‘El último narco’

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En estos días de asueto tuve el tiempo para sentarme y sorprenderme con las revelaciones de los cuatro capítulos de la serie de Amazon Prime video The Last Narc (El último narco) un documental riguroso del cineasta Tiller Russell sobre el secuestro y asesinato de Enrique “Kiki” Camarena en Guadalajara, el 9 de febrero de 1985.

Como es sabido la muerte de este agente de la DEA tiene como origen el descubrimiento y destrucción de la plantación de mariguana más grande que se haya conocido hasta ese momento con un valor de cientos de millones de dólares.

Esta revelación del rancho chihuahuense El Búfalo habría provocado la ira de su propietario el narcotraficante Rafael Caro Quintero, quien para vengarse utilizó los servicios de la policía local para secuestrar a Camarena y llevarlo a un domicilio residencial de la familia Zuno Arce, donde fue torturado hasta su muerte y luego, su cuerpo fue abandonado en un paraje rural de Michoacán donde sus restos fueron localizados un mes después.

Héctor Berrellez, compañero de armas de Camarena en la DEA, es quien guía el relato de los distintos momentos que siguió la investigación promovida por la agencia norteamericana para ir desvelando los entretelones de esta trama de complicidades que llevan a fortalecer la teoría de que detrás de esta muerte se encuentran no sólo los narcotraficantes del Cártel de Guadalajara sino actores gubernamentales de ambos países como, en su momento lo dieron a conocer la periodista Anabel Hernández en su libro seminal: Los señores del narco y Jesús Esquivel en su obra: La CIA, Camarena y Caro Quintero.

Es decir, el descubrimiento de Camarena no era uno más de los hallazgos que diariamente se realizaban en algún lugar del país sino, la hebra de una trama mayor que lo convierte en un sólido thriller narcopolítico.

Se trata de una investigación donde por un lado están los intereses mafiosos que les permitían a sus personajes tener un poder desorbitado sobre las instituciones de seguridad pública y la calle donde se movían con absoluta libertad haciendo y deshaciendo sin consecuencias de ningún tipo y por el otro, los intereses geopolíticos estadounidenses que en ciertas circunstancias no saben de límites y soberanías, mucho menos cuando hay colaboración con gobiernos “amigos”.

Este crimen sería uno más de los que cometían, cometen, regularmente contra traidores y adversarios, sino fuera que en esa espiral de violencia van inocentes sospechosos de ser agentes de la DEA, como sucedió, trágicamente, con dos Testigos de Jehová norteamericanos que tuvieron la desgracia de tocar una puerta equivocada en un barrio residencial de Guadalajara.

Las indagatorias fueron escalando a través de los testimonios de tres ex miembros del Cártel de Guadalajara que decidieron hablar de lo que ellos habían visto y escuchado de sus jefes: Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca, Don Neto.

Uno de esos testimonios es singularmente importante y tiene que ver con el día en que Enrique “Kiki” Camarena, estaba siendo torturado y se escuchó la voz de un personaje con “acento cubano” que resultó ser Félix Ismael Rodríguez, agente de la CIA, que a decir por la investigación que realiza Berrellez, era un hombre que “estaba en todos lados”, aparece en la foto donde está el cadáver de Ernesto el Che Guevara en Bolivia, está en la operación de la “contra” nicaragüense y hasta en NY, después del atentado contra las Torres Gemelas.

Esta identificación le da un giro al relato porque si estaba un agente de la CIA, significaba un vínculo con el Cártel de Guadalajara y es que, de acuerdo con los testimonios de los pistoleros del Cártel de Guadalajara, la CIA utilizaba un rancho que Caro Quintero tenía en Veracruz para entrenar a miembros de la contra centroamericana a cambio de introducir cargamentos de cocaína que luego se distribuían comercialmente en la Unión Americana a condición de que una parte de las ganancias estaría destinada al sostenimiento de la “contra” para combatir al gobierno sandinista.

Algo, insólito, pero, no, para observadores de la política internacional sobre lo que estaba ocurriendo en las relaciones binacionales y en ello, estaba la complicidad del gobierno mexicano personalizado en la figura del hoy director de la CFE, Manuel Bartlett Díaz y la del entonces presidente Miguel de la Madrid.
Esto escaló hasta el juicio en contra del coronel Oliver North, artífice militar en el caso Irán-Contras donde reveló no sólo la venta ilegal de armas al gobierno de Irán para financiar a la “contra” nicaragüense sino, el tejemaneje de tráfico de drogas y el juego geopolítico de las agencias estadounidenses en México.

Una trama que terminaría con detenciones, secuestros, encarcelamientos, amenazas y asesinatos de personajes que se pusieron del lado incorrecto de esta historia, como fue el caso del comandante federal Guillermo González Calderoni, quien se dice fue llevado por Héctor Berrellez a vivir en Palms Springs, California, para evitar ser detenido en México y luego pasó a Texas, donde finalmente fue asesinado en 2003 en un estacionamiento luego de señalar a Raúl Salinas de Gortari de estar involucrado en el tráfico de estupefacientes.

Después de ver completo este documental es inevitable volver la vista a lo que sucede todos los días en nuestro país y la estrategia de seguridad de “abrazos no balazos” o el incremento de poder de los cárteles mexicanos como, también, la liberación en Estados Unidos de miembros de los cárteles bajo el argumento de haber colaborado con este gobierno como informantes de otros grupos criminales o haber sido testigos en el juicio contra Joaquín el Chapo Guzmán, como son los casos de Vicente Zambada Jr., Sergio Villarreal Villagrán, Emma Coronel y Lucero Sánchez.

En definitiva, el documental de Russell permite tener otro horizonte histórico para ver y analizar lo que hoy sucede en México con la violencia cotidiana, la captura de regiones y mercados de distintos productos, la incursión del crimen organizado en los procesos electorales, el alto índice de impunidad y el lavado de dinero.

Artículo publicado el 07 de enero de 2024 en la edición 1093 del semanario Ríodoce.

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