ríodoce. Agradezco a Ismael Bojórquez la insistencia innecesaria, creo que entiende con Eduardo Galeano que “es preciso perderse para volver a encontrarse”.

A lo largo de estos meses muchos lectores del semanario me han interrogado mi decisión de separarme del periodismo, y en su cuestionamiento encuentro también un abrigo porque sabía siempre que solo era una pausa.

Tal como me fui en gratitud, lo mismo hago ahora al volver. El periodismo es una tarea colectiva, y en Ríodoce lo es más todavía. Mi ausencia ni se notó, tal cual debe ser.

El tiempo mexicano sigue revuelto, aunque también guardo la certeza de que después del extravío terminará por encontrarse. Veo que, en medio del caos y tempestades reales e inventadas, Ríodoce sigue siendo para muchos el remanso de las aguas tranquilas, aunque en movimiento constante. Veo un periodismo empobrecido en muchos sentidos, pero el más grave es la pobreza de coraje. Veo, mejor dicho, leo y escucho constantemente, el exceso de certezas. Veo a quienes se creen los buenos siendo los malos, y a los malos con la piel de ovejas. Veo que muchos, como dice Kipling en El Libro de la Selva, duermen y se sueñan tigres, pero invariablemente despiertan como hienas. Tomar distancia permite ver el panorama.

Por eso viene a cuento nuestra búsqueda del tesoro de hace unos meses en la FIL de Guadalajara 2023. Acudimos a la grata cita del encuentro con la curiosidad que encierran los libros. Desde los planes del viaje el objetivo era buscar un tesoro. Entre los millones de libros a la venta, Ismael Bojórquez, Cayetano Osuna, yo, y de algún modo Javier Valdez —presente siempre— estábamos buscando un libro que ni siquiera estaba a la venta: los dos tomos con la primera época del periódico Regeneración, en una edición facsímil editada por el Congreso de la Unión. Un tesoro.

El hallazgo se complicaba por una cosa u otra. El stand se confundía entre los cientos de sitios, o los encargados se habían ido a comer, y al final solo era posible obtener uno de los dos tomos, de ninguna manera ambos. Para más enredo el Congreso de la Unión editó la segunda época de Regeneración, en una caja donde el lector encuentra perfectamente doblados todos y cada uno de los ejemplares tal cual fueron editados. Entonces ya no era un tesoro, sino dos.

El último obstáculo era una prueba de tres preguntas sobre los Flores Magón para obtener los libros. Preguntas simples, más por requisito que por otra cosa.

Los periódicos de los Flores Magón son un tesoro porque como en muchos otros tiempos y con muchas otras referencias, permiten las verdaderamente gigantescas dificultades que no hace mucho implicaba poner en blanco sobre negro cada palabra.

Ya con los tesoros en las manos era posible entender con mayor claridad el esfuerzo titánico de los Flores Magón y otros liberales. Les costó sangre, sudor y lágrimas —en este caso no es metáfora.

En noviembre de 1904, con esfuerzos titánicos, el emblemático periódico Regeneración de los Flores Magón y demás acompañantes en su aventura revolucionaria, volvía a la “interrumpida lucha” con el primer número de la segunda época.

Perseguidos hasta el delirio, encarcelados para callarlos, y hasta robados, los liberales regresaban a la causa por demás desigual: contra “el alarde canallesco de una dictadura.” Eran un puño de empobrecidos abogados tecleando en una máquina e imprimiendo unas cuantas hojas que circulaban casi clandestinamente.

Hoy esos cuántos ejemplares, apenas pasan de un centenar las dos primeras épocas, son el referente principal de lo que cuesta la palabra.

Después de la cárcel, el robo de la imprenta, y demás penurias, los liberales continuaban su misión. Ricardo Flores Magón lo explicaría así en ese primer número: “Volvemos al combate, como siempre hemos vuelto después de cada golpe: con nuestra fe agigantada, con nuestras esperanzas no marchitas y con nuestro espíritu templado por la adversidad y caldeado por el entusiasmo.”

La prosa de Ricardo es siempre entrañable. Áspera, frontal, sin concesiones siempre, junto a frases suaves y conmovedoras al referirse a la necesidad del respaldo y el apoyo a la causa revolucionaria.

Tal es el caso de la petición que hace en el primer número de la segunda época. Después de la ausencia de meses por el encarcelamiento y la persecución, pide que Regeneración sea recibido tal como se recibe un amigo después de una larga ausencia. Así, tal cual.

Artículo publicado el 21 de abril de 2024 en la edición 1108 del semanario Ríodoce.

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