Hubo quienes luchamos toda la vida por derrumbar al sistema capitalista, una revolución, una profunda transformación social. Y la verdad que nuestros “modelos” de nuevas sociedades se fueron derrumbando una a una y, las que sobreviven, hacen cambios para adecuarse a las nuevas realidades, mejorar la situación de su país y de su gente, lo hacen sin renunciar del todo al viejo paradigma revolucionario, socialista, comunista, revolucionario. Cada uno de ellos es digno de una investigación mayor; Cuba, Viet Nam, China y otros. Esta enseñanza nos obliga a dejar de lado ilusiones y quimeras que sólo existen en nuestra mente y ver la realidad tal cual.

El modelo económico y social neoliberal cuya derrota encabezó Andrés Manuel López Obrador, de manera pacífica, tuvo sus “frutos”; depauperó, aún más, la vida de la gran mayoría de mexicanos, casi acabaron con la clase media y, eso sí, consiguieron que unos cuantos multimillonarios ingresaran a las filas de los más ricos del mundo.

Así, consiguieron que el 50 por ciento más pobre tenga apenas el 9.2 por ciento de los ingresos nacionales, poseen más deudas que bienes. Sus ingresos anuales son de 42 mil 700 pesos al año, mientras que el 10 por ciento más más rico gana 1.3 millones de pesos y concentra el 79 por ciento de la riqueza del País. Más detallado: 19.2 millones de personas recibieron 12.9 mil pesos mensuales, en promedio, mientras que 1.1 millones de familias perciben 280 mil pesos mensuales. El 1 por ciento de la población acapara el 41.2 por ciento de la riqueza de nuestro país; en los activos financieros esa concentración llega al 87.9 por ciento. En ese periodo neoliberal, los salarios perdieron el 70 por ciento de su poder adquisitivo.

Para colmo, el 72 por ciento de los ingresos tributarios lo aportan los hogares en lugar de las empresas.
La Cuarta Transformación cuyo modelo es nombrado Humanismo Mexicano, es una verdadera revolución pacífica porque paulatinamente está modificando la realidad nacional:

La geografía económica nacional pasa por una transformación de fondo, el sur-sureste, abandonado históricamente por todos los gobiernos anteriores, está recibiendo grandes dosis vitamínicas que robustecen su economía.

El Tren Maya, gigantesco orgullo nacional, apalancará al turismo y a la economía en toda su ruta a través de cinco estados; Chiapas, Campeche, Tabasco, Yucatán y Quintana Roo. Las microeconomías generadas a su alrededor y las grandes inversiones que llegarán con él harán del sureste una nueva realidad.

El canal Interoceánico de igual manera es otro gran detonante de Oaxaca y Veracruz, las inversiones y mejoras ya se multiplican, quien lo podría negar.

La refinería Olmeca de Dos Bocas, Tabasco, también apalanca la autosuficiencia nacional de combustibles, acompañada por la modernización de seis refinerías y la “verdadera” construcción de una planta coquizadora en Hidalgo, la que fue abandonada y había quedado como un elefante blanco en administraciones pasadas, igual que muchas obras más.

Con estas acciones se ha logrado que prácticamente todo el sureste crezca el doble de lo que crece la economía nacional, en buena hora, y para darle un mentís a tontos como el diputado Quadri que en 2019 afirmó que si México no tuviera que cargar con Chiapas, Oaxaca y Guerrero sería un país de desarrollo medio. Todo esto junto a los programas de Bienestar ha logrado que sean los estados del sur-sureste los que cuenten con los mejores indicadores en la reducción de la pobreza, destacando Chiapas con 10.6 por ciento menos, Tabasco un 9.9 por ciento, Hidalgo 8.9 por ciento, Veracruz un 8.5 por ciento, Guerrero 7.5 por ciento y Oaxaca con un 5.9 por ciento menos de población en pobreza.

Todo ello sin ir en detrimento del desarrollo nacional en su conjunto, el centro y el norte de la república, bullen en desarrollo y en mejoras condiciones de vida y de trabajo para sus habitantes. Ya sabemos que toda la franja fronteriza norte cuenta con una política económica especial en salarios, impuestos y costo de los combustibles, lo cual ha redundado en una mejoría general.

En sólo 5 años el panorama nacional ha cambiado drásticamente, todos los indicadores así lo muestran, igual ha mejorado muchísimo la imagen del país en el mundo.

No hay economía, gobierno, ni política que sirva si sus resultados no se reflejan en las condiciones de vida y de trabajo de la totalidad de una nación. De qué ha servido a los mexicanos que los gobiernos neoliberales hayan tenido cierto éxito en sus políticas económicas, si su mejor resultado fue producir algunos pocos multimillonarios enriquecidos ilegalmente con el saqueo de las empresas públicas y los recursos nacionales y llevar, al mismo tiempo, a la mayoría de la clase media a la miseria, y a los trabajadores a disminuir sus ingresos, a perder derechos sociales y laborales, tal cual sucedió durante los sexenios de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto por seguir con ese nefasto modelo.

El gobierno de la 4T está transformando México, los recursos públicos sirven para que 30 millones de familias de las poco más de 34 millones que hay, dispongan de al menos de un apoyo que surge del presupuesto público a los programas sociales.

El mejor parámetro para valorar la función de un gobierno es la redistribución de la riqueza nacional; este gobierno, lenta, pero eficiente y progresivamente lo está haciendo. Muchos mexicanos lucharon y dieron su vida por una transformación, la que hoy cursamos es más que una ilusión.

Artículo publicado el 07 de enero de 2024 en la edición 1093 del semanario Ríodoce.