El valor de la democracia

demo

Elegir a sus gobernantes.

Controlar a sus gobernantes.

Eso intenta la democracia.

Mientras más dependa el nombramiento o remoción del gobernante de la decisión ciudadana, más incentivos tiene para ejercer en su favor. Mientras más independiente sea quien tiene el poder, menos le importará el ciudadano.

Mientras más acotado esté el poder del gobernante, menor será su capacidad de abuso y despotismo.

Los gobiernos deben tener muchas capacidades, para resolver los problemas sociales, pero siempre deben depender de la aprobación ciudadana y no poseer la posibilidad y la fuerza suficiente para arrollar a la sociedad.

La democracia siempre es perfectible porque la convivencia humana cambia permanentemente.

Nunca se presenta en su forma ideal.

La democracia es un medio para cambiar gobiernos pacíficamente.

Reduce la violencia política.

La historia mexicana da cuenta de miles de muertes cuando no hemos contado con procedimientos consensuados para cambiar o ratificar a un gobierno.

Tan solo para la revolución mexicana, las estimaciones van de dos millones de asesinados a 500 mil muertos con un millón y medio de desplazados.

Es un sistema que establece reglas de la competencia por el voto para alcanzar el poder.

Esas reglas deben excluir la violencia.

En la democracia no hay violencia justificada.

La democracia es un medio para que los gobernantes estén sujetos a controles y contrapesos.

Limita la arbitrariedad y la tiranía.

El poder está subordinado a una norma superior, la Constitución, y es aplicado mediante leyes.
Está obligado a respetar las libertades civiles de los individuos y debe abrir causes a la participación de los ciudadanos.

El gobierno despótico es el que opera “sin leyes ni frenos”.

El gobierno democrático es el que ejerce el poder deliberando, convenciendo, explicando, acordando, negociando.

La razón de preferibilidad de la democracia está en ser el principal remedio contra el abuso de poder, dice Bobbio.

La democracia es el gobierno que se presenta ante los ojos de todos. Es “el gobierno del poder público en público”, dice Fernández Santillán, lo contrario a lo oculto. La democracia se opone al ejercicio oculto del poder político. En el tema de la visibilidad del poder se inscribe, desde luego, el de la opinión pública. La función de la opinión pública es observar el proceder del poderoso.

Una de sus tareas es iluminar los espacios de la vida pública que permanecían en la oscuridad.

La democracia garantiza a sus ciudadanos un ámbito de libertad personal mayor que cualquier alternativa factible a la misma, dice Dahl.

Procura derechos esenciales a las personas.

Las prácticas que permite son una buena base desde la cual luchar contra las tendencias recurrentemente desigualadoras generadas por el capitalismo y las relaciones jerárquicas impresas en y por las burocracias públicas y privadas, dice O’Donell.

Posibilita la autodeterminación personal, que significa que desde el gobierno no se te imponga una religión o una forma de ser y puedas defender tus intereses personales.

La democracia materializa los principios de igualdad política y de libertad política.

No solo se alimenta del consenso sino también del disenso. Uno y otro forman una pareja que impulsa el dinamismo de la democracia, dice Mishra.

La democracia no es un paraíso, es algo más modesto, es el camino para entendernos, para cooperar.

La democracia no se consigue solo con elecciones libres y competidas. Es necesario, también, que las relaciones entre los ciudadanos y entre los políticos estén fincadas en el diálogo, la equidad y el respeto. Un clima de tolerancia.

La manipulación de las reglas, la narcoviolencia, el clientelismo, el aprovechamiento de la maquinaria burocrática, la corrupción, el fraude o la persecución de la oposición son algunos de los instrumentos que tienen los gobernantes y los poderosos para desequilibrar unos comicios en su favor.

Contra esos problemas de la democracia, la solución no es renunciar a ella.

La inconformidad con la situación de la democracia no debe llevarnos a entregarnos al autoritarismo que conlleva violencia, abuso de poder y limitación de libertades.

Los problemas de la democracia se resuelven con más democracia, no con menos.

Muchos poderosos no quieren ser cuestionados, ni observados, ni controlados, ni limitados y pretenden concentrar todo el poder y todas las funciones. Algunos se justifican diciendo que son la voz de Dios, otros se dicen la voz del pueblo.

No hay una sola voz, la sociedad mexicana somos millones de voces.

La democracia nos asegura que tengamos todos un lugar en la sociedad. Que no seamos ni mudos, ni invisibles, ni prescindibles ni enemigos públicos. Permite que todo interés legítimo sea tomado en cuenta.

Ya empezó el proceso electoral.

Cuide la democracia.

No se vale todo.

Artículo publicado el 17 de septiembre de 2023 en la edición 1077 del semanario Ríodoce.

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