Malayerba: Morir en carretera
La voz se oyó tibia y al mismo tiempo lejana. Era un ofrecimiento sincero, emanado de un rostro compungido. Y ella lo desestimó. No tengas
La voz se oyó tibia y al mismo tiempo lejana. Era un ofrecimiento sincero, emanado de un rostro compungido. Y ella lo desestimó. No tengas
Le pusieron Kalimán por ese intenso azul en sus ojos: el mar nítido, transparente y calmo en esas cavidades como quinqués, siempre iluminados, fanales para
Empezó en la policía como guardia personal de uno de los comandantes. Y cuando a su jefe lo ascendieron, él también gozó de las mieles
Se asomó a la ventana. Solo había bajado a la sala de la casa para apagar las luces y se quedó ahí, sacadísimo de onda,
Habían sido agentes de la Policía Ministerial y esa noche decidieron irse de juerga. Enfilaron hacia La Palma y allá se encontraron con viejos amigos.
Ring. Sonó el teléfono. El abogado lo levantó con cierto desgano. Del otro lado de la línea le informaron que en una de las sucursales
Se endulzó la vida con los frutos en forma de billetes de dólares ganados por su hermano. Y cuando le fue mal a él se
Los niños sentados. El viento fresco bailaba en el pelambre pegajoso por tanto gel. Arriba de los columpios: demasiado grandes para mecerse en ellos y
Oyó tan cerca los disparos que sintió que le estaban perforando la espalda: el fuego recorriéndolo, despedazando su cuerpo. Pero no soltó la bolsa con
Nació entre los plantíos y el tráfico. Y vio de cerca la muerte, cuando apenas tendría siete años: su padre fue asesinado a balazos por
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