Flaco-gordo: ser delgado no evita el síndrome metabólico

flaco gordo

“Flaco-gordo” es un término que se usa para describir a las personas con un peso normal, pero que también tienen un alto porcentaje de grasa corporal. Si bien puede no ser un término médico, es un problema médico real y está relacionado con una mala salud metabólica.

La disfunción metabólica a menudo se asocia con la obesidad, pero algunas personas obesas pueden ser metabólicamente sanas. Por otro lado, las personas con un Índice de Masa Corporal (IMC) “saludable” pueden tener una mala salud metabólica.

¿Qué es la obesidad delgada?

El concepto se conoce médicamente como “peso normal metabólicamente obeso”. Se refiere a las personas que tienen un IMC normal, pero tienen altos niveles de grasa corporal y múltiples trastornos cardio metabólicos que están asociados con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y mortalidad por todas las causas.

El IMC no discrimina entre grasa y músculo, ni considera la distribución de la grasa corporal. Las personas con esta condición se encuentran en el rango de IMC bajo a normal, pero en realidad tienen una grasa corporal relativamente más alta, menos masa libre de grasa y una tendencia a tener más grasa abdominal. También está relacionado con personas que no practican mucha actividad física y tienen baja capacidad cardiorrespiratoria.

Ser “flaco-gordo” está asociado con una mala salud metabólica, lo que significa tener trastornos cardio metabólicos como inflamación, resistencia a la insulina, colesterol bueno (HDL) bajo e hipertensión arterial, triglicéridos (similares al colesterol malo) y azúcar en la sangre.

Con tanto énfasis en el peso, es fácil confundir el peso con la grasa corporal y la salud. Si bien todos estos están vinculados, pero aún separados. Además, el IMC y el peso corporal no son marcadores de salud metabólica. Las investigaciones sugieren que hasta el 45 por ciento de las personas de peso normal pueden ser flacas y gordas.

Cómo la “grasa flaca” afecta la salud

Las personas que son “flacas-gordas” corren el riesgo de sufrir diabetes, síndrome metabólico y enfermedades cardiovasculares.

Uno de los principales problemas es la grasa visceral. Las personas flacas y gordas tienden a tener más grasa abdominal (visceral), el tipo de grasa que se encuentra en el interior del abdomen, alrededor de los órganos.

La grasa visceral es metabólicamente muy activa y envía señales químicas que con el tiempo provocan resistencia a la insulina, diabetes y enfermedades del corazón.

Otro factor es un nivel de músculo bajo. Las personas que son “gordas flacas” también tienden a tener menos masa muscular. La investigación muestra que una mayor masa muscular está relacionada con un menor riesgo de muerte y enfermedad cardiaca, independientemente de los niveles de grasa corporal. En otras palabras, los niveles más altos de masa muscular ayudan a reducir el riesgo de mortalidad.

La inactividad juega un papel importante en el trastorno. Los efectos del peso corporal y el ejercicio sobre la salud metabólica y la muerte prematura son separados y aditivos. Eso significa que tener un IMC normal no elimina el mayor riesgo asociado con la inactividad y la mala alimentación.

El engaño del IMC normal y la mala salud metabólica es particularmente peligroso, ya que fácilmente pasa desapercibido y no diagnosticado por los médicos. Por lo tanto, el elevado riesgo de enfermedad no se controla y se pierde la oportunidad de prevenir la diabetes, las enfermedades cardíacas y otras afecciones crónicas.

En el momento en que las personas que son flacas y gordas buscan a su profesional de la salud, es más probable que se encuentren en etapas avanzadas de la enfermedad cardio metabólica y que el tratamiento sea más difícil y complicado.

El cuerpo convierte el exceso de comida en grasa y trata de almacenarla en el tejido adiposo. Si no hay suficiente tejido adiposo, la grasa se acumula en otros órganos, como el hígado y el corazón, así como en los músculos y el páncreas. Allí envenena el cuerpo, provocando el síndrome metabólico.

Artículo publicado el 17 de abril de 2022 en la edición 1003 del semanario Ríodoce.

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