La confrontación entre el Congreso del Estado y la Universidad Autónoma de Sinaloa está llegando a un nivel donde se están perdiendo las formas, la diplomacia política, el diálogo institucional y, se están imponiendo el desprecio, los calificativos hirientes y creando un impasse interinstitucional que, más temprano que tarde, va a desbordarse si no se restablece el diálogo entre las partes en conflicto.
No nos quedemos por salud pública en el nivel de calificativo, la reyerta, el chisme que abierta o soterradamente se da lastimando sensibilidades y honores personales. El problema, no está ahí, se encuentra en la disputa que existe entre dos grupos de poder: El del gobernador y el líder parlamentario Feliciano Castro, y el de Héctor Melesio Cuen y el rector Jesús Madueña.
El grupo del gobernador está obsesionado con tener el control de la Universidad y, en ese propósito, ha dado un paso muy importante, al armonizar localmente la Ley de Educación Superior, incluyendo mecanismos que buscan tener decisión en el manejo del presupuesto, es decir, que, en última instancia, cuando haya problemas de dinero, sea el gobierno el que decida.
Y, por si fuera poco, introdujo el mecanismo de elección universal y directa de sus autoridades de triste memoria, dejando de lado el actual sistema indirecto que tiene componentes meritocráticos con problemas, sí, pero cuál modelo no lo tiene.
Esto evidentemente atenta contra el estado de cosas en la UAS y ese, es, el principal problema político de la nueva Ley para las universidades públicas del estado pero, particularmente, con el grupo dirigente de la UAS.
El grupo del gobernador busca tener el control de la UAS por la vía administrativa mientras el de Cuen, quiere mantener el estatus quo de la universidad, es decir, conservar el poder y administrar los cambios en la institución rosalina.
El problema es que hay una nueva Ley y es cuestión de tiempo, para que se ponga en operación, una vez que el gobernador la publique en el Diario Oficial del Estado, abrirá un capítulo inédito porque la armonización no se consensuó y estas, en lo esencial, tienen posturas diametralmente distintas.
Eso explica la confrontación grosera que presuntamente se dio entre el rector Jesús Madueña y el diputado Jesús Manuel Luque, Presidente de la Comisión de Educación del Congreso del Estado, lo que termina por dificultar más el diálogo entre los actores de la política sinaloense.
La piedra de toque será, sin duda, en el momento de la publicación porque muy probablemente la reacción se manifestará en las calles y el equilibrio, sí, el equilibrio tan valioso, que ha tenido la institución universitaria, podría perderse y eso podría plantear un problema para la gobernabilidad del estado.
Y es que es imprevisible en lo que pueda terminar, por eso aquella amenaza nerviosa del gobernador, de que si la UAS se movilizaba su administración “cobraría los 100 millones que pensaba donar a la UAS”; error, si eso sucede, el gobernador no sólo daría un argumento sino estaría echando gasolina al fuego porque remite a los años aciagos del toledismo y, recordemos, al final la UAS terminó ganando al gobierno.
No podemos olvidar que en los espacios universitarios coexisten alrededor de 180 mil sinaloenses entre estudiantes, académicos y administrativos; además, hay una estructura política operativa que ha demostrado eficacia movilizando y crearía problemas que hoy no tiene el gobierno de Rubén Rocha.
Por eso, quizá el cálculo lento, al medir “el agua a los camotes”, estamos ante grupos políticos poderosos y, lo que está en juego —no nos engañemos— no sólo es la UAS, sino el futuro del estado, por la definición del candidato de Morena a la presidencia de la República.
El gobernador Rocha Moya y Héctor Melesio Cuen se disputan desde hace casi un año quién de ellos operará la campaña de quien resulte ganador en la interna del partido guinda y, por eso, el nerviosismo que impera y se traduce en esta escenificación que, según la prensa, se dio en la antesala de la Expo Agro Culiacán entre el rector y el diputado Luque.
Hay un juego raro, teatral, entre las partes en conflicto, pues un día se confrontan mediáticamente y otro, se abrazan, en lugar de sentarse para discutir y acordar una salida negociada y evitar que se rompa el equilibrio y la paz que tiene la Universidad desde décadas.
Ya recordaba en otro espacio una conversación que sostuve con el finado Jesús Aguilar Padilla, cuando él era líder del Congreso del Estado y me confió una certeza que seguramente la mencionó muchas veces: La UAS es un elefante dormido y los políticos, debemos evitar despertarlo (y enojarlo) por las reacciones imprevisibles que podría tener. Palabras sabias que deberíamos aquilatar en este momento en que los políticos no están haciendo su chamba.
Sé que a esta postura conciliadora se le podrá reprochar que con ella nada cambiaría y los males permanecerían sin solución, pero no nos engañemos, al gobernador no le interesa sustantivamente la Universidad sino apropiarse de ella, para sus fines políticos y su contraparte, si bien tiene interés político, también está la responsabilidad institucional del rector Madueña.
En fin, se percibe tensión y desconfianza por la falta de diálogo y los tambores de guerra empiezan a sonar in crescendo como el Bolero de Ravel; y, lamentablemente, no anuncia un final feliz y quizá, muy pronto los sinaloenses tendremos una primavera caliente si los políticos no evitan un espectáculo que se agregaría lastimosamente al existente en el resto del país.
Al tiempo.
Artículo publicado el 26 de febrero de 2023 en la edición 1048 del semanario Ríodoce.