Cine: ‘Live is Life. La gran aventura’

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Como cada verano, Rodri (Adrián Baena), Garriga (Javier Casellas), Álvaro (Juan del Pozo), Maza (Raúl del Pozo) y Suso (David Rodríguez) se reúnen en un pueblo de Galicia para pasar unos días de descanso, con la diferencia de que ahora emprenden un viaje a escondidas para ir en busca de una milagrosa flor que pretenden darle al padre enfermo de uno de ellos y que la consuma uno del grupo que padece cáncer. De paso, la travesía los lleva a vivir diferentes situaciones que fortalece su amistad y a apropiarse de un aprendizaje que los acompaña el resto de su vida.

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Lo más atractivo de Live is Life. La gran aventura (España/2021), dirigida por Dani de la Torre, es la manera tan acerada de abordar la amistad. La pandilla de adolescentes vive diferentes experiencias que confirman los fuertes lazos que los unen, con lo que demuestran valores como la solidaridad, empatía, honestidad, responsabilidad, justicia, valentía y el altruismo, con una madurez excepcional para su edad y que serían de gran utilidad para muchos adultos.

La cinta escrita por Albert Espinosa es, además, una oda a la nostalgia y una oportunidad para que el espectador rememore su adolescencia cargada de aventuras, lo mismo divertidas, felices e inolvidables, que peligrosas, vergonzosas, dramáticas y tristes. Es así como se puede disfrutar de paseos en bicicleta en medio de un paisaje que combina casas de descanso enormes, ríos caudalosos y un bosque hermoso; enfrentamientos con bandas contrarias para demostrar astucia y valentía; y el ambiente jovial de la fiesta de cumpleaños de la chica más bonita a la que con suerte o mucho arrojo se le roba o pide un beso.

El itinerario, también, ofrece la oportunidad de conmoverse con esa bebé desprotegida, huérfana, que necesita hacerse de una nueva familia, para evitar el orfanato; de llorar con esas, posiblemente, últimas palabras que se le dicen a un ser querido en el que aparenta ser su lecho de muerte; y de admirar esa muestra de amor hacia un hermano al pedirle perdón por esa ofensa que disfraza al miedo que provoca el verlo cada vez más deteriorado por una enfermedad que amenaza con llevarlo a otro plano.

Las impresionantes interpretaciones del grupo de amigos son otro punto a favor de la cinta. De manera magistral, los novatos actores muestran una verosimilitud que ya quisieran muchos que se asumen consagrados. Además, es de reconocer la precisión con la que se recrea los ochenta, década en la que está ubicada la historia, tanto en el vestuario, como en cada uno de los objetos que se utilizan en cada contexto.

Sin embargo, uno de los inconvenientes del filme disponible en Netflix es que tiene demasiados episodios que, si bien están bien desarrollados y actuados, hacen que la historia no se centre en un conflicto específico y se vuelva un compendio de anécdotas: no hay un hilo conductor sólido que lleve a una resolución, realmente, significativa. De hecho, lo más importante del viaje que emprenden los amigos es la intención llegar al lugar donde se encuentra la flor que se supone curativa, pero, una vez que lo consiguen, la escena no es tan especial como se esperaba. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 14 de mayo de 2023 en la edición 1059 del semanario Ríodoce.

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