Para la gente que  vive en ciudades frías, donde el consumo de bebidas calientes está a la orden del día, les podrá parecer extraña esta singular bebida que es capaz de mitigar la sed, el hambre y la resaca, después de una noche de consumo de alcohol.

Vestigios arqueológicos dan cuenta de que esta bebida se ha consumido en nuestro país desde tiempos prehispánicos, hace aproximadamente siete mil años.

Preparada a partir de la fermentación del maíz y del piloncillo,  esta bebida ancestral es la más representativa del Occidente mexicano.

En Mazatlán es muy común encontrarla en puestos ambulantes, en los que los hombres que las sirven, hábilmente han encontrado las porciones para darle el punto; ni muy ácida, ni muy dulce; con el sabor exacto para cumplir su cometido.

Bebida espesa con apariencia al atole que en su página web la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas la describe como “Tesgüino”, palabra de origen náhuatl. Viene de tecuin, que significa, latir el corazón. Y esto debido no a que enamora, sino a que es embriagante y como ocurre con las bebidas alcohólicas, acelera el ritmo cardiaco. Esta bebida es de suma importancia para los Rarámuri.

El nombre que recibe, su sabor y las plantas utilizadas como catalizadores para que se fermente, varían en cada región. Por ejemplo, la diferencia entre el tesgüino de los huicholes y el de los tarahumaras, es que el de los huicholes es más espeso y dulce. El tesgüino es ofrecido también como regalo en diferentes fiestas, en calidad de remuneración de las tareas llevadas a cabo por la comunidad o servido en las tesgüinadas; igualmente sirve de compañía al difunto, envuelto en su cobija “para que su espíritu suba al cielo”. El acto de beber tesgüino posee un enorme valor cultural para los Rarámuri, ya que muchas de las acciones más trascendentes en su vida están matizadas por la imprescindible bebida.

En la ciudad se ha popularizado su consumo sobre todo en la época del año en la que las temperaturas se incrementan.

Su elaboración es menos compleja que la de las comunidades indígenas, pues sólo se le agrega sal, limón y un poco de carbonato, y hielo.

Algunas variantes se han puesto de moda en los últimos años, como el de agregarle chile en polvo y chamoy al vaso escarchado, incluso alguna golosina de tamarindo agridulce con chile. Pero el Tejuino o Tesgüino original para mucha gente, no necesita de tantos aderezos; es por sí solo, una bebida regalo de los dioses.

La próxima vez que esté de visita en Mazatlán pregunte dónde encuentra a un buen tejuinero, en la ciudad abundan y son fáciles de localizar.