Malayerba: Relevo
Nadie quería el puesto. Huele a muerto, les contestó. En la policía las cosas andan mal: muchos asesinatos, bajos salarios y podrición. En las filas
Nadie quería el puesto. Huele a muerto, les contestó. En la policía las cosas andan mal: muchos asesinatos, bajos salarios y podrición. En las filas
El cadáver en medio. El padre en uno de los extremos de la habitación, arrinconado, agachado, con el sombrero ensombreciendo su ya de por sí
El esposo los sorprendió apretados, fundiéndose en uno solo, trenzados y sudorosos. No dijo nada. Se mantuvo firme, en la puerta, del otro lado del
Morena, de ojos grandes, pelo lacio y baja de estatura: la muchacha tenía dieciséis años y detrás del mostrador era una reina. Lea: Malayerba: Dos
Los dos hermanos habían sido militares. Seis años en la milicia. Seis años para nada. No eran oficiales porque se conformaron con permanecer ahí, vestidos
Ahí en el pueblo no era nadie. Era sólo un joven con apodo. Y al final fue alguien: alguien que empezó con una moto de
Los sicarios llegaron al lugar y cerraron las calles de acceso. Eran unos cincuenta, en camionetas grandes y de modelo reciente. Iban todos de negro,
La ciudad es un hervidero: los proyectiles pasan zumbando y tan seguido que los blanquillos pueden cocinarse en el aire, sobre una sartén sin fuego
Un cateo en una de las casas ubicadas en las cumbres de la ciudad. El grupo elite del ejército irrumpió en la fortaleza aquella en
El chicón era muchas cosas pero menos chico: alto, corpulento, de voz de mando, esa pistola atrapada entre el pantalón, la camisa y el cinto,
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