Malayerba: Miguelito
Miguelito. Miguelito. Hola Miguelito. La voz se escuchaba apenas, como un atisbo de sonido. Un susurro. Un soplo. Lea también: Malayerba: Fiesta privada Miguelito. Despierta
Miguelito. Miguelito. Hola Miguelito. La voz se escuchaba apenas, como un atisbo de sonido. Un susurro. Un soplo. Lea también: Malayerba: Fiesta privada Miguelito. Despierta
Le dijeron, Te invitamos a una fiesta. Y ella no la pensó. De todo lo que escuchó, lo único que le pareció raro era que
El soldado había salido de las celdas de castigo. Era el saldo por haberse desaparecido esos días de más chamba: apenas regresó de su descanso
Otra vez ese niño: me jala el pantalón, me habla, se me queda viendo. Y otra vez no pude dormir. Qué noche. Pinche noche. Martín
Piloto y navegante solo ven los fogonazos: son como destellos, luces rojas que se pierden rápidamente, fuego intenso que emerge de entre los matorrales de
El notificador abrió la carpeta de los papeles que tenía pendientes por entregar. Encontró uno con un adeudo de trescientos pesos y lo puso encabezando
Qué le voy a hacer, compa: soy un malandrín. Así, nada más. Y qué, y qué. Era su escaparate para salir al paso de críticas
Mi amigo es un jefe, un pesado. Dejó de hablar durante seis segundos. Volteó para todos lados y en el camión solo vio jóvenes que
Estás muerto. Así se le dijo en su cara. Y no en cualquier lugar: en el patio de las oficinas de la Policía Federal de
El hombre aquel, joven y guapo, llegó al restaurante y entró al privado, donde ya lo esperaban. Saludó, habló sobre el motivo de su tardanza
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