‘Añu Nundua’, el corazón de Oaxaca en Culiacán

LA COCINA DE ESTELA CUEVAS. Una probadita de Oaxaca

Estela Cuevas Ortiz prepara tlayudas, picaditas, memelas, tinga, tamales para que los sinaloenses conozcan su tradición culinaria

Hace 14 años Estela Cuevas Ortiz llegó a Culiacán buscando una mejor vida, pero no lo hizo sola, se trajo el corazón de su pueblo San Miguel el Grande Tlaxiaco, Oaxaca, para compartirlo a través de su gastronomía.

Desde muy pequeña aprendió a cocinar de manera natural los tamales en hoja de plátano de mole de garrote con pollo, costillita, amarillito, memelas, picaditas, tlayudas, tinga y atole de maíz, empanadas, las prepara sin complicación.
Solo requiere sartenes, condimentos, estufa, los chiles y maíz que le envían de su región para que sus guisados no tengan comparación.

Ahí por la calle Rosales antes de llegar a la Aquiles Serdán, en pleno Centro, instaló su puesto de comida.
Señaló que en algún momento intentó utilizar el maíz de Sinaloa pero las tortillas no le salían igual y una de sus hijas le manda regularmente el maíz prehispánico que se siembra en su tierra.

“Nos venimos cuando empezó el conflicto de los maestros en Oaxaca y se acabó el trabajo, unas muchachas que estudiaban aquí nos dijeron que había más oportunidades, empecé trabajando en casa pero le fui buscando”, explicó.
“Yo salía a la calle a vender los tamales tradicionales y semillas y se nos ocurrió establecernos para hacer comida del día”.

Añu Nundua

“Añu Nundua” significa corazón de Oaxaca y así nombró al espacio en el que prepara la comida, junto a su hija Mabel, en donde sin buscarlo había un árbol de guaje, elemento preponderante en guisados.

“Yo durante algunos años vendía mi comida en el centro de Culiacán, después me instalé por la calle Colón y finalmente aquí por la Rosales, nos animamos después del confinamiento, aún no cumplo el año”, contó.

Estela colocó una mesa, manteles floreados, coloridos para sentir que era su casa la que ponía a disposición de los comensales.

Los olores se mezclan en su cocina, en esa misma que dijo guisar sin ningún problema pero con gusto y corazón.

“Yo aprendí de unas señoras de mi pueblo a cocinar desde chiquita, yo me meto a preparar y no siento que pasa el tiempo”, señaló.

“Siempre había querido que la gente supiera de la comida de mi pueblo, traer los sabores de Oaxaca”.

La nostalgia de su tierra

Aunque Estela dice que antes sí sentía nostalgia por su tierra, hoy no tanto. Le gusta la ciudad de Culiacán y su gente.
Con 58 años a cuestas y sin perder las tradiciones de su pueblo, mencionó que le agrada que se disfrute comida que solo se pudiera probar en su pueblo.

“Es bonito que la gente sepa que hay un lugar ahí en la Rosales donde se come muy bien y saludable, con especies, plantas aromáticas, todo un manjar”.

“Pues aquí sí hay buena comida también pero siempre es bueno conocer lo que se hace en otros lugares para que las tradiciones sigan conservándose”.

Estela además de seguir preparando las recetas originales, mencionó que le interesa que no se pierdan las tradiciones, ni su lengua, mucho menos su gastronomía.

“Yo hago todo con el corazón y cuando comen mi comida, pues uno se siente bien bonito porque es la cultura la que no se debe perder”, apuntó.

Artículo publicado el 27 de marzo de 2022 en la edición 1000 del semanario Ríodoce.

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