Desde muy jóvenes, un grupo de amigos (Tiaré Scanda, Yolanda Ventura, Claudia Ramírez, Nailea Norvind, Andrés Palacios, Tomás Rojas) compra unos terrenos campestres, con la idea construir sus casas y vivir ahí juntos, de mayores. En su mediana edad, solo Aranas (Juan Pablo Medina) cumple la promesa e invita al resto a conocer la vivienda, para animarlos a hacer lo mismo, sin imaginar que la estancia en ese lugar sacaría a la luz situaciones que los llevarían a pensar muy bien si quieren compartir un espacio.
Con El club de los idealistas (México/2020), el director Marcelo Tobar retrocede con respecto a su cinta Oso polar (2017), mucho más interesante en las temáticas que aborda, la edición, la propuesta visual y, sobre todo, en que dejó claro que el proceso de hacer una película “buena”, “interesante” y “propositiva”, dista mucho de recurrir a métodos y técnicas tradicionales: es considerada la primera grabada con un teléfono celular, lo cual le valió coronarse como la mejor en el Festival Internacional de Cine de Morelia.
En cambio, el filme que nos ocupa, escrito por el propio Tobar, basado en una historia de él mismo y Marcela Fuentes-Berain, a su vez inspirados en una idea del cineasta y Elsa Reyes, tiene la desventaja de caer en lugares comunes, tanto en las situaciones como en los personajes, por lo que se aleja de esa creatividad que derrochó el director en su trabajo previo.
Lo anterior no quiere decir que la cinta disponible en Cinépolis Klic no tenga nada qué decir. En ella destaca su puesta escena, en la que la mayoría de los intérpretes tienen un buen desempeño, en el que cada quien cuenta con su momento y espacio para lucirse, aunque hay los que logran sobresalir: Scanda, Ventura, Ramírez, Norvind, Medina y Rojas.
Otra de las fortalezas de la película es la manera en que expone su tema central: la amistad, en la que no necesariamente todo es bueno o positivo, sino que una “verdadera” no se escapa de situaciones conflictivas que podrán sacudir con fuerza la relación, la cual, si está bien cimentada, lo más seguro es que resista y, más allá de eso, crezca, madure y se afiance.
A pesar de eso, uno los principales inconvenientes del filme, que por momentos se inclina al drama y otros a la comedia, es que se vale de lo típico para problematizar y resolver, de ahí que no falta la traición de uno de ellos al pacto de juventud, que se materializa, precisamente, con alguien muy cercano
y significativo a uno del grupo; la infidelidad en la pareja; la inequidad en el grado de amor en un matrimonio; la enfermedad que hace recapacitar; y los ideales de una forma de vida que, por cierto, parecieran estar de moda.
Aunado a eso, las características de los personajes, también, son las comunes, por lo que están presentes, la soltera que busca novio permanentemente, pero le saca al compromiso; el cuarentón inmaduro y mujeriego; la que defiende los derechos de las mujeres; a quien le gusta beber alcohol en exceso; y el macho tradicional que no sabe expresar sus sentimientos.
Por otro lado, se disfruta la hermosa vista de Valle de Bravo, lugar en el que se filmó El club de los idealistas, y algunas canciones que seguramente despertarán los recuerdos de muchos no tan jóvenes. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.
Artículo publicado el 28 de agosto de 2022 en la edición 1022 del semanario Ríodoce.