Réquiem por Gilberto López Analís

GILBERTO LÓPEZ ALANÍS. Amor a la historia.

Siempre fiel a la historia, el historiador murió la semana pasada dejando un aporte importante en la historiografía regional

Se fue sin esperar la muerte. Gilberto López Alanís, unas horas antes, mandó su último whatsapp, promocionando la lectura digital de la Revista Cultural Litoral, en la que escribió sobre Maquío Clouthier.

Su vida después de haber concluido su ciclo como director del Archivo Histórico de Sinaloa durante 20 años, no mermó, al contrario, siguió lúcido; escribiendo, conduciendo un programa de radio, dirigiendo el Centro de Estudios Históricos y Culturales Bacurimí y compartiendo sus conocimientos.

Ese siempre fue su motor. Alanís se había convertido en un historiador lúcido que no escribió menos de 20 libros. Había recorrido de punta a punta la región sinaloense y estudiado a sus personajes más emblemáticos.

Siempre tuvo claro que su destino era escribir. La consideraba como una de las armas más preciosas que tiene el hombre.

Alguna vez dijo que mientras tuviera un hálito de vida seguiría escribiendo. Y así lo hizo.

Su vida combativa

Alanís tuvo su acercamiento a la historia porque esta fue parte de él.

En 1968 fue un personaje activo del Movimiento Estudiantil de 1968, estuvo en mítines, conferencias, discursos, elaboración de volantes.

Fue brigadista y orador en colonias, sindicatos, mercados. Intentaron hacer política directa. Lucharon por una libertad política, económica y social.

“Mi arribo a la disciplina histórica fue precisamente por este hecho, porque al hacerlo me di cuenta que no conocía la historia del país, más allá de lo que nos decían los libros que algunas veces eran parciales”, detalló.

LA DESPEDIDA AL HISTORIADOR.

Integrado al movimiento, se dedicó a recorrer el país, incluso estuvo en la Unión Soviética. Al regresar a México y sin planearlo, estudié contabilidad en el IPN, pero se decidió por la economía.

En este entonces contó que tenía una libretita en la mano para anotar sus ideas. Escribía pequeños ensayos, fue como una herramienta de investigación que fue guardando y se sumó a su archivo personal.

“Adquirí una actitud crítica y de discurso, valoré muchas cosas que generalmente no hacemos porque creemos que a partir de nosotros empieza todo, pero no es así, el pasado pesa. Es el esfuerzo de nuestros abuelos y padres que hoy continuarán nuestros hijos y nietos”, detalló.

Escribir sobre Sinaloa

Alanís no pensó ser historiador, pero lo vivió lo llevó a ello, y lo asumió como una responsabilidad social.
“No pensé ser historiador, pero creo que lo vivido me ha llevado a ello y de esta manera pienso que tenemos la gran obligación de que niños y jóvenes aprendan de historia y eso requiere de muchos esfuerzos”.

“Por eso yo comunico todo lo que he aprendido y disfruto los momentos en que recorro mi estado para estudiarlo y escribir de él. En particular quiero mucho a Culiacán, aunque nací en Guamúchil, porque ha sido motivo de inspiración”.

El maestro escribía historia porque sentía que lo podía hacer bien.

“Soy de la idea de que el historiador deber ser polifacético, porque la historia es una disciplina muy celosa y seria, hay que tener instrumentos y cultura amplia, además que es una necesidad, y pienso que debo de comunicarme con los ciudadanos”.

Para Alanís, un historiador que no se comunicaba, no puede llamarse como tal y en su caso, tenía la ventaja de conocer todos los tiempos y hablar de la experiencia de los demás.

La historia inconclusa

Alanís ya no era director del Archivo Histórico, pero él mismo era un archivo. Su mente era lúcida y difícilmente olvidaba una fecha.

Sus días no tenían pausa, siempre estaba pensando, escribiendo, proponiendo.

Ahí, bajó los frondosos árboles de la Chuparrosa Enamorada, en Bacurimí, escribió su última historia. Semanalmente, se reunían ahí para hablar de un tópico histórico.

Además junto a Teodoso Navidad y Dinorah Chiquete llevaban las riendas del programa de radio De la sierra al mar y enriquecían el proyecto de WikiSinaloa.

El 2 de diciembre su corazón se detuvo. El maestro al que la historia de Sinaloa, mucho le debe, murió. Se le despidió como a los grandes con un homenaje.

Hubo danzas, sollozos, pero sobre todo gratitud.

Artículo publicado el 11 de diciembre de 2022 en la edición 1037 del semanario Ríodoce.

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