Nicaragua se estaba desangrando. Desde abril, cuando el gobierno de Daniel Ortega anunció el retiro de prestaciones sociales y la gente tomó las calles para protestar, se empezaron a acumular las represiones y los muertos. Inconcebible en un régimen que había nacido de una revolución triunfante contra una dictadura.
Descarga aquí el Especial Nicaragua, bajo la tiranía de Ortega https://bit.ly/2vqUkpt
“Mándame a Nicaragua, culichi”, me dijo María en un desayuno en la casona de Los Azulejos que en 1914 albergó a las tropas de Villa y Zapata y dejó postales para la historia. Lo tomé como una broma pero a la vuelta de tres cafés y sin que lo supiera, tomé la bola floja en serio.
También te puede interesar: Nicaragua: de las protestas a la persecución https://bit.ly/2vxgdn9
En Ríodoce no hay dinero porque lo que entra se va en salarios y maquila. Así que deslicé el tema en un grupo de whatsapp donde convivimos amigos que estuvimos, hace más de 40 años, en la casa del estudiante “Rafael Buelna Tenorio”. Yo pongo mil, dijo uno, yo 500, dijo otro. Y a la vuelta de algunas horas logramos juntar lo suficiente para que la reportera volara a Managua y una estancia de diez días.
También te puede interesar: Ortega no tiene salida, no hay marcha atrás: Dora María Tellez https://bit.ly/2OiCDiM
Presentamos entonces a nuestros lectores una cobertura urgente, más hecha con el corazón que con los millones de las agencias de noticias y los grandes medios. Y dedicado el trabajo a los compañeros de la casa de Buelna y Andrade, que, a la postre, parió muchos hijos de bien para un México que apenas empieza a ver la luz. Y a los mártires de esta revuelta cívica cuyas barricadas son también, en el fondo, un reclamo airado contra lo que consideran una revolución traicionada.
También te puede interesar: ‘No somos delincuentes’ https://bit.ly/2nkr7YT
Artículo publicado el 5 de agosto de 2018 en la edición 810 del semanario Ríodoce.