Cine: ‘Familia’

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Como todo un patriarca, Leo (Daniel Giménez Cacho) reúne a su novia (Maribel Verdú), sus hijas (Cassandra Ciangherotti, Ilse Salas, Natalia Solián) y sus descendientes, y a su hijo (Ricardo Selmen), para proponerles un negocio que involucra la finca familiar. La noticia no solo provoca desacuerdos, sino que saca a flote inconformidades añejas que hacen tambalear las relaciones de un grupo aparentemente estable y feliz.

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Pocas veces una película logra destacar en todos los rubros que involucran su realización. Es más frecuente que se tengan excelentes resultados en un aspecto, pero fallen los otros. Por fortuna, Familia (México/2023), dirigida por Rodrigo García, es de esos casos en los que se acierta en interpretaciones, estructura narrativa, temas que se aborda y la sencillez, más no la ineficacia, de su técnica, lo cual solo puede ser resultado de un impecable y bien escrito guion (por García y Bárbara Colio) y un preciso manejo de actores.

Aunque las problemáticas que plantean no son las mismas, con respecto a aprovechar una reunión familiar para destapar un asunto serio, por momentos Familia recuerda a Festen: La celebración (1998). Si la dirigida por Thomas Vinterberg, filmada bajo los estatutos de Dogma 95, ponía en la mesa un asunto de abuso, la realizada por Rodrigo García y disponible en Netflix se centra en las relaciones entre padres e hijos y en esos asuntos que, de alguna manera, no han permitido que se llegue a la resolución de los problemas que impiden crecer y madurar –Leo es claro al asumir su responsabilidad cuando dice a sus hijos: “es mi culpa, pero es su problema”.

En este caso, la comida en medio del sembradío de olivos, que tendría el propósito tratar un asunto de negocios, saca a relucir la incapacidad de decidir que un matrimonio no tiene rumbo y lo que sigue es el divorcio; la exigencia a una de las hijas para que revele quién es el padre del hijo que espera; el cambio residencia por asuntos de trabajo, de otra; quien se quedaría con el hermano menor, si faltara el padre; y la posibilidad de deshacerse del único lugar que les permite estar juntos, así sea para pelear.

A pesar de que el personaje de Giménez Cacho, interpretado magistral y verosímilmente, es sumamente tradicional, es un padre que escucha, dialoga, propone y toma en cuenta las opiniones, deseos, sentimientos y recuerdos de sus hijos al tomar una decisión relevante, que no solo tiene que ver con su patrimonio, sino con la posibilidad de perder una de las pocas oportunidades para convivir. Si bien es el padre autoritario, quien lleva con firmeza las riendas de la familia, es un ser humano vulnerable, inseguro y sensible.

El resto del elenco, en general, hace un impresionante trabajo, pero sobre sale Ciangherotti, como esa hija que sabe cómo “dar en la llaga”, sacar de sus casillas a su padre y llevarlo a convertirse, prácticamente, en un monstruo. Sin embargo, luego aparece de manera precisa y encantadora Selmen, para devolverlo a su estado más dócil. Salas se mantiene más tranquila y no lo hace mal, pero tampoco sobresale; Solián va un poco más allá, aunque sin llegar a los alcances de Cassandra; y si Verdú logra lo suyo, se queda en medio, tal cual es la posición de su personaje en la familia. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 24 de diciembre de 2023 en la edición 1091 del semanario Ríodoce.

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