El Plato del Bien Comer: conchas y tamales contra el Covid-19

plato del bien comer

México, una de las naciones más amenazadas por coronavirus y que, según autoridades de salud nacional próximamente verá el pico más alto de casos, le debe gran parte de este nuevo problema a uno viejo: la salud general de la población.

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El 75 por ciento de los mexicanos tiene sobrepeso u obesidad, asimismo hay más de 15 millones de hipertensos y 9 millones de diabéticos, padecimientos que benefician el efecto asesino del coronavirus.

Cada año, mueren alrededor de 230 mil personas a causa de dichos padecimientos, pero eso no nos paraliza, no nos estresa ni nos confina al encierro; el coronavirus viral biológica y mediáticamente nos tiene con una rodilla en el piso y la otra en camino a estarlo.

Durante décadas el gobierno y las instituciones de salud minimizaron el impacto de entregar el aparato regulatorio de alimentos a la industria, misma que no hizo más que americanizar la oferta con grandes y azucaradas porciones y llenar el mercado de basura adornada, visualmente atractiva, pero con vacíos alimenticios y cargas patológicas enormes, cargas que hoy “pesan”, según la autoridad misma.

En este entorno, el plato correcto lo dicta la industria, porque de ella depende la oferta gruesa del mercado, y también la más accesible. Esto mueve al gobierno a oficializar un plato en el que se recomienda pan dulce, leche y galletas Marías en lugar de marcar pauta en el que debiera ser el camino a una alimentación sana y apegada a la sociedad a la que se recomiendan, una sociedad mayormente obesa y enferma.

 

El Plato del Bien Comer: Un tercio de harinas y almidones

Existen distintos esquemas de alimentación para cada país: Chile, Estados Unidos y México, han adoptado esquemas gráficos tipo plato, en el que segmentan los grupos alimenticios en proporción de las necesidades que cada sistema de salud determine.

La guía básica para la alimentación en México, es un plato perfectamente partido en tres, donde conviven los grupos de cereales; frutas y verduras; y leguminosas y alimentos de origen animal.

El grupo más interesante corresponde a los cereales, en la ilustración lanzada por el Centro de investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) se aprecian arroz, pasta, pasta en sopa, tortillas, papa, pan de caja, tamales, galletas tipo Marías, galletas de animalito, concha y bolillo, todos estos, alimentos de cuidado para pacientes con diabetes y preferentemente descartables para personas con sobrepeso u obesidad, o séase, para el 75 por ciento de los mexicanos.

A decir de David Kessler, ex comisionado de la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA por sus siglas en inglés) y autor del libro Carbohidratos Rápidos, Carbohidratos lentos, la clave para mantener el peso es evitar a toda costa los alimentos procesados provenientes del trigo y el maíz, o los que llama Carbohidratos rápidos, pues particularmente promueven los excesos, el aumento de peso y enfermedad, esto debido a la carga de almidón refinado que hay en ellos, producto del proceso industrial por el que fueron creados.

Las palabras de Kessler se alinean con la tendencia mundial, pero aún no oficializada por los gobiernos, de la inutilidad alimenticia de ciertas fuentes, la principal de ellas el trigo, que en el apartado de cereales del Plato del Bien Comer es la base de siete de los 12 productos recomendados.

En cuanto a verduras y frutas, el grupo está dividido en dos, y se encuentran recomendados en proporciones de 50-50, pero en la realidad hay de verduras a verduras y de frutas a frutas.

Una porción de zanahoria no tiene el mismo efecto en el cuerpo que una de calabaza, sin embargo están en el mismo grupo y del mismo lado, el que es en apariencia y basándonos en años de lenguaje técnico-nutricional, el menos dañino.

Lo mismo pasa con las frutas, una porción de sandía no se equipara con una de fresas. La razón de que ambos en ambos casos exista esta discrepancia entre alimentos es el índice glucémico de cada uno. La carga glucémica es más importante de lo que parece en un entorno como el nuestro, donde al menos 9 millones de personas sufren de diabetes.

En Chile, su Plato Alimentario tiene a las verduras como el grupo más recomendado con poco menos de un tercio del área total del plato. Las frutas aunque abarcan una porción considerable del plato, no abundan.

Adicional a eso, los cereales abarcan apenas un séptimo del plato, una clara apertura al cambio con la noción de las necesidades alimenticias de su población. Cabe destacar que en su anterior versión, la pirámide, los cereales eran la base de la alimentación, al igual que lo sigue siendo en nuestro país.

En el tercer grupo aparecen las leguminosas, fuente de proteína, pero también de almidón, aunque con una carga de fibra que lo hace más amigable. En este mismo grupo están los alimentos de origen animal, siendo estos el grupo más pequeño dentro del plato, el dibujo incluye leche, huevo, atún de lata, queso carne roja, pescado y pollo.

El plato, en ningún momento hace referencia al consumo de grasas ni agua. La versión andina, promueve el consumo de agua y tiene un espacio en el plato para las grasas, además, como información adicional, promueve la actividad física y recomienda gráficamente evitar el consumo de chatarra.

Vale la pena reconsiderar las recomendaciones y empezar a explorar la idea de implementar la nutrición en la educación básica para formar criterios tempranos, en lugar de buscar soluciones tardías.

Artículo publicado el 26 de abril de 2020 en la edición 900 del semanario Ríodoce.

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