La crítica al periodismo que hace Carlos Loret de Mola a través del sello de Latinus frecuentemente no les gusta a muchos de sus colegas porque ven ellos a la derecha agazapada, protagonismo, espectacularización, oportunismo y, en el exceso, falta de profesionalismo.
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Pero, me atrevo, a decir que en el fondo de estas críticas hay cierto celo profesional porque Loret de Mola y el equipo que lo acompaña, con sus revelaciones tremendistas, está dando la vuelta al debate público y qué periodista no quisiera esa visibilidad e influencia.
Y es que Latinus, se ha convertido en la mayor referencia periodística de nuestro país, la selección de noticias, la forma de trasmitirlas y los hilos que deja abiertos han cautivado a millones de mexicanos y extranjeros que siguen cada una de sus ediciones, sobre todo que junto con el presidente López Obrador estimulan diariamente la conversación pública.
No es casual que este periodista y Latinus sean mencionados como ningún otro medio de comunicación para mal en las conferencias mañaneras, donde se le denosta y exhibe como la punta de lanza de la derecha, el conservadurismo, lo que paradójicamente ha catapultado su rating en las audiencias consumidoras de contenidos.
Y es que, todo está bien cuidado, desde la amplitud de la escenografía, la cadena de reporteros dentro y fuera del país, la producción de contenidos, las entrevistas y el conversatorio con distinguidos periodistas, académicos e intelectuales.
Sin embargo, no todo es perfecto, para mi gusto veo que las entrevistas y el conversatorio tiene el defecto de otros medios, que es invitar solo a los que coinciden con la línea editorial del medio, sería, bueno, en beneficio de las audiencias más contrapuntos en materia de opinión.
Se dirá a su favor, que a los que se les exhibe constantemente no quieren ir a la sede de Latinus y es que el oficialismo, tiene vetado a este medio, lo que prácticamente significa que los exponentes más preclaros del obradorismo están ausentes.
Ahí está, por ejemplo, que Loret después de presentar una investigación del llamado “clan” se le brinda el derecho de réplica al presidente, incluso se le solicita una entrevista para aclarar lo que se tenga que aclarar y, quizá, para evitarse peores males el presidente le da vuelta y, a lo sumo, se le invita a que asista a la conferencia mañanera como uno más de los periodistas acreditados.
Pero, Loret de Mola, como el propio presidente López Obrador, saben que cada uno tienen un peso específico en la opinión pública y cada uno, exige un tú a tú, en su propia cancha, lo que por no llevarse a cabo termina perjudicando el derecho a saber sobre los temas que tocan la imagen del presidente, sus hijos y los personajes del llamado gobierno de la 4T.
Y, por eso, ante la imposibilidad de Loret de entrevistar al presidente López Obrador este ha recurrido constantemente al recurso eficaz de dar a conocer las preguntas que haría al titular del Ejecutivo en caso de tenerlo cara a cara y, claro, todas las preguntas llevan filo, de manera que es imposible salir adelante con retórica y, menos, con denuestos y calificativos quedando el presidente en entredicho.
Por lo que, ha sido más fácil, para el presidente denostar al periodista y no responder en forma a ninguna de las investigaciones que hace el equipo de Latinus, muy a pesar de que pone en entredicho la honorabilidad de su gobierno y la de miembros de su familia.
Latinus más allá de si se financia con dinero del impresentable Roberto Madrazo o si recibe información clasificada de organizaciones internacionales o es producto de una cruzada internacional de la derecha, cómo se lo echa en cara el presidente, está la labor de investigación con papel en mano de lo obtenido a través de solicitudes de información al INAI, lo cierto, es que con esta plataforma el público tiene más y mejor información para la toma de sus decisiones.
Robert Dahl, un politólogo norteamericano muy destacado, dijo acertadamente en su investigación: La Poliarquía: participación y oposición (Tecnos) que la calidad de una democracia se mide por la calidad de la información que los ciudadanos tienen al alcance para participar en lo público.
Esto implica, también, la calidad de los medios de comunicación, que son los vehículos para que la gente esté informada y, en ese renglón, cada medio ofrece lo que puede ofrecer.
Y nos guste o no, más allá de anteojeras ideológicas, celo o sudoraciones ajenas sobre un personaje, en este caso Loret de Mola, hay que reconocerle su valentía y el valor de hacer un periodismo capaz de convertirse en contrapeso del poder cuando muchos de los medios están sujetos a la dinámica que imponen simpatías personales y, sobre todo, la compra de publicidad gubernamental. Cómo bien diría, ya un clásico sinaloense: al que no le guste que pase a la ventanilla a ver lo de su convenio.
Artículo publicado el 25 de febrero de 2024 en la edición 1100 del semanario Ríodoce.