“Vemos con gran preocupación que se han desplegado acciones de promoción personal que implican el uso de recursos materiales y humanos, que no solamente atentan contra la equidad del proceso, sino que llegan a ser potenciales ilegalidades” declaró en conferencia de prensa la Senadora Martha Lucía Micher, ostentándose como integrante de la organización “Progresistas por la Unidad y Piso Parejo”.
La Senadora, declarada simpatizante de las pretensiones presidenciales de Marcelo Ebrard protestó así por los presuntos actos anticipados de campaña en los que pudieran estar incurriendo algunos de las y los aspirantes a la candidatura presidencial de Morena.
Es evidente que la Senadora Micher y el grupo de simpatizantes de Ebrard que organizaron el encuentro con medios, se refirieron sin mencionarlos, a Adán Augusto López y a Claudia Sheimbaum, quienes han “tapizado” el país de desplegados, bardas, pendones, espectaculares y hasta corridos promoviendo sus candidaturas.
En esta conferencia-protesta, los simpatizantes del canciller pidieron al dirigente nacional de su partido que se convoque a una reunión “para acordar mecanismos ordenados, equitativos y justos que pongan la muestra a las demás fuerzas políticas de la calidad democrática de nuestro proceder”.
Dicen que por las vísperas se saca el día y, en este caso, conociéndolos, sabemos que a los que ahora protestan lo que menos les interesa es la democracia y que en realidad están viendo con preocupación que el “dedazo” está en marcha y no hay señales de que vaya a favorecer a su “candidato”.
Entre el dirigente formal de Morena, Mario Delgado, y el pretendido candidato presidencial Marcelo Ebrard, existen lazos que no tienen que ver con la simpatía a una causa o un liderazgo, ni mucho menos están relacionadas con una convicción política.
No!, la relación de “estos angelitos” (parafraseando a Ricardo Sheffield), deviene de la complicidad en el millonario gasto de la famosa Línea 12 del Metro, ya que el dirigente partidista fue el Secretario de Finanzas de la Ciudad de México al mando de Ebrard, y sus responsabilidades en el desastre de esa malhadada inversión nunca han sido del todo esclarecidas.
Entonces, en el juego del “tapado”, era por demás previsible que la “protesta” encontrara eco en Morena, y la respuesta fue un discurso en el que Mario Delgado se comprometió al “piso parejo”, garantizó equidad y transparencia e invitó a los diferentes liderazgos a “tener un diálogo abierto, permanente”. Es decir, todo muy en frecuencia con la petición de los emisarios de su contlapache.
Ebrard es un político forjado a la sombra y bajo la tutela del extinto Manuel Camacho Solís. Con él aprendió cómo jugarle las contras a un presidente sin romper la liga y es lo que ahora está haciendo al mover su piezas en el tablero de la sucesión.
Así como el activismo de Manuel Camacho llegó a generar dudas sobre la candidatura de Colosio en 1994 y provocó aquel famoso pronunciamiento del entonces Presidente Salinas de Gortari, de “no se hagan bolas: el candidato es Colosio”, Ebrard y Delgado obligan ahora a López Obrador a pronunciarse desde la mañanera y fue claro, preciso y contundente:
“Cuando se habla de que no hay piso parejo, eso es un menosprecio a la gente porque ya nadie se deja manipular, que no se use eso como excusa. ¿Cómo no va a haber piso parejo si va a ser la gente la que va a decidir? Si la gente ve que el presidente se está inclinando a favor de alguien, eso lo rechaza la gente, eso tiene un efecto de boomerang”.
Andrés Manuel, menos que nadie, se traga el cuento de la espontanea aparición de la agrupación “Progresistas por la Unidad y Piso Parejo”, por lo que no definió quién sí, pero para los que saben interpretar muy claro dijo, quién no!
Lo interesante ahora después de este zape, será ver la siguiente movida del “Carnal Marcelo” para adivinar si termina disciplinado a la decisión de su jefe; le sigue jugando las contras en la “rayita” para hacerlo cambiar de opinión o empieza el largo y sinuoso camino que ya emprendió Ricardo Monreal, consciente de que tarde o temprano vendrá la ruptura.
Este PRI setentero que ahora gobierna, reedita el juego del tapado y el “pequeño priista que todo mexicano llevamos dentro” le vuelve a entrar.
Se observan los gestos, las señales, las actitudes del presidente para adelantar quién es el bueno, mientras que entre los encapuchados la tensión crece y abundan los golpes por debajo de la mesa.
Todo igual, salvo que ahora en el pandero hay una “tapada”; ya no es automático el tránsito de destapado a presidente y el propio “destapador” los motejó como las “corcholatas”.
De cualquier forma, visto desde la gayola, está entretenido el jueguito.
Artículo publicado el 07 de agosto de 2022 en la edición 1019 del semanario Ríodoce.
