¿Cuál es el problema de que el todavía morenista Ricardo Monreal negocie con la oposición de AMLO su eventual candidatura presidencial? ¿Bajo qué parámetros podríamos medir como buena o mala la decisión de hacerlo cuando estamos viviendo en la posmodernidad donde todo parece valerse sin ningún tipo de cortapisas éticas? ¿Podríamos hacerlo desde la lógica de la deslealtad al líder o al Movimiento de la 4T cuando este lo marginó? O, mejor, ¿cómo calificar de traición a los valores políticos de Morena cuando vemos que la honestidad no es lo suyo?
Acaso, ¿se le podría pedir al senador disciplina de partido cuando desde hace tiempo tiene un pie fuera de Morena? ¿Cuándo no tiene futuro político en Morena y los de la competencia le extienden la mano nada más y nada menos que con la posible candidatura presidencial? ¿Se lo pueden reclamar la mayoría de las tránsfugas que hoy detentan posiciones de poder en Morena y las instituciones del Estado? ¿Aquellos que siempre estarán con el ganador y que perfectamente pueden estar adelante compitiendo contra Morena? Incluso, ¿estar al lado de Monreal?
Entonces, ¿habrá manera de juzgar su decisión moralmente? No veo por dónde. Y si no es nada de lo planteado, el reclamo no puede ser sino político. La eventual salida de Monreal abriría un boquete de dimensiones todavía desconocidas. Sea en el partido. Sea en lo electoral. Sea en la representación política. Sea en las banderas programáticas. Sea en la correlación de fuerzas en la federación y en los estados. Sea por el regreso de los partidos del Pacto por México al poder.
El presidente López Obrador debe reconocer que el problema de Monreal es hechura suya. Que le ganó el ánimo excluyente en su partido. Y eso, provocó, que Monreal permaneciera en sus funciones públicas defendiendo el obradorismo, como lo vimos, en el caso de mantener hasta 2028 la Guardia Nacional bajo tutela del Ejército, pero, al ver cerradas las puertas, mantuvo una postura discursiva filo opositora dentro de Morena.
Atrayendo aquellos reflectores que las llamadas “corcholatas” no tienen, por estar a los ritmos y la sombra frecuente de los despropósitos matutinos de AMLO. Y ahí siguen, esperando que el señor de Palacio se decida entre los tres y medio -este, último medio, el hiper frenético Fernández Noroña- mientras Monreal atrae toda la atención cubriendo el espacio vacío del que hablaba Jesús Reyes Heroles, el otrora ideólogo del PRI, que algo sabía de política y más de la naturaleza del político mexicano.
Y es que Monreal tiene la habilidad para moverse en libertad. Y ahí está el cortejo mediático. Atrás potencialmente las multitudes que se manifestaron en la marcha del 13 de noviembre y que están en búsqueda de un candidato presidencial confiable. Por eso, la ruptura con la 4T, si sucede, terminará siendo sonora, argumentada, polémica y mediática. Capaz de atraer la atención del votante opositor, el indeciso por desconfiado y el abstencionista por convicción.
A Monreal no le faltan tablas para convencer a este semillero de potenciales votantes. Y si le dan la oportunidad va a ir por ellos con su voz suave, serena, inteligente. En Morena hay quienes, irritados, dicen que se vaya porque no representa nada. Que la gente está con Andrés Manuel. Que la oposición no pinta. Y que Monreal no le va a dar los votos que necesita la coalición Va por México para ganar. Que es una mala negociación. Como si los de enfrente buscaran asesoría en Morena.
Yo no estaría totalmente convencido de esa valoración interesada cuando a AMLO se le ve irritado cuando tiene que referirse al senador Monreal. Sabe que tiene un peso específico. Que no está solo y no se iría sólo. El problema del presidente es que le gana el hígado y no reconoce el error de haberlo excluido. Y aunque reconsiderara ya es demasiado tarde. Tendría que ofrecerle la candidatura de Morena. Y eso, nunca lo va a hacer, porque necesita un candidato confiable al que le pueda hablar al oído.
Entonces, lo que buscará es el momento oportuno para ir más allá de donde fue Layda Sansores para buscar eliminarlo de la competencia. Morena y aliados necesitan ir unidos. Sin fisuras. Pero, eso, desde mi punto de vista, es prácticamente imposible. Lo de Monreal no tiene vuelta de hoja. La única posibilidad, es evitar que sea candidato de la coalición Va por México. Y seguro, en eso está el secretario de Gobernación, con sus operadores políticos, buscando debilitar el juego de la oposición para de esa forma fortalecer sus propias posibilidades ante quien decidirá la nominación en Morena.
Al tiempo.
Artículo publicado el 04 de diciembre de 2022 en la edición 1036 del semanario Ríodoce.