Qué come usted: Coca-Cola Light

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Los edulcorantes artificiales surgieron como esa tan anhelada alternativa que nos haría bajar de peso (o no subir) sin sacrificar el dulzor de nuestros alimentos.

Las bebidas ligeras fueron lanzadas al mercado desde la década de los 60, pero fue en el año 2000 cuando sus ventas ya habían aumentado un 400 por ciento.

Y es que no era para menos. La crisis de obesidad a nivel mundial se desarrolló a finales de los 70, y las bebidas sin calorías parecían una buena alternativa.

Esto dio paso a que no solo los refrescos fueran endulzados artificialmente, sino muchas presentaciones populares de otros alimentos pasaron a tener su versión light. El problema fue que tanto las ventas de productos light, como la obesidad, crecieron a la par. Las alternativas ligeras poco ayudaron.

Se estima que, para 2030, mil millones de personas en el mundo vivirán con obesidad. En este momento, México se mantiene firme en el segundo lugar, solo detrás de Estados Unidos.

A pesar de que productos como Coca-Cola Light no contienen calorías provenientes del azúcar, siguen teniendo un impacto importante en el desarrollo de obesidad. Pero, ¿cómo?

Envase

El envase de Coca-Cola Light es la botella pet básica de la marca, cuya capacidad es de 600 mililitros. Tanto su etiqueta como su tapa son color plata y contrasta con el rojo en que se presentan el nombre de la marca y su versión. El texto informativo con el listado de ingredientes y los aportes nutrimentales, son en color negro.

La etiqueta del producto tiene tres fases: una con la información general; una limpia, es decir con marca y versión; y otra con marca, versión y dos sellos de la Secretaría de Salud. Este diseño puede ser engañoso para el consumidor si el producto se exhibe por su cara limpia, donde no hay sellos.

Estos sellos están presentes porque la bebida contiene cafeína y edulcorantes artificiales. Ambos recomiendan evitar su consumo en niños.

Ingredientes

Esta versión de Coca-Cola está elaborada con siete ingredientes. Estos son: agua carbonatada, color caramelo clase IV, ácido fosfórico, saborizantes, mezcla de aspartame y acesulfame-K y cafeína.

El producto afirma contener fenilalanina, un aminoácido esencial que nuestro cuerpo no produce y que debemos consumir. El problema con la fenilalanina en este caso es que proviene de la adición de aspartame, un edulcorante artificial, y no de fuentes naturales y con mejor biodisponibilidad como son la carne, el pescado, pollo, huevos o lácteos.

Este nuevo listado de ingredientes cuenta con el muy vago ingrediente ‘saborizantes’, a diferencia de anteriores versiones que incluían al no menos vago ‘concentrado Coca-Cola light’. ¿Qué hay en ellos? Sabrá Dios.

¿Por qué no funcionan los edulcorantes artificiales?

Los edulcorantes artificiales han recibido más apoyo del que merecen. Organizaciones prestigiadas han emitido declaraciones en favor de ellos, como la Asociación Estadunidense de Diabetes, que publicó: “Los alimentos y las bebidas que utilizan edulcorantes artificiales son otra opción que puede ayudar a frenar el deseo de algo dulce”.

La afirmación de una organización pesa, pero sin pruebas, no pasa de palabrería. Para probar lo contrario, nos remitimos a los siguientes estudios.

Un estudio de la Sociedad Estadunidense del Corazón examinó el cambio de peso durante un período de un año en un grupo muy homogéneo de 78 694 mujeres de 50 a 69 años. Aquellas participantes que usaron edulcorantes artificiales fueron más propensas a ganar un kilo de peso en promedio.

En otro estudio llevado a cabo por Sharon Fowler, del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas y que recabó datos durante nueve años encontró que quienes consumieron bebidas endulzadas artificialmente tuvieron casi el doble de riesgo de presentar sobrepeso u obesidad. El informe cita que “estos hallazgos plantean la pregunta de si el uso de edulcorantes artificiales podría estar alimentando, en lugar de combatir, nuestra creciente epidemia de obesidad”.

Una última prueba, la del Estudio del Norte de Manhattan, comandado por Hannah Gardener, analizó los datos de 2 mil 564 hombres durante 10 años y asoció el consumo diario de refrescos de dieta con varios factores de riesgo vascular y con un mayor riesgo de eventos vasculares.

La lista de estudios que comprueban la ineficacia de las bebidas light es extensa. Muchos de estos estudios iniciaron con la consigna de demostrar sus beneficios y terminaron por comprobar lo contrario: las bebidas light no ayudan a combatir la obesidad, la promueven.

Artículo publicado el 16 de octubre de 2022 en la edición 1029 del semanario Ríodoce.

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