Donald Trump llegó a la ciudad de Rock Hill, en Carolina del Sur, con todo el equipo: las calles cortadas y los atascos, los francotiradores del servicio secreto subidos a la azotea de la cancha de baloncesto de la Universidad de Winthrop, donde estaba previsto que hablara
Con su promesa de ampliar el muro con México y sus referencias a la crisis en la frontera Sur, así como su recién hallado recurso al concepto del “crimen inmigrante”, el expresidente de Estados Unidos hizo alarde de un discurso xebofobico.
“Vienen de todas partes: de Sudamérica, de Asia y de África. Atacan a los policías en Times Square (en Nueva York) y a la buena gente de Carolina del Sur que va de visita a Washington, donde las columnas de mármol de los monumentos están llenas de grafitis”, dijo, faltando en esto último de nuevo a la verdad, publicó el diario español El País.
“Es una locura”, sentenció Trump.
La inmigración irregular y la economía son los dos asuntos que llevarán en noviembre, contaron Mark y Tessa, dos profesores de Rock Hill sentados entre el público, a apoyar de nuevo al expresidente.
“Solo él puede sacarnos de este lío; es el único con el carácter necesario”, argumentó él.
“Haley es una veleta, hace lo que le dicen”, añadió ella.
Julie, vestida con una camiseta del movimiento MAGA (siglas en inglés de “devolvamos su grandeza a Estados Unidos”, lema del trumpismo), confirmó que pensaba votar por el expresidente “al 100 por ciento” y de después lo haría “un 10 por ciento, y un 20 por ciento y un 30 por ciento más”.
Sobre el estrado, Trump también aprovechó para intervenir en un asunto candente de esta misma semana: la polémica decisión del Tribunal Supremo de Alabama que amenaza con poner patas arriba la práctica de la fecundación in vitro en ese Estado, y puede que en todo el país.
Allí, siete de sus nueve magistrados votaron el lunes a favor de considerar a los embriones congelados como “niños”.