
Malayerba Ilustrada: ¡Y ándale!
El carro de sonido paseaba por el pueblo la noticia del accidente. Y ándale, gritaba el de la grabación. Un buen trancazo se pegó un
El carro de sonido paseaba por el pueblo la noticia del accidente. Y ándale, gritaba el de la grabación. Un buen trancazo se pegó un
Para Federico Campbell. Con ráfagas de vitaminas y esperanzas. La mujer manejaba la camioneta con pulcritud. Tomó el bulevar ancho, a tres calles de su
Ella está desesperada. El teléfono suena y ella pegada a la bocina. Suena otra vez. Así pasa varios segundos hasta que se oye una voz.
No la dejaba salir a menos que fuera con mujeres conocidas o parientes. No podía platicar con hombres ni verlos ni saludarlos de
Varias veces fue por ella y la sacó a jalones de esa casa blanca y alta que en sus intestinos parecía oscurecer de tantos misterios.
El chicón era muchas cosas pero menos chico: alto, corpulento, de voz de mando, esa pistola atrapada entre el pantalón, la camisa y el cinto, ese
La cárcel: un hotel, un prostíbulo, una narcotiendita, un motel, un espá, una oficina, un refugio para pasar los días de la semana con excepción
Hay dos muertos, avisaron. Los levantaron en la colonia y se los llevaron al monte. Allá aparecieron, lejos de las milpas y el canal de
Para Elías. Ese caballero medieval. Era narco, narco. Narco cabrón. Más que narco: narcazo. Si había un nivel previo a la de jefe de jefes,
Eran cuatro hermanos, mocosos y descalzos. Tan pobres que pasaban días comiendo solo mangos. Cuando mejor les iba desayunaban sopitas con huevo, porque se
Ingresa tu correo electrónico para recibir las noticias al momento de nuestro portal
Copyright 2018 © RIODOCE.MX. Todos los derechos Reservados.
2019 © RIODOCE
Todos los derechos Reservados.