La obesidad es el principal factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles, como las cardiovasculares y la diabetes mellitus, que a su vez son las dos principales causas de mortalidad general en México.

Respecto a la obesidad, su prevalencia en las últimas tres décadas ha tenido un aumento sin precedente y su acelerado ritmo de incremento ha sido uno de los más altos en el ámbito mundial. En México, 48 millones de mexicanos adultos tienen algún grado de obesidad, cifra que representa el 71.28 por ciento de la población total.

No obstante, hace muy poco tiempo que el problema se ha reconocido como prioritario y que requiere de atención y acciones intersectoriales inmediatas para una mejor prevención, diagnóstico oportuno y control en la población.

En 2008, los costos atribuibles a la obesidad en México fueron de 42 mil millones de pesos, equivalente al 13 por ciento del gasto total en salud (0.3 por ciento del Producto Interno Bruto, PIB).

De no aplicar intervenciones preventivas o de control efectivas sobre la población enferma de obesidad y sus efectos (hipertensión, diabetes mellitus tipo 2, enfermedades cardiovasculares, cáncer de mama y cáncer colo-rectal), los costos directos podrían ascender para 2017 a 101 mil millones de pesos, 101 por ciento más respecto al costo estimado en 2008, mientras que los costos indirectos se pueden incrementar hasta 292 por ciento entre 2008 y 2017 (de 25 mil a 73 mil millones de pesos).

La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) realizada en 2012 por la Secretaría de Salud, arroja que en Sinaloa, el sobrepeso y la obesidad fueron un problema de salud pública que afectó a 6 de cada 10 hombres y a 7 de cada 10 mujeres de 20 años o más, cifras similares a las reportadas en el ámbito nacional.

La ENSANUT, que genera un conjunto de datos fidedignos que permitieran conocer las condiciones de salud de la población y sus tendencias, así como la utilización y percepción sobre los servicios de salud, concluye que es importante promover no sólo la práctica de actividad física moderada y vigorosa (como el deporte), sino también la disminución de actividades sedentarias a lo largo del día (transporte inactivo y tiempo frente a una pantalla, entre otros).

“Adicionalmente, al tomar en cuenta la influencia que tiene el entorno para la práctica de actividad física —señala la encuesta—, se debe considerar una mejor planeación de espacios activos, accesibles y seguros que permitan y fomenten estilos de vida más dinámicos, tanto en momentos de ocio y recreativos como durante la rutina diaria, para disminuir el sedentarismo”.

Anorexia

Uno de los problemas más comunes dentro de los jóvenes en edad productiva es la anorexia, derivado del intento de bajar de peso a base de dietas milagrosas y uso de medicamento no apropiado.

La anorexia es un trastorno en el que el paciente se ve obeso, cuando en ocasiones está en su peso ideal; quienes la padecen realizan una serie de acciones para perder peso rápidamente, lo que perjudica su salud y deriva en problemas que en ocasiones son irreversibles.

Con el fin de coadyuvar a la disminución de los problemas relacionados con la obesidad y anorexia, entre otros, la Secretaría de Salud implementó en el Estado una serie de actividades relacionadas con el tema, a través de un programa de Promoción de la Salud en la Alimentación y Actividad Física.

Durante 2014 se realizaron seis eventos sobre cultura alimentaria, consumo de agua potable simple, actividad física y alimentación correcta, así como la promoción de la lactancia materna. Las actividades beneficiaron a más de cuatro mil personas en el estado de Sinaloa.

Con estos eventos, la Secretaría de Salud refuerza el cambio de hábitos alimenticios y la práctica de alguna actividad física, para que la población pueda aplicarlos en su vida diaria para su propio beneficio.
Fuente: Servicios Coordinados de Salud del Estado de Sinaloa