Es indiscutible que Mazatlán está experimentando un mayor flujo de turismo nacional y la derrama económica no ha dejado de sentirse. Sin embargo, el turismo extranjero ha permanecido con flujo de visitantes vía aérea muy por abajo del 2007 y prueba de ello es que acumulado a junio de este año con respecto al acumulado a junio de 2007, traemos un 33 por ciento de llegadas internacionales menos. La autopista Mazatlán-Matamoros ha venido a abrir un mercado mucho más amplio de lo que hace dos años teníamos, pero aún así, en porcentajes de ocupación en los mismos meses, andamos un 3.8 por ciento por debajo en cifras.

Los resultados actuales han sido en su mayoría inerciales y muy poco producto de un ejercicio de planeación.

Antes del retiro de cruceros en el 2010, sus directivos constantemente advertían de Mazatlán la falta de un mejor y mayor número de productos turísticos y a la fecha esa observación no ha sido subsanada a satisfacción por los prestadores de servicios turísticos locales.

Lo mismo sucede con el turismo nacional que años anteriores y hoy nos visitan. Dicen que en Mazatlán se aburren muy pronto y salvo la excelente gastronomía que hoy tenemos y lo bello del malecón, no hay mucho nuevo que hacer o que ver, excepto un aumento desmesurado en el ambulantaje sobre uno de los principales atractivos: el malecón.

Lo anterior no debe ignorarse, pues la competencia para captar turistas es cada vez mayor y la conectividad en el resto del país mejora día a día y si no  “refrescamos” la imagen del destino, de seguro vamos a perder paulatinamente el flujo de visitantes y los que lleguen será cada vez del segmento de ingresos más bajos.

Sin embargo, esto no parece preocuparles ni a las autoridades ni a los prestadores de servicios  locales, pues no se ven acciones contundentes que vayan en sentido de mejorar la imagen del destino ni de ampliar la oferta de servicios. Se advierte y se siente un sentido de conformismo y de mantener las cosas en el estado en que se encuentran, cuando por otro lado crece cada día la oferta de la fuerza laboral y las expectativas de mejores salarios.

Hay que darle rumbo firme al sector pero se ocupan liderazgos fuertes y estos en la actualidad no existen. No se ve alguien que quiera asumir ese compromiso o no tienen la capacidad de convocatoria o la confianza que se ocupa para liderar esa transformación que de manera urgente necesita Mazatlán para su despegue como potencia turística. El desempeño del sector está sujeto a los vaivenes de la política local y la iniciativa privada ha sido cooptada por los gobernantes en turno.

Para poder iniciar un ejercicio de planeación turística, es necesario primero considerar el entorno y desarrollar sistemas de mediciones objetivas y confiables no solo sobre los totales, sino que se pueda medir el impacto del turismo por regiones y por segmentos. Los siguientes pasos para una planeación muy necesaria serían:

1.- Determinar cuáles son los activos del destino ya sean estos naturales, financieros y otros.

2.- Establecer objetivos aspiracionales por segmento (hoteles, tiempo compartido, mercado de retirados, cruceros, grupos y convenciones,  gastronomía, etc.) que nos lleven a una visión y acciones conjuntas  y resultados en beneficio de la colectividad.

3.- Considerar la realidad de mercado.

De lo anterior se debe desprender un plan estratégico de desarrollo turístico donde se incluya una estrategia de mercadotecnia y contar con una ley estatal de turismo que sea promotora de la actividad y que elimine los elementos inhibidores de la actividad.

Sin una planeación adecuada y sin liderazgos seguiremos sin rumbo definido, sin identidad, sin metas y con objetivos y resultados muy limitados.