El malhumorado, estricto y solitario profesor Paul Hunham (Paul Giamatti) debe quedarse en la escuela durante las vacaciones de Navidad para cuidar unos estudiantes, aunque luego de unos días terminan yéndose todos, excepto el rebelde y provocador de Angus (Dominic Sessa). Con ellos, también permanece Mary (Da’Vine Joy Randolph), la encargada de la cocina, quien acaba de perder a su único hijo, y el responsable de la limpieza (Naheem Garcia). Al inicio, mayormente los tres primeros inquilinos van del coraje a la frustración y la tristeza, no tanto por no irse a sus casas, sino por los conflictos que cada uno atraviesa. Sin embargo, la convivencia, los enfrentamientos y algunos inesperados sucesos hacen que vean “el otro lado de la moneda” y tengan la posibilidad sanar y crecer personalmente.
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A pesar de que Los que se quedan (The Holdovers/EU/2023), dirigida por Alexander Payne y actualmente en la cartelera, es una película “navideña”, lo que menos tiene es una trama típica de las que se estrenan comúnmente en esa temporada. Si bien el octavo largometraje del realizador de Los descendientes (2011) y Nebraska (2013) no escapa a los adornos, las reuniones y los regalos de las fiestas decembrinas, su fortaleza está en las emociones, reflexiones y aprendizajes que provoca, que también suelen suceder más en esta época del año.
Escrita por David Hemingson, la cinta nominada al Oscar en mejor película es una comedia dramática que funciona muy bien, tanto para hacer reír, como al conmover por la historia de vida de los personajes y por las situaciones que pasan en las aisladas vacaciones. La narrativa es perfectamente fluida, la trama en ningún momento aburre, sino todo lo contrario: cada vivencia se disfruta al máximo y es completamente creíble.
Con respecto a las actuaciones, los tres implicados principales hacen un extraordinario trabajo, no por nada han sido nominados y galardonados en diferentes premiaciones: Giamatti, quien ya había participado con Payne en Entre copas (2004), es el típico profesor dedicado, estricto y que siempre tiene una salida para “instruir” a sus irresponsables estudiantes, aunado a que su vida está totalmente dedicada a la docencia, por lo que no hay cabida para lo social o sentimental; Randolph refleja con exactitud el dolor, la depresión y el desánimo por la muerte de su hijo, en esa concentración en su empleo, las horas invertidas en los programas de televisión y la recurrencia al alcohol; Sessa, quien hace su debut en la pantalla grande, es preciso como ese alumno que justifica su dual comportamiento entre rebeldía y nobleza, por sus conflictos familiares.
Aunque el final no resulta tan sorpresivo, si es uno que apela a la lealtad y al deseo de un necesario cambio de vida, por lo que no sería extraño que se quede por mucho tiempo en la memoria del espectador. Así no sea precisamente un problema, no suene nada mal y no sea la primera vez que haya una coincidencia, hubiera sido más adecuado un título acorde a la traducción literal del nombre en inglés, con lo que no habría cabida a la confusión con ese gran documental Los que se quedan (2008) de Carlos Hagerman y Juan Carlos Rufo, acerca de la migración, vista desde las familias que “se quedan” en el país, añorando por años el regreso de los que se van. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.
Artículo publicado el 11 de febrero de 2024 en la edición 1098 del semanario Ríodoce.
