Abandona IMSS de Mazatlán a su suerte a derechohabiente diabético y muere

 

En el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Mazatlán no solo habitan la enfermedad, el sufrimiento y la muerte, sino también la falta de camas, donde los derechohabientes graves descansen sus padecimientos.

“No hay camas en urgencias del Seguro Social, me dijeron que por eso no podían dejarme internado”, dijo Daniel Ibarra Fragoso.

A lo anterior se suman las conductas déspotas de algunos doctores y personal administrativo y la falta de criterio de guardias de seguridad, que con mentalidad de carceleros rayan en el maltrato sicológico a pacientes y familiares.

“En el consultorio número 20, donde me dieron para atrás, que no me quisieron recibir, la muchacha que me atendió fue muy déspota”, dijo el damnificado.

Según el certificado de defunción número 180660456, Daniel Ibarra Fragoso, de 65 años de edad, derechohabiente del IMSS, pensionado, falleció el lunes 5 de marzo, a las 13:00 horas, a consecuencia de neumonía, falla orgánica múltiple y diabetes mellitus, tipo dos.

“¿Ya vio los pulmones cómo los tengo?, tengo pruebas de que estoy grave”, mencionó Ibarra Fragoso a este semanario al mismo tiempo que mostraba su radiografía.

Entrevistado en la banqueta lateral de su casa, el miércoles 27 de febrero, relató a Ríodoce que después de 12 horas de espera fue atendido en el área de urgencias del IMSS, ese mismo día, pero a pesar de la gravedad de su enfermedad no fue internado porque el personal médico de urgencias aseguraba que no había camas.

Ramona Bustamante Cárdenas, esposa de Ibarra Fragoso, señaló que en esos momentos llegó una señora para ser sometida a una operación quirúrgica y de inmediato sacaron una cama para trasladarla al quirófano.

“No tenían ni mascarilla para atender a mi esposo, tuve que ir a comprar una a la farmacia más cercana en 100 pesos”, lamentó Bustamante Cárdenas, y mencionó que la doctora que lo atendió dijo que estaba grave y que lo iban a internar.

El problema dio un giro cuando la doctora reconoció la falta de camas: “está muy delicado, señor, y ahorita no lo puedo dejar (internado) porque no hay dónde acostarlo y entonces cómo se van a quedar su esposa y usted toda la noche en esta silla”.

“Son unos cuartitos donde tienen las llaves de oxígeno, y yo estaba muy grave, muy grave, y me fui  escupiendo sangre, escupí dos días (26 y 27 de febrero) sangre, aquí en la calle de la casa”,  describió Daniel su infierno.

El 27 de febrero, con una orden de la doctora de urgencias y su tarjeta de citas, acudió al consultorio número 20, ubicado en el primer piso del nosocomio, y la recepcionista se negó a atenderlo con el argumento de que la consulta era hasta el 22 de marzo.

“Pues si quiere venga el 22 de marzo”, dijo la muchacha del consultorio 20, “no pues me muero, le dije yo”, contó el paciente Daniel Ibarra Fragoso seis días antes de morir.

Con su voz casi apagada por la neumonía, preguntaba impotente a la trabajadora del IMSS: “¿Cómo voy a venir hasta el 22 de marzo al consultorio número 20 con la doctora familiar?  ¿En qué cabeza cabe, señorita? Aquí está la orden (de la doctora de urgencias), que me atiendan aquí”.

“Usted no puede pasar por encima de esa firma, si yo vengo muy grave, si no me atiende y si me muero en la noche en la casa, ¿qué pasó?”, argumentaba el derechohabiente.

Con el agotamiento a cuestas investigó donde podía encontrar a la jefa de la recepcionista del consultorio 20, para explicarle el error y cuando la encontró, mientras relataba su problema, ambas unieron sus voces para regañarlo y acusarlo de que estaba alterado, “también me mandó a la chingada”, lamentó Daniel.

Antes del incidente en el consultorio 20, en la ventanilla dos de urgencias médicas le habían entregado una orden escrita para que pasara a otra sala donde había sillas amarillas a esperar atención médica, pero la guardia de seguridad se interpuso para impedir su acceso.

El jueves 1 de marzo, Daniel Ibarra pasó a la farmacia del IMSS a recoger tabletas y cápsulas de Eritromicina, Sulindaco, Clorfenamina, Benzonatato y Paracetamol, medicamentos que conformaban su tratamiento médico para combatir la neumonía agravada por la diabetes mellitus tipo dos.

El enfermo tenía su domicilio en la calle Santa Magdalena, número 20529, del fraccionamiento Santa Teresa, ubicada a la salida sur de Mazatlán, donde el 5 de marzo, mientras su esposa intentaba trasladarlo a urgencias del IMSS, se desvaneció y cuando llegó la ambulancia en su auxilio ya había muerto.

Itinerario mortal

-Martes 26. El derechohabiente llega grave de neumonía a la sala de urgencias del IMSS, donde le aplican inyecciones y oxígeno, y prometen que lo dejarán internado, pero no lo hacen por falta de camas.

-Miércoles 27. El derechohabiente vive su viacrucis sorteando obstáculos y humillado por la recepcionista que atiende el consultorio 20 y la guardia de seguridad de la sala de urgencias.

-Jueves 1 de marzo. El derechohabiente regresa a la sala de urgencias médicas, le repiten el procedimiento de inyección y oxígeno, para luego mandarlo a la farmacia del nosocomio a recoger sus medicinas que integran su tratamiento médico que  seguirá en su casa, a falta de camas en el IMSS.

-5 de marzo. El derechohabiente sufre otra crisis y muere en los brazos de su esposa, quien había intentado llevarlo a urgencias del IMSS y pedido una ambulancia, que llegó cuando Daniel Ibarra Fragoso había muerto.

Artículo publicado el 11 de marzo de 2018 en la edición 789 del semanario Ríodoce.

Facebook
Twitter
WhatsApp
Email
  • 00
  • Dias de Impunidad
RÍODOCE EDICIÓN 1103
GALERÍA
Decenas de mujeres salieron a manifestarse este 8M a las calles de Culiacán, para exigir justicia por las víctimas de violencia. Partieron del Ayuntamiento y hasta el Palacio de Gobierno donde realizaron pintas.
COLUMNAS
OPINIÓN
El Ñacas y el Tacuachi
BOLETÍN NOTICIOSO

Ingresa tu correo electrónico para recibir las noticias al momento de nuestro portal.

cine

DEPORTES

Desaparecidos

2021 © RIODOCE
Todos los derechos Reservados.