En México hay un ‘San Fernando’ en cualquier territorio del narco: Marcela Turati

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La periodista y escritora señala que en el país desaparece en promedio una persona, en medio de la indiferencia de las autoridades

La crisis de desapariciones forzadas en México no paró con el periodo del ex presidente Felipe Calderón, sino que siguió durante los siguientes sexenios, incluso con más fuerza, pues el país presenta al menos 112 mil desaparecidos en los últimos 14 años, es decir, cada hora que pasa en este país desaparece en promedio una persona, dijo la periodista y escritora Marcela Turati.

“Es una nueva forma de operar por parte del crimen organizado, pues al inicio era una exhibición de cuerpos colgando de puentes, cuerpos apilados en las calles, pero a partir de 2010 ya no fue así, sino que pareciera que el crimen organizado recibió una orden para que no espantaran a la población, ni al turismo”, dijo Turati, durante una entrevista con este semanario.

De visita en Culiacán para presentar su libro San Fernando: última parada, dentro del Congreso Internacional sobre Violencias, la periodista narra cómo en 2011, en San Fernando, Tamaulipas, se descubrió una fosa con 193 cuerpos, y donde el problema que enfrentaron las víctimas de esa tragedia fue que las autoridades trataron de ocultar los cuerpos en su afán por no hacer ver mal a México, de no espantar inversiones, y que el tema no llegara a cortes internacionales.

“Para lograrlo fueron muchas veces que las mismas autoridades terminaban enterrando de nuevo los cuerpos de los desaparecidos en otros lugares, o quemándolos, y hasta la misma cancillería mexicana negaba a países de Centroamérica que hubiera migrantes de esos países enterrados ahí y mentían para así cubrir la verdad”, explicó.

Con voz pausada, como analizando cada palabra a decir, Turati hace una retrospección al dolor que debió enfrentar al hacer la investigación que le tomó casi 10 años completar, pues entre más escarbaba en la desaparición de los migrantes, más omisiones encontraba por parte de los tres niveles de gobierno, hasta comprender que era el mismo gobierno tratando de ocultar una verdad que ya no sólo dolía a los familiares de las víctimas, sino a ella misma.

“Mi alma se quedó en un retén”, dice con voz triste.

Esa misma frase puede encontrarse en varias partes del libro, pues según narra durante los diferentes encuentros que tuvo con este reportero, investigar el caso fue traumatizante, pues estaba lleno de huecos, rabia, frustración, llanto, incertidumbre, y habría de tomarle tiempo y varias terapias poder sacudirse todos los demonios que la acompañaron años después.

El libro al final es un compendio de relatos y llanto de lo que significó investigar las masacres de los pasajeros de autobuses que iban a la frontera, y que fueron retenidos en San Fernando entre 2011 y 2012, para posteriormente ser asesinados de manera brutal, y enterrados.

“Este libro trata de contar como muchas de las personas asesinadas y cuyos cuerpos fueron exhumados por el mismo gobierno de Tamaulipas y el gobierno federal, en su afán por ocultar lo sucedido, y como el estado, no sólo no previno esas masacres, sino que no intervino para proteger a la población, ni tampoco previno los asesinatos en carretera, además de prolongar la tortura de las familias cuando ocultó o desapareció los cuerpos”, explicó la periodista.

‘San Fernando: última parada’

El puro título del libro parece doloroso. La última parada de un viaje sin retorno, y dónde ninguno de los pasajeros imaginó entonces el desenlace. ¿Y cómo podían imaginarlo?, cuestionó Turati. Tenía razón. Nadie podía imaginar que, al final de aquel recorrido en el camión número 3550, de la línea de camiones Autobuses de Oriente, muchos iban a morir. No sólo ellos, también un pedazo de sus familiares, y un pedazo de la misma escritora.

Entonces lanza un reto: Es cierto que es una investigación que ocurrió en San Fernando, pero puedes cambiarle el título y ponerle el de algún lugar de Sinaloa, Zacatecas o Jalisco, o dónde quiera que haya un territorio en disputa, y nos daremos cuenta que siguen desapareciendo gente.

Turati recuerda que, al inicio de la investigación, en abril de 2011, tras su primera visita a San Fernando, no podía superar el tufo a muerto que encontró cuando estuvo frente a las decenas de cuerpos apilados y en completo estado de descomposición en la morgue de Matamoros.

Tenía testimonios terribles, notas descriptivas de lo que observaba, llanto de las familias, reclamos, imágenes de “maletas sin dueño que nunca llegaron sus destinos ni regresaron con sus dueños”, pero el tufo de la muerte seguía encajado en cada átomo de su olfato.

Lo peor, sin embargo, estaba por venir. Pero se animó a escribir el libro en su necesidad por saber qué verdaderamente pasó en ese municipio, y con ello exhortar a las autoridades a que no se repita la misma tragedia.

“Sólo por eso este caso es muy interesante, porque gracias a él podemos ver cómo opera el sistema para tratar de callar a quienes levantan la voz, cómo el gobierno trató de ocultar una verdad que no podía ocultarse, y cómo el gobierno no se interesó en regresar la identidad a esos cuerpos”, dijo la escritora.

Sobre esa realidad, Turati agrega indignada: “No les importó, porque había tatuajes con sus nombres en los cuerpos, había maletas que ni siquiera abrieron, incluso identificaciones en la ropa de las víctimas, números de teléfono de los familiares, y lo pasaron por alto. ¿Cómo fue que no se dieran cuenta?”.

Esa impunidad y falta de compromiso, señala, ha hecho que hoy en día haya muchas madres buscadoras exhumando fosas tratando de encontrar a sus hijos desaparecidos, pero hay algunos estados donde todavía está tan silenciado el tema, que no pueden salir a buscar. Pero el fenómeno de que voy por ti y te desaparezco, sigue y no se hace nada para prevenir.

“Incluso, hoy en día, aún no tenemos una alerta carretera que nos advierta por dónde no podemos cruzar o qué pueblo mágico no podemos visitar, en dónde están reclutando a jóvenes, con qué características, para que eviten esos lugares, porque no sólo matan a jóvenes que parecen contras, sino que también reclutan a algunos de ellos”, explicó Turati.

Y cuestiona, en lo que parece ser un reclamó al gobierno federal: “Es como si los gobiernos no hubieran aprendido nada, y siguen con esa intención de ocultar todo lo que está pasando”.

Estados Unidos también lo sabía

De acuerdo a Turati, el consulado de Estados Unidos en Matamoros sabía lo que estaba pasando en San Fernando, según revelaban cables a los que la periodista tuvo acceso. En esos cables, el consulado de Matamoros informaba a Washington DC de que en San Fernando había una fosa con 200 migrantes, y que la prensa en ese municipio estaba silenciada, y que ese era el motivo por el cual todas las notas salían de Matamoros. Porque el cártel no los dejaba.

“Funcionarios estatales me dijeron que ellos sí sabían lo que estaba pasando, y que las carreteras a San Fernando eran inseguras, pero que no dijeron nada, como tampoco lo hicieron las líneas de autobuses, y los bancos, las tiendas de conveniencia, compañías de envío de dinero, de seguros de autos, la cancillería, gobernación, el Cisen, y Estados Unidos, todos sabían lo que estaba pasando y nadie hizo nada”, expone la escritora.

Turati hace una breve pausa para explicar una leyenda urbana que circula en San Fernando, que habla de un autobús lleno de migrantes enterrado, aunque hasta el momento nadie ha encontrado la unidad.

“Es una leyenda urbana, pero lo creo. Es decir, no lo doy por cierto, pero tampoco lo dudo”, observa.

En opinión de la investigadora, el problema de las desapariciones forzadas tiene que ver con la falta de interés político, pues hay gobernadores que tienen otros intereses y no propiamente resolver delitos de desaparecidos, sino que, por el contrario, tratan de maquillar cifras en cuanto a seguridad, y hasta en sus fiscalías manda el crimen organizado.

“En el caso de San Fernando me parece importante que haya una comisión de la verdad, por el número de migrantes desaparecidos que hay ahí, y para entender el territorio, cómo se dieron estas peleas entre grupos armados, la rendición del estado o su complicidad, porque fueron parte de esto, y mostrar las diferentes cadenas de omisiones”, añade.

A mí me llama la atención cómo el estado se ufana de que en esta administración ha bajado el número de homicidios, pero no dice que el número de desaparecidos va en aumento”, dijo Turati en relación a una conferencia del presidente López Obrador, el pasado 25 de julio,
en la que se jacta de que durante su administración disminuyó el número de homicidios hasta en un 17 por ciento, pero no menciona el número de desapariciones forzadas.

Según datos del Inegi, los datos expuestos entonces por el presidente distan de ser reales, México había registrado un repunte en el número de homicidios, pues hasta mayo de 2023 había una cifra de 156 mil 136 asesinatos en el país, muy por encima de la administración de Enrique Peña Nieto, que tenía el récord del sexenio más sangriento en México.

En cuanto a desapariciones, la cifra que en opinión de la escritora causa pavor es que, en promedio, cada hora desaparecen a una persona en México.

Artículo publicado el 19 de noviembre de 2023 en la edición 1068 del semanario Ríodoce.

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