Dos visiones, dos políticas

AMLO CON SEGUIDORES. “Primero los pobres”.

El personaje más visible del neoliberalismo en nuestro país es Carlos Salinas de Gortari; su arribo al poder del estado y del gobierno inició con la instalación en la presidencia de Miguel de la Madrid Hurtado y –los neoliberales– estuvieron por 36 años hasta el gobierno de Enrique Peña Nieto. Entre sus “hazañas y logros” más notables destaca el desmantelamiento de estado propietario de empresas, de 1 mil 115 que había en 1982, quedaron 203 en 1999; entre las más conocidas, Telmex, Ahmsa, Mexicana de Aviación, Aeroméxico, 18 bancos, y un largo etc.

Igual, nos dejaron una herencia envenenada, convirtieron en pública la deuda del FOBAPROA, que inició siendo 552 mil 300 millones de pesos y correspondía un 55 por ciento a empresarios y banqueros prominentes.

Esta deuda, ajustada a la inflación para 2020, equivale al 10 del Producto Interno Bruto más de 1.8 billones de pesos y aún restan por pagarse 890 mil 356 millones de pesos. Al principio se proyectó pagarla por 30 años; al día de hoy, se sabe que restan al menos otros 50, es decir para 2070 y tantos, seguiremos “abonando”. Cada mexicano, nacido o no, debemos pagar 6 mil 490 pesos. Cada año se pagan más de 43 mil millones de pesos de esta herencia nefasta del modelo neoliberal. Y aún hay quienes los defienden.

Recuerdo por el año 1993 en una discusión durante cursos que impartía el Instituto Nacional de Solidaridad (INSOL), creado por el gobierno salinista para formar líderes sociales comunitarios en la visión neoliberal, un dirigente sindical de Querétaro señaló: “Llegaron encuestadores a nuestras viviendas del Infonavit para preguntar cómo veíamos las tiendas de la CONASUPO y, sí, coincidimos con ellos en que cada vez eran menos los productos que vendían y de mala calidad, que su servicio empeoraba; a los días regresaron y nos dijeron, el presidente Salinas les escuchó, les concedió la razón y mandó cerrar las tiendas y la empresa toda. Nos vieron la cara, nos engañaron”. La CONASUPO desapareció con sus 11 mil tiendas rurales y urbanas que tenía en 1980. Y así sucedió con todas las empresas públicas, las hicieron quebrar y, prácticamente, las regalaron a los empresarios.

Grandes fortunas actuales y los gigantescos grupos empresariales nacieron de esa “Bonanza”. El mismo procedimiento seguirían esos gobiernos, servicios públicos básicos fundamentales para la nación y para la sociedad como la educación y la salud; redujeron sus presupuestos, permitieron el saqueo descarado de sus bienes y medicamentos, auspiciaron el deterioro en los servicios, las instalaciones y los salarios del personal, todo ello para llevarlos a la quiebra; mientras que, al mismo tiempo, se financiaba y protegía la educación y la salud privadas.

Ahora el gobierno de Andrés Manuel López Obrador desarrolla e implementa una política totalmente contraria a la expuesta. Se recupera paulatinamente el papel rector del estado en la economía; el petróleo y la energía eléctrica han regresado a ser empresas regidas por el estado al servicio del interés nacional y a punto de conseguir la autosuficiencia en ambas. Igualmente, la educación y la salud públicas pasan por una transformación profunda y significativa; al paso de unos pocos años deberán estar a la altura de las necesidades nacionales.

Igual, al amparo del Tratado de Libre Comercio y aprovechando las circunstancias internacionales se realizan mega obras, como el tren maya, el fortalecimiento de Pemex, de la CFE y de todos sus programas, el corredor transístmico, el parque fotovoltaico más grande de América Latina, en Sonora y muchas obras más que contribuyen a transformar el rostro de la nación mexicana.

La política social del neoliberalismo, sí tuvo “logros”: en seis años, aumentaron de 1 a 24 los multimillonarios en la lista de FORBES. Los porcentajes de población en pobreza fueron del 48.5 por ciento en 1981, al 59 por ciento en 1988, al 66 por ciento en 1992 y al 75 por ciento en 1995. Ello mientras que los datos de los primeros años del gobierno de AMLO ubican la pobreza en 43.9 por ciento para 2020. Y, como todos reconocen, y gracias a los programas sociales que dispondrán este 2023 con 865 mil millones, dichos indicadores seguirán a la baja.

En la comparación realizada aparece con toda claridad, para quienes pueden observar objetivamente, quién representa a los ricos y quién a los pobres; reiterarlo es una obviedad.

Artículo publicado el 23 de abril de 2023 en la edición 1056 del semanario Ríodoce.

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