Jornada literaria en el natalicio de Javier Valdez

 

En recuerdo de sus letras

Un 14 de abril nació el periodista y escritor Javier Valdez Cárdenas. A 11 meses de su homicidio, su aniversario 51 significó, en su ausencia, el retumbar de sus letras. Ya fuera en la Ciudad de México, en Mazatlán, en Los Mochis o en su natal Culiacán, activistas, ciudadanos y periodistas se reunieron a honrar su memoria a través de su obra.

Y tal como Javier lo dijo hace justo un año: la vida comienza a los 50 años. Así lo lució en una camiseta color negro con la leyenda escrita. Apagaba las luces de una vela. Y tuvo razón. La vida comenzó a los 50… pero en su ausencia.

En Culiacán, el maestro César Ibarra lee un fragmento del libro Los huérfanos del narco. Hace alusión al capítulo de Mirna Nereyda Medina, líder de las rastreadoras. El libro pertenece al pueblo y fue escrito por Javier. Ahí, todos los fragmentos leídos llegaron a los huesos.

A su voz se suman las de otros lectores. Hombres, mujeres, incluso una niña leyó un fragmento de su obra. La Malayerba nunca muere, era el murmullo en la plazuela Álvaro Obregón en Culiacán.

Amigos y colegas de Javier lo recordaron. Del mismo modo en la Ciudad de México, periodistas llevaron a cabo “La Malayerba a 10 voces: Natalicio de Javier Valdez”. Lo leyeron y releyeron.

Por partida doble esta vez hubo que honrar la memoria de Javier. Después de 11 meses de impunidad, ni avances ni estatus en las investigaciones del crimen, ocurrido el 15 de mayo en las inmediaciones del semanario Ríodoce, que fundara junto con otros periodistas.

Por ello el castigo a culpables sigue siendo el reclamo de justicia. Así lo declaró Ismael Bojórquez Perea, director del semanario que cofundara con Javier Valdez Cárdenas hace 15 años. Y la vida siguió después de los 50 años, pero en su ausencia.

 

En Mazatlán, lectura y mural

La facilidad con la que Javier Valdez Cárdenas llegaba a tocar el corazón de las personas y sensibilizarse con su condición y dolor, fueron parte de las anécdotas que la tarde del sábado 14 de abril se dio a conocer en Mazatlán.

Las actividades para conmemorar el natalicio del escritor y periodista asesinado el 15 de mayo del 2017, empezaron un día antes con el boceto sobre el muro de las oficinas de Ríodoce en Mazatlán.

Manuel Carlock trazó en cada línea las facciones del cofundador del semanario. Al día siguiente otro artista plástico local, Rubén Zapien Osuna y Adolfo Tobías Blanco, acompañado por Dulce Mora, dieron color a la imagen, quienes a invitación del Colectivo Periodistas por la Paz y la Libertad de Expresión, lo hicieron de manera voluntaria.

Marcia Salas, reportera y ex compañera de Javier Valdez, inició la jornada de lectura en el puerto.

“Decidí leer los libros de Javier Valdez Cárdenas, con la idea de encontrar respuesta a los ¿porqués? Tratando de escudriñar lo que no dijo en sus líneas, pero que estaba ahí, atrás, en lo oculto, en los recónditos de cada letra. No tuve orden al elegir cuál libro, sólo escogí al azar, sin saber cuál fue el primero que publicó ni cuál el último.

“Inicié con Azoteas y Olvido (…) Entonces Javier me llevó a través de sus historias urbanas al Culiacán de antaño, aquél que se fue pero que quedó en las memorias de la gente, la de a pie, las callejuelas, los edificios derrumbados y vueltos a hacer, los trotadores del malecón y sus peripecias.

“Javier destaca en su texto, uno de los pasajes: el vivido con su hija Tania, en el que narra la inolvidable insistencia que tenía su niña, a la edad de cinco años, de ver amanecer”, expuso.

En Los Morros del narco, Marcia encontró otras historias reales de niños y jóvenes en el narcotráfico mexicano.

“Javier no sólo expone la entraña de los niños y jóvenes, la búsqueda de los ¿porqués?, sino que proporciona datos crudos sobre la realidad que vive nuestro país, respecto al tema, pero además agrega lo que titula voces de la calle, que es lo que realmente opina la sociedad en el tema del narcotráfico”.

Y las narraciones son tan reales que enchinan la piel, prosiguió, las voces se apoderan del habla interna y parecen gritar las respuestas de las víctimas del narco, de aquellos sin nombre, que faltos de amor y comprensión o simplemente por estar en el lugar equivocado, son sometidos, engañados y enajenados, obligados o no, a manejar con destreza las armas de cuernos de chivo, las R-15, para no morir cuando ya están sentenciados a una vida de infierno.

María Félix Raygoza Viera, promotora de lectura en Mazatlán ha trabajado con jóvenes de secundaria, hombres y mujeres en quienes ve reflejados rasgos de los personajes de Javier Valdez.

Por eso eligió leer Olor a pólvora, de Malayerba, porque considera que así como la mujer se ha empoderado en el mundo de los negocios lícitos, también lo ha hecho en los ilícitos.

“Es decir que existen mujeres que también pueden llegar a hacer daño, pueden ser violentas, pueden ser sicarias, pueden ser sanguinarias, y es de cierta manera poner atención en los niños y las niñas, es también una cuestión de género”, indicó.

Raygoza Viera conoció a Javier Valdez cuando presentó su libro Los morros del narco en el Museo del Arte.

Y Mazatlán no está exento del problema del narco, mencionó.

El politólogo y columnista Ernesto Hernández Norzagaray dio lectura al avance de la que sería su próxima publicación en el semanario Ríodoce.

“Javier nunca fue un periodista ajeno al dolor humano, a esa dialéctica que se teje entre la gente del poder y la gente de abajo, la que vive y sufre las carencias en los barrios y pueblos miserables de las serranías”.

Durante la jornada de lectura pública de la obra del periodista y escritor Javier Valdez, realizada el sábado 14 de abril, fecha de su natalicio, Hernández Norzagaray dijo que su pluma siempre estuvo al servicio de los jodidos.

Pedro Brito Osuna, académico investigador de la UAS, consideró que el clima de violencia que Javier retrató en sus escritos es un clima que sigue estando presente y de manera significativa.

“Este tipo de expresiones culturales son muy importantes y hay que activarlas, como es importante la participación de la sociedad”, indicó.

Julia Viera, maestra y promotora de la lectura en la ciudad, manifestó que a Javier lo mataron por ser valiente.

Los morros del narco fue el texto que abrazó desde el primer momento porque en él vio reflejada la vida de sus alumnos a los que les inculca el hábito de la lectura.

Iris Ruiz Martínez, de origen veracruzano, con 26 años de edad, profesora de preparatoria y estudiante del posgrado de Promoción de la Lectura leyó el pasaje Cicatrices del mismo texto.

No conoció a Javier Valdez, pero en cada historia vio a algunos de sus alumnos, porque refleja la vida de éstos, cuya edad oscila entre los 13 y 18 años, quienes podrían formar parte del eslabón en la guía del narcotráfico.

Javier fue muy valiente, dijo, y “muchos de nosotros no nos atrevemos a alzar la voz a decir ‘esto no me gusta’ y poner puño y letra en eso y él no sólo lo dijo, lo escribió, y nosotros los literatos creemos que los libros son el testimonio más grande que hay, trasciendes a través de los libros”.

La facilidad con la que Javier Valdez Cárdenas llegaba a tocar el corazón de las personas y sensibilizarse con su condición y dolor, fueron parte de las anécdotas que la tarde del sábado 14 de abril se dio a conocer en Mazatlán.

 

Fuimos los amigos y los ajenos

El llamado fue para hacer una lectura de tus textos, por eso había que llamar a tus amigos, conocidos y a todos los que lo que te querían. Era para ti. Para Javier. El Bato. El Cabrón.
¡Culeros!, nos decías desde allá! Pinchis! , también.

Por eso pusimos tu silla. Para que escucharas, ¡bato! Donde estuvieras y con quien estuvieras. ¡Que Dios me bendiga!, decías al salir. Y nosotros, la tropa sabemos que estas con él. Por eso, estamos aquí, leyéndote, ¡cabrón!

No batallamos, bato. Enrique Corrales, Maestro de ceremonias: primero Maribel Valdez, leyó tus crónicas de Malayerba. Año 2010. “Chingón” dirías.

Luego, Gilberto Gutiérrez, tu tropa; siguió, Poncho Orejel, al igual que tú, pegó en la pata de palo; José Armando Infante, tu broder, no se podría quedar atrás, cabrón el bato, Marcial Pompa, el periodista que se quebró al pronunciar tu nombre y tu legado; Ricardo Corral, el poeta que siempre estuvo contigo; Carlos Julio Soto, el cronista que no te conoció, pero que está contigo; Benigno Corrales, cronista urbano y como tú con el mismo dolor y Julieta Ethel Galindo, la maestra que quiere que tu legado llegue a letras.

En la música, Óscar Rockmero, cabrón, se dejó caer el pelo, dirían; y Luis, un veracruzano que sin conocer te cantó Silvio Rodríguez. Ese eras tú, bato.

Y abajo, en el público, los que te acompañaron en el barquito de papel, que ahora sabemos que llevamos como timonel y capitán un bato cabrón: Gloria, Silvia, Luis Laura, Bismarck, Fernanda y Baruck.
Tuyos por siempre, bato. La tripulación.

Artículo publicado el 22 de abril de 2018 en la edición 795 del semanario Ríodoce.

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