Cine: ‘Cinco días sin Nora’

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Con una impecable precisión, Nora (Silvia Mariscal) deja indicaciones a su empleada doméstica (Angelina Peláez) de cómo preparar los alimentos para la celebración judía que se aproxima; se las ingenia para que su ex esposo José (Fernando Luján) acuda a su departamento, que queda justo frente al de él, y sea el primero que vea lo que hizo, por lo cual su hijo Rubén (Ari Brickman) y su familia (Cecilia Suárez, Arantza Moreno, Vanya Moreno), su prima de Guadalajara (Verónica Langer), su médico de cabecera (Juan Carlos Colombo) y el ayudante (Enrique Arreola) de un rabino (Max Kerlow) llegan, también, al inmueble y se confrontan al intentar decidir algo que, de inicio, parece muy sencillo.

Desde Cinco días sin Nora (México/2009), su primer largometraje, Mariana Chenillo dejó claro que contar historias de manera ingeniosa es lo suyo, lo que reafirmó en Paraíso (2013), su divertida, instructiva y alentadora segunda película que le implicó ganar y perder peso a Andrés Almeida, su protagonista; en las cintas en colectivo: Revolución (2010) y El aula vacía (2015); y en las exitosas series de televisión que codirigió: Soy tu fan (2010) y Club de Cuervos (2015).

En el filme disponible en Netflix, la directora mexicana no solo se propone abordar el tema de la muerte, sino que le añade varias “cerezas” a su “pastel” y expone lo que implica el sepelio de una persona judía que se suicida, y en el contexto de una importante festividad de esa religión, lo que obliga a los familiares a no poder disponer de su cuerpo para velarla ni llevarla al panteón en el momento que lo deseen.

Por si fuera poco, la también guionista complejiza la trama al incluir la influencia y/o poder que puede tener una ex pareja, a pesar de que hayan pasado más 20 años desde su divorcio; la curiosa, extraña e “innecesaria” codependencia de las ex parejas; el llegar a una separación, aun cuando no es precisamente lo que se quiere; el fuerte amor que se siente por una persona, el cual el tiempo y el espacio no permiten compartirlo o expresarlo; y el no aclarar lo que se sospecha, piensa y siente en una relación y se opte mejor por tomar decisiones equivocadas.

Otro punto a favor de Chenillo es lo detallista y precisa al mostrar los aspectos particulares de la cultura judía y el discurso de José que hace de contra parte de ella; la habilidosa manera de aderezar la historia con un humor negro que funciona mayormente, con un ritmo que mantiene al espectador interesado todo el tiempo.

El elenco es otro de los aciertos de Mariana en su estreno como realizadora. En la generalidad todos desarrollan su papel de manera convincente, pero el gran Fernando Luján, que tanta falta hace en el cine, sobresale como ese ex marido que intenta todo para encontrar las pistas que disipen esas dudas que su ex ya no podrá aclararle.

Aunque no repercuten negativamente de manera significativa, las fallas de Mariana Chenillo podrían encontrarse en la inclusión de unos innecesarios y estorbosos flashbacks, en los se ve a un contenido Juan Pablo Medina y a una formal Marina de Tavira, y en que algunas situaciones pretenden ser graciosas, pero no lo son, sobre todo en las que parecen dos niñas. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 27 de noviembre de 2022 en la edición 1035 del semanario Ríodoce.

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