La ciudad se convierte en una romería; el tráfico se colapsa, los costosos detalles son ofertados por doquier
Desde la antesala de 14 de febrero en Culiacán, el amor está por las calles, en el Malecón, en las florerías, en esta ciudad que colapsa el tráfico con un solo fin: demostrar que el afecto tiene precio.
Osos de peluche que alcanzan los 10 mil pesos, arreglos con más de 100 rosas que sobrepasan el espacio de las camionetas, globos y un sinfín de detalles, se convierten en una imagen común.
Cada año se repite la historia. La tradición de demostrar el amor está acompañada por ostentosos regalos, propio del culichi, de la ciudad que apenas en enero fue cimbrada por la violencia ante la detención de Ovidio Gúzman.
Pero la normalidad es aparente, desde temprana hora, los establecimientos llenos de comensales celebran el amor culichi.
Contra el mal pronóstico de los comerciantes, el Malecón Nuevo luce abarrotado, carros parados en doble fila, música a todo lo alto, luces para dar más visibilidad a los productos ofertados.
Es la romería culichi, la que para propios no es extraño ya, pero que sigue siendo parte de la extravaganza citadina, porque así como se ofertan los más grandes obsequios, también se acostumbra dar autómoviles y joyas.
Carlos Mendoza, es quien adquire un mono de peluche de 8 mil pesos, a como puede lo sube a su automóvil, es un simple regalo dirá.
“Es un detalle nada más, siempre lo hago porque realmente es una tradición, aunque uno siempre se espera al último momento”.
Unos pasos más adelante, los compradores hacen sus paradas. El caos, no es extraño. Es 14 de febrero y hoy se repite la escena.