Aunque son pocos años, Ikal (Kaarlo Isaac) tiene la edad suficiente para saber leer, pero el cambiar de residencia constantemente por el empleo de su padre Tomás (Jeronimo Medina), en la construcción de ferrocarriles, no se lo permite. En una de esas mudanzas el niño y su familia llegan a una comunidad en la que conoce a la maestra Georgina (Adriana Barraza), una apasionada y responsable de su labor como educadora, quien se compromete a enseñarle las letras. Sin embargo, Ikal también juega con sus amigos Chico (Diego Montessoro) y Tuerto (Ikal Paredes), Valeria (Frida Cruz), la niña que le gusta, y Quetzal, un perro que adopta. Cuando por fin el niño está seguro del lugar en el que desea quedarse por siempre, debe enfrentar una realidad que amenaza con alejarlo de ahí y de quienes más aprecia.
En un momento en el que la figura del maestro no representa el modelo a seguir, como era frecuente en el pasado, El último vagón (México/2023), dirigida por Ernesto Contreras, no puede ser más necesaria y oportuna. Si antes los profesores significaban autoridad, incluso, un guía, líder, la persona que, en su tarea de formar, tenía la autorización de los padres para reprender a los estudiantes, un prestigio de rectitud, disciplina y responsabilidad, actualmente es (casi) todo lo contrario.
Es probable que en todas las épocas haya profesores con un desempeño inadecuado y que, quizás, no deberían haberse dedicado a esa labor a la que, probablemente, llegaron por una plaza heredada o por una imposición, como otros con un trabajo meritorio y de una reputación intachable. No obstante, pareciera que hoy, antes que los educadores, están los intereses, “derechos”, objetivos y, algunas veces, caprichos de estudiantes, padres de familia, directivos del plantel escolar y secretaría de educación, y no es que se deba regresar al tiempo en el que solo una persona figuraba (y/o imponía), sino buscarse equidad de derechos y responsabilidades en todas partes implicadas.
La cinta escrita por Javier Peñalosa, basado en el libro homónimo de Ángeles Doñate (2019), muestra a una profesora responsable de su trabajo, que, como muchos en la realidad, dedica su “tiempo libre” a prepararse para cada clase, de acuerdo con el currículo y en función de lograr los objetivos, pero eso no los exime de escuchar y atender asuntos personales de los estudiantes, de alentarlos cuando su ánimo decae, de ofrecerles algo de comer si no lo hicieron en su casa, de planear acciones extras por sus necesidades particulares y de un largo etcétera.
Que el filme sea uno bien logrado en aspectos narrativos y técnicos, entretenido, excelentemente interpretado por la mayoría del elenco (disfrutables personajes de Blanca Guerra y Nova Coronel; notable Memo Villegas; acertada Teté Espinoza; impresionante Barraza y elenco infantil), con un tema oportuno y planteado acertadamente, una historia entrañable, una fotografía impecable y una música ejecutada y expuesta con precisión, no es casualidad. Contreras es uno de los realizadores más capaces, que tiene muy claro lo que quiere contar y cómo. Ahí están de prueba, entre otras, Cosas imposibles (2021), Sueño en otro idioma (2017), Las oscuras primaveras (2014) y Párpados azules (2007). Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.
Artículo publicado el 04 de junio de 2023 en la edición 1062 del semanario Ríodoce.