Todo un esperpento: flaco y de cuello largo, mediana estatura, moreno y de paso tambaleante. Pero le funcionaba muy bien el índice de la mano derecha. Sobre todo a la hora de jalar el gatillo.
No llegó temprano a aquella fiesta. Colonia Guadalupe Victoria, nueve de la noche. Ya merodeaba por el lugar, pero no daba. Se topó con una fiesta infantil y un brinca-brinca en medio de la calle, bloqueando el paso vehicular. Reviró. Nada.
Fragmento de la columna publicada el 25 de diciembre de 2017 en la edición 778 del semanario Ríodoce.