Tras morir su mamá, Alan (Maximiliano Nájar Márquez) y su padre Alberto (Juan Manuel Bernal) van a vivir a la casa del hermano de este (ya fallecido, también), con la intención de estar más tranquilos, pero desde su llegada a su nueva residencia la relación entre ellos va cada vez más de mal en peor. A pesar de que Alan tiene prohibido salir, como pasa la mayor parte del tiempo solo, constantemente se escapa para merodear por el vecindario, lo cual genera problemas con los demás habitantes, quienes no se quedan quietos a la hora de defenderse de Alberto. Por fortuna, Yanet (Mayra Batalla) y Marco (Gilberto Barraza) están del lado de los recién llegados, para defenderlos.
En 2010, el realizador Jorge Michel Grau estrenó Somos lo que hay, una arriesgada cinta que aborda el canibalismo en una familia que comienza a tener problemas cuando se ve en la necesidad de elegir a su nuevo guía, a partir de la muerte del padre. Si bien el tema pudo no haber sido atractivo para muchos, desde entonces, el director dejó claro que sabe moverse “como pez en el agua” en ese tipo de historias –la cinta tuvo tan buen recibimiento tras su estreno en el Festival de Cannes, que en Estados Unidos se hizo el remake We Are What We Are en 2013, dirigido por Jim Mickle.
En esta ocasión, en concordancia con temáticas no tan frecuentes en la pantalla grande, Grau dirige y escribe Rabia (México/2023), un filme cargado de misterio y una atmósfera referente a los hombres lobo, que, dicho por el propio director, forma parte de una trilogía iniciada con Somos lo que hay, con la diferencia de que ahora, dos varones, padre e hijo, buscan cómo sobrevivir luego de la muerte de la esposa/madre, cuando, además, el pequeño padece una enfermedad.
Uno de los aspectos que destacan de la película, aunado a que pone sobre la mesa lo complicado que es sobrellevar la pérdida de alguien cercano, es el contexto en el que desarrolla la historia: un fraccionamiento a las orillas de la ciudad, del que aprovecha su austeridad y monotonía, para crear el ambiente apropiado para la historia.
Si bien la película trata de que el linaje de Alberto y Alan tiene la característica de contar con hombres lobo peligrosos, violentos, que atacan a otros cuando sienten la necesidad, las escenas no son explícitas en ese sentido, porque Grau prefirió sugerir esos sucesos, a mostrarlos, lo cual genera un efecto más impactante en el espectador.
La estructura narrativa transcurre con ritmo lento, pero progresivo, por lo que en ningún momento cae en el aburrimiento. Las actuaciones están bien ejecutadas, sobre todo en el caso de Nájar, como el niño en cuestión; Mayra Batalla, como la vecina que intenta ayudar al padre y al hijo en problemas; Francisco Barreiro como uno de los habitantes inconformes del lugar y; Gilberto Barraza, como ese ser misterioso que tiene la solución para el conflicto del padre y el hijo. Juan Manuel Bernal, no está mal, pero permanece todo el filme con el mismo gesto y emoción.
Una de las debilidades de la cinta disponible en Prime Video es que, aunque tiene un final que puede sorprender a varios, se detiene a dar explicaciones para que no queden dudas de lo que realmente pasó, cuando eso es completamente innecesario. Véala… bajo su propia responsabilidad como siempre.
Artículo publicado el 04 de febrero de 2024 en la edición 1097 del semanario Ríodoce.