Con la idea de realizar un documental acerca la bruja de Blair, los cineastas Heather (Heather Donahue), Michael (Michael C. Williams) y Joshua (Joshua Leonard) se internan en un bosque de Maryland, no sin antes entrevistar a algunos lugareños para tener más datos de la leyenda de esa mujer acusada de brujería y asesinada 200 años atrás. Ya entre los árboles, donde duran varios días, además de grabar, los cineastas experimentan robos, escuchan ruidos que no pueden reconocer, encuentran un cementerio, y pequeños altares y figuras colgadas de las ramas que parecen ser de algún ritual. Desconfiados y temerosos, intentan salir del monte, pero no logran dar con su automóvil. Finalmente, desaparecen y no se sabe más de ellos. Al tiempo, se encuentran las grabaciones de su traumática experiencia.
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El estreno de El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project/EU) en 1999 fue toda una novedad, no nada más porque la cinta mostraba lo que tres cineastas padecieron en su intento de grabar un documental, porque su forma rompía con algunos esquemas con respecto a las técnicas cinematográficas formales establecidas, sino también por la astuta estrategia de campaña publicitaria de los directores y guionistas, Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, para llevar a las salas de cine a millones de espectadores que hicieron del filme uno de los más exitosos en taquilla: su presupuesto fue de solo 60 mil dólares y su recaudación de 248 millones de esa misma moneda.
En su momento, más que nunca en la historia se cuestionaron los aspectos que determinaban la calidad de una película. Para muchos, lo que aparecía en la gran pantalla estaba mal grabado y no correspondía a la formalidad del lenguaje en el cine en cuanto movimiento, planos y ángulos. El material rescatado coincidía y le daba veracidad a lo que se decía de los cineastas desaparecidos, pero ponía en duda un trabajo antes, durante y después del proceso de un producto de este tipo, que fue estratégicamente bien pensado y planeado por sus realizadores.
Antes y ahora, la buena manufactura de la cinta es evidente, aunque luzca como todo lo contrario. Si lo que se ve es una grabación mal hecha, de tomas desordenadas y sin editar, de eso se trataba; si los involucrados terminan confundidos, sin saber qué hacer y desaparecidos, esa era la idea. Los directores contrataron actores poco conocidos, que usaron sus nombres verdaderos para sus personajes; los intérpretes desconocían mayormente la historia, el proceso para grabarla y que lo sucedido en el bosque (ruidos, sustos, robos…) sería propiciado por el equipo de producción para conseguir sus reacciones “reales”. Ignoraban que no había bruja y que la trama alrededor de ella era inventada por Myrick y Sánchez.
Hoy, la película disponible en MUBI, galardonada en los Independent Spirit (Premio John Cassavetes) y en Cannes (Premio de la Juventud), entre otros, es considerada una de culto y de las mejores por revolucionar el género de terror. Uno de sus aportes más significativos es que demostró que el dinero no es el factor más importante para realizar un buen producto, sino la habilidad para crear con lo que se tiene disponible, para lo cual, más que nada, se requiere de mucha imaginación y creatividad. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.
Artículo publicado el 05 de noviembre de 2023 en la edición 1084 del semanario Ríodoce.
