¿En qué se parecen Calderón y AMLO?

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“Yo no soy Felipe Calderón, no se confundan”. Lo dice el presidente Andrés Manuel López Obrador a cada rato. Y lo evoca en cada situación sobre todo relacionada con la violencia. Al presidente lo inmovilizó el fracaso del panista y esa metáfora del panal y las abejas que enfurecen con los garrotazos. Ha sido tan obsesivo en distanciarse de Calderón, que ha terminado, en el tema del narcotráfico, por ser igualito.

A partir del asesinato de dos sacerdotes y un guía de turistas en la sierra tarahumara, se ha planteado, desde el mismo seno de su movimiento, la 4T, una revisión de la “estrategia” de seguridad, debido al fracaso que se manifiesta todos los días y en todos los rincones del país. Pero el presidente insiste en que “vamos bien”. Y que “se están combatiendo las causas”.

El presidente aparenta ser profundo en su concepción del problema, pero en realidad es que no quiere que lo comparen con el otro. Fue tan marcado el fracaso de Calderón en su combate al narcotráfico, que AMLO terminó de brazos caídos. Y, al final, con peores resultados. Calderón mandó miles de soldados a las calles y AMLO los agarró de albañiles. Mientras, las organizaciones criminales in crescendo. Nunca habíamos visto escenas como las que se vivieron en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, hace dos semanas, donde grupos criminales se disputan un mercado donde se ofrecen hasta armas de fuego. Tampoco días como el que se vivió en nuestro jueves negro en Culiacán, en octubre de 2019.

En un tema son idénticos Calderón y AMLO: a los dos años de su administración, Calderón reconoció que el diagnóstico que tenía de narcotráfico fue erróneo y que por eso le estaba siendo muy complicado combatirlo. No era un cáncer localizado, sino una metástasis. Así lo describió. Pero siguió de frente, no cambió su estrategia.

Desde hace mucho se observó que la “estrategia” de abrazos y no balazos de AMLO estaba siendo un fracaso, pero nunca, desde su propio partido, se había puesto a discusión. Y ahora lo hizo el senador Ricardo Monreal. ¿Y qué responde el presidente? Que “vamos bien”, que “se están combatiendo las causas”, que “ahora ya no hay corrupción y no hay impunidad”. Pues qué bueno que no haya corrupción y no haya impunidad, si fuera cierto, pero no es suficiente y eso lo vemos todos los días. No hay un trabajo de inteligencia porque simplemente el presidente desmanteló el aparato que tenía el gobierno con el pretexto de que solo servía para espiar a los enemigos políticos. Pues qué bueno que ya no se usara para eso, hay que celebrarlo, pero se ocupaba para tareas propias del Estado.

Al no tener Andrés Manuel una estrategia contra el narcotráfico, las fuerzas armadas han sido, básicamente, reactivas. No hay persecución de cabecillas del narco y no se ha intentado, salvo en Ciudad de México con los tepiteños y en el Bajío con los huachicoleros, desmantelar organizaciones criminales. A José Antonio Yépez, el Marro, se le fueron con todo porque era un pobre diablo ¿por qué no hacen lo mismo con los verdaderos causantes de la violencia que ha invadido el territorio nacional? ¿Tiene miedo el presidente a cómo podrían reaccionar? ¿Lo marcó el culiacanazo? Más bien pienso que lo persigue el fracaso de Felipe Calderón y no quiere que lo comparen con él. Combatir las causas se oye muy bien, es una idea profunda, pero los efectos del problema los tenemos ahora y ya en todas partes. Y también hay que combatirlos. Y es lo que el presidente decidió no hacer.

Decir que el que asesinó a los sacerdotes empezó a delinquir cuando Calderón era presidente, es ya delirante. Una estupidez que intenta desviar la mirada para no ver el evidente fracaso de alguien en quien millones de mexicanos depositaron la confianza y le dieron el mando para que las cosas cambiaran, no para volverlas peor. Lo dijo un idólatra de AMLO que sigue encontrando en el pasado “justificantes” de los muertos de ahora. ¿Cuántos malandrines, asesinos, punteros, traficantes, violadores, han iniciado su carrera delictiva en estos tres años? ¿A quién se los vamos a cargar?

Bola y cadena

UN FRACASO ADICIONAL DE CALDERÓN es que su ariete principal contra la delincuencia fue Genaro García Luna y resultó que tenía pactos con el Cártel de Sinaloa. Y por eso está preso en los Estados Unidos y será juzgado por ello. ¿Sabía Felipe Calderón de estos pactos? Por supuesto que lo sabía, pero, al parecer, los presidentes en este país son intocables. ¿De verdad quiere Andrés Manuel ir al fondo del problema y combatir las causas? Ábrale a Felipe Calderón una carpeta de investigación por presuntas complicidades con el narcotráfico. Tiene elementos de sobra. ¿Qué le falta?

Sentido contrario

ALLÍ ESTÁ LA INDAGATORIA SEIDO/UEITA-SON/0000306/2020, relacionada con el caso “Rápido y Furioso”, esa operación con la cual se pertrechó de armas al Cártel de Sinaloa. ¿O es solo otro petate de muerto como el de Emilio Lozoya?

Humo negro

LA CONSULTA INDÍGENA PARA decidir si se construye o no la planta de amoniaco en Topolobampo, es una trampa. La consulta “patito” que se hizo hace algunos meses fue manipulada y más del 80 por ciento votó por el. En San Miguel Zapotitlán se vieron colas hasta de 200 metros para votar, algo que ni en las elecciones constitucionales se observa. ¿De verdad es que a los habitantes de ese pueblo le interesa mucho el tema? No, no es eso, es que a la mayoría la acarrearon y muchos recibieron 200 pesos por ir a votar. El tema de fondo allí es el impacto ambiental de la planta. Y a los yoremes de Choix y del Valle del Carrizo no les afectaría en lo absoluto. Pero los necesitan para legitimar la construcción. Si la consulta la hicieran en las comunidades aledañas a Topo, la planta no se construiría. Otra engañifa de la 4T con el aval de la SCJN.

Artículo publicado el 26 de junio de 2022 en la edición 1013 del semanario Ríodoce.

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