Las fuentes anónimas

Las fuentes anónimas

Lo discuto siempre con los reporteros, sobre todo con Miguel Vega, que es el que cubre para Ríodoce temas relacionados con el narcotráfico y su relación con los Estados Unidos. Necesito fuentes de carne y hueso, le digo. Cabrón –me contesta–, el tema del narcotráfico se ha vuelto muy peligroso para las fuentes, nadie quiere salir en la película por los riesgos que representa. Funcionarios, policías, narcos, cocineros, operadores de poca monta o de medio pelo, políticos… O te dicen cosas solo con la condición de que no sea publicado, nada más para que te ubiques. “Fuera de libreta”. Y entonces, tu cabeza se va llenando de información que paseas y que, al final, hasta se te olvida.

Muchos periodistas han optado mejor por escribir novelas donde manejan la información con nombres ficticios, lugares ficticios, fechas ficticias… En el periodismo es válido trabajar con fuentes anónimas. El tema es que, a la par de ellas, hay que mostrar información sólida, hechos comprobables con documentos, videos, fotografías… y fuentes creíbles de carne y hueso; “carnita” le llamamos en la jerga periodística.

Hace poco, Hernán Gómez Bruera publicó su libro Traición en palacio, sobre los presuntos negocios que ha hecho el exconsejero jurídico de la Presidencia con AMLO, Julio Scherer Ibarra, y aclara desde el principio que está basado casi todo en fuentes anónimas y audios que le hicieron llegar una vez que publicó algo del tema en algunas de sus columnas. El libro parece fuerte, pero tiene esa pata coja.
En el periodismo hay que ser más estrictos. Publicamos hechos, no cosas que pudieron haber ocurrido para –como dijo Tim Golden un día después del “reportaje” de Pro Pública sobre la presunta aportación del Cártel de Sinaloa a la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador en 2006–, que los lectores saquen sus conclusiones. Si se trata de conjeturar para eso están las columnas o los artículos de opinión, donde uno hace y deshace la vida pública con la libertad solo acotada por algunas restricciones legales o las que te impone la responsabilidad y el profesionalismo… cuando se tiene ese cuidado.

De las elecciones de 2006, por ejemplo, publiqué algo muy leve en mi columna. Alfredo Beltrán Leyva, el Mochomo, hizo un llamado el mismo día de la elección, domingo 2 de julio, a que su gente votara por el “amarillo”. Lo hizo por el radio general, o sea que todos lo escucharon. El “amarillo” era el PRD y su candidato, Andrés Manuel López Obrador. Pregunté si había un acuerdo del Cártel de Sinaloa con AMLO, pero ya no concreté nada, así que ese hecho quedó allí solo como una anécdota. Podría inferirse que sí, que había un acuerdo, porque si no era así no tenía el cártel porqué llamar a votar en ese sentido. Pero una cosa es inferirlo y otra comprobarlo (A la luz de lo que ahora se ha publicado también por InSight Crime y la periodista Anabel Hernández, resulta inquietante lo dicho por ellos de que el encargado de hacer llegar los dos o más millones de dólares a la campaña de AMLO, fuera Arturo Beltrán Leyva, hermano de Alfredo y jefe de la organización, muerto en Cuernavaca en diciembre de 2009).

Pro Pública cabeceó la nota con una interrogante y eso, por sí mismo le restó fuerza. Al día siguiente, después de que AMLO negó los hechos y acusó a la DEA de estar provocando confusión en el marco de las elecciones que se están viviendo en los dos países, el experimentado reportero firmante, Tim Golden, dijo que su trabajo no era concluyente. Steven Dudley, el reportero que firma la nota de InSight Crime es tal vez más cuidadoso y titula ‘Operación Polanco’: cómo la DEA investigó la campaña presidencial de AMLO de 2006.

En realidad, ninguno de los trabajos es concluyente de que, efectivamente, AMLO recibió financiamiento del Cártel de Sinaloa en 2006. Y, en todo caso, la nota de Dudley, más sobria, narra cómo la DEA investigó el tema, lo cual es, por supuesto, noticioso, más aún si hablamos de quien es ahora presidente de México.

Bola y cadena
SI LA MISMA NOTA APARECE EN TRES MEDIOS distintos a la vez puede despertar suspicacias; que hay una operación orquestada de EU para descarrilar a AMLO y a Morena y su candidata, que se están sembrando confusiones que luego EU aprovechará para presionar a México en su relación bilateral, etc. Puede ser, pero también que en investigaciones de este calado los medios y los periodistas buscamos hacer alianzas como una medida de protección legal y también de otro tipo. Socializar la nota, decimos nosotros. Hay, de la DEA un documento, “Operación Polanco” que, al parecer, tienen todos y que dio pie a que se pensara en una publicación al mismo tiempo. Pero solo los periodistas lo saben.

Sentido contrario
LA APUESTA DE MORENA PARA EL Senado de la República en Sinaloa va con una mujer al frente, Imelda Castro Castro, que busca repetir en el cargo por otros seis años. Su trabajo en el Senado no ha sido pobre, sino paupérrimo y decepcionante. Nada queda de aquella diputada aguerrida que conocimos y su labor se ha limitado a levantar la mano para votar, defender lo indefendible y justificar todo en nombre de la llamada cuarta transformación. La formación de Enrique Inzunza Cázarez, su compañero de fórmula, podría ser una buena contribución para el Senado, pero solo a condición de que actúe con algo que no han tenido hasta ahora los legisladores morenistas: dignidad.

Humo negro
¿QUÉ HACE EN SINALOA LA Mesa de Coordinación para la Construcción de Paz? Aparte de tomar café y comer galletitas ¿qué propone? ¿qué analiza? ¿cuáles son sus balances y qué hacen con la información? ¿Salen líneas de trabajo para las dependencias involucradas o solo se dedican a contar los muertos, los levantados, los desaparecidos todos ellos en cifras que han estado creciendo estos años? ¿Hasta cuándo esta ineficacia y esta simulación?

Artículo publicado el 04 de febrero de 2024 en la edición 1097 del semanario Ríodoce.

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