La PGR y los agujeros negros

Si la Procuraduría General de la República falló estrepitosamente en la que debía ser la más importante investigación ministerial de la historia reciente del país, los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, qué puede esperarse de cualquier otra investigación a cargo de la PGR.

La más reciente revelación sobre la masacre de Iguala en septiembre de 2014 no tiene que ver con el esclarecimiento del caso, menos con saber el paradero de los jóvenes estudiantes a quienes capturó el grupo del narco que realmente tenía el poder en el municipio de Iguala, sino con los métodos para obtener las declaraciones de los implicados.

La nueva evidencia del desastre en la investigación viene del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, al publicarse un informe breve pero implacable titulado Doble injusticia. En apenas 65 cuartillas la ONU recopila una serie de violaciones a los derechos humanos, cometidas mientras se desarrollaba la investigación por la PGR, es decir de septiembre de 2014 a enero de 2016. La misma con que arribó el gobierno de Enrique Peña Nieto, y su entonces Procurador Jesús Murillo Karam, a la que llamaron “verdad histórica”.

Los investigadores independientes de la ONU lo que hicieron fue revisar los mismos expedientes que acreditó la PGR, pero además confrontarlo con entrevistas, con testigos, y los abogados; lo que encontraron no fue una verdad histórica: sino un “patrón consistente de violaciones de derechos humanos” de principio a fin, desde la detención de los implicados de manera arbitraria, pasando por la tardanza para presentarlos ante la autoridad correspondiente (que debe ser inmediata) y por supuesto la tortura.

En el informe de la ONU queda claro que a medida que la presión internacional aumentaba sobre México sobre la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, con esa misma intensidad el gobierno mexicano respondía violando los derechos humanos de cada implicado que iba detectando.

De por si la investigación de la masacre de Iguala era un desastre, con los señalamientos del Grupo Independiente de Expertos Internacionales (GIEI), ahora estas revelaciones la hunden en un agujero negro.

Stephen Hawking, además de un rock star de la ciencia, es uno de los prominentes estudiosos de los agujeros negros, formados a partir de estrellas colapsadas y que concentran tanta presión que se creía que nada podía escapar de ahí una vez que se lo tragaba.

Para el cierre del sexenio de Enrique Peña, la PGR está hundida en ese agujero negro del que no escapará. La intentona de crear la Fiscalía General fue otro rotundo fracaso, y persiste una institución que definirla como desprestigiada es demasiado poco. El caso Iguala la hundió por completo, no hay manera de rescatarla de ese agujero cuando falló en una investigación histórica, cuando ofreció una verdad embarrada de mentira y armada por testimonios con toques eléctricos y amenazas de violaciones sexuales a familiares de los detenidos.

 

Margen de error

(Tal para cual) Los investigadores de la PGR, los altos funcionarios, los mandos policiacos y los Ministerios Públicos —quizás hasta el mismo Procurador Murillo Karam—, se pusieron en el mismo nivel de Los Rojos y de los Guerreros, las organizaciones del crimen que se disputaban el trasiego de la heroína en la zona y todo el poder. Con esas prácticas reveladas en el estudio de la ONU quedan como tal para cual.

Si aquella frase de fue el estado le caló hondo al gobierno de Peña, ahora de nuevo lo vuelve a definir. Un gobierno incapaz de recurrir a los instrumentos legales del Estado para resolver un caso y explicarlo a cabalidad. Y no cualquier caso, sino uno que define un gobierno, un periodo histórico de México trascendental.

Si el grupo del narco que persiguió a los estudiantes aquella noche de septiembre en Iguala fue implacable, lo mismo hizo el Estado, implacable para culpar aun a pesar de que la investigación no lograra sostenerse por sí sola.

Hundida en ese agujero negro de Hawking, la PGR es una institución sin solvencia para cumplir con la única facultad conferida, engullida por ese agujero negro referido por el científico Stephen Hawking.

 

DETRASALANTE

(Sin retorno) La gracia del meme radica fundamentalmente en el anonimato. Una piedra que se lanza a las redes sociales y una mano que se esconde. Todo con sus virtudes y sus pecados. Pero algunos de esos memes deberían contar con la firma de su autor. Piezas irónicas, burlonas, con un sarcasmo certero que merecerían no perderse en el mar de basura espacial. Es el caso de un(a) navegante que lanzó el meme donde dice que todos hablan de Stephen Hawking, pero nadie conoce sus canciones. Y así es: Signo de los tiempos del segundo milenio es Stephen Hawking. Un rock star de la ciencia, más conocido como un personaje de series y películas que por el entendimiento de sus teorías. Un científico de talla mayúscula (PUNTO)

Artículo publicado el 18 de marzo de 2018 en la edición 790 del semanario Ríodoce.

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