Indígenas responden a intimidación: ¡Todos somos Felipe!

El subsecretario de gobierno, Rodolfo Jiménez López, le dijo a Felipe Montaño Valenzuela, cobanaro de Ohuira y rostro visible de los opositores a la planta de amoniaco que desde hace siete años se pretende construir en Topolobampo: “¡Ya sólo te queda un hijo! ¿Qué hace? ¿En dónde trabaja? Sabemos todo de ti, y para mí, eres como Felipe Bachomo”.

Cuando lo dijo, la mirada del funcionario se tornó torva, y adoptó una actitud amenazante, retadora, recordó el yoreme en una asamblea informativa que se realizó en el centro ceremonial San Francisco de Noyola, del campo pesquero Lázaro Cárdenas, el pasado jueves, 48 horas después de que el indígena triqui, Cresencio Ramírez Sánchez, comisionado de Asuntos Indígenas del Gobierno de Sinaloa, traicionara a Montaño citándolo un día antes a la dependencia para tratar asuntos de Semana Santa, pero que en realidad era para entregarlo al moderno inquisidor en el palacio de gobierno, en Culiacán.

Ante la amenaza, Felipe se quedó tranquilo. Le sostuvo la mirada al funcionario, pero en sus adentros, un volcán hacía erupción, y pensó que la advertencia del funcionario había llegado tarde, y era inútil para provocar un desistimiento de la lucha que emprendió junto a 13 yoremes más de Lázaro Cárdenas, que ya habían sido intimidados por gobernantes anteriores, y quienes decidieron ir hasta el final de la oposición.

Al general yoreme, Felipe Bachomo, lo traicionaron y después fue asesinado por el gobierno, dijo Felipe, lo mismo que le estaba ocurriendo en ese preciso momento, pues Cresencio, en lugar de apoyarlo lo entregaba a los ejecutores.

El cobanaro, le respondió: “Sí, me queda un hijo, y por allí anda, trabajando en el mar. No tengo ya nada más por perder, porque cuando uno pierde a un hijo, muere en ese ese momento; pues no parece que me conozca tanto, porque de saberlo, entendería que nosotros nos oponemos al lugar de construcción, no a la planta. Si los agricultores la quieren y tanto les beneficia, que se la lleven tierra adentro, que le den el agua de sus riegos”.

Jiménez López reviró: “El lugar no es negociable, está contra nuestros intereses”.

Y Felipe se mantuvo firme: “Tampoco buscamos negociar. Allí no. Y no, es no”.

Roto el tema, el subsecretario cambió la estrategia, buscando corromper al líder: ¿Dime, qué quieres para dejar la lucha y convencer a los que te siguen de que la planta es buena? Hazlo y todos felices. ¿Quieres ser el comisionado (de asuntos indígenas)? ¿Quieres el puesto de Cresencio? Te lo damos sin problema. ¿Quieres uno, dos, tres, cinco millones de pesos? Sin problema los tienes ¿Quieres obras para tus pueblos? Las hacemos de inmediato, pero si no aprueban la planta, prepárate a que ninguna obra llegue a ustedes, insistió el subsecretario.

Felipe no respondió. Y Jiménez López lo emplazó. “Bueno, será otro día”.

Nayeli Limón Ramírez, cobanaro de Juan José Ríos, atestiguó la escena así como Cándido Velázquez, otro yoreme.

Ninguno de ellos pudo obtener evidencia de la reunión, porque sus celulares fueron requisados al entrar a la oficina del subsecretario, en el tercer piso del palacio de gobierno, en Culiacán, a las 11:30 horas del martes 17 de mayo.

Este jueves, Montaño Valenzuela fue notificado que el gobernador, Rubén Rocha Moya atendería a una comisión de yoremes el jueves 26 de mayo y que para entonces ya debería de tener una respuesta sobre renunciar a la lucha y traicionar al movimiento. A lo segundo respondió que no, que estaba firme hasta al final, terminara en lo que fuese, pues valía más su dignidad y creencias, y a lo primero, la asamblea lo conminó a que no asistiera sino que el gobernador, Rocha Moya acudiera a un centro ceremonial a hablar con todos, tal y como lo ha hecho en la zona rural.

La asamblea aprobó también que Montaño podría reunirse con el gobernador, pero en un lugar público en donde ellos lo pudieran tener a la vista. “Si te tocan, nos tocan a todos. Todos somos Felipe”, le dijeron, después de una andanada de aplausos

“La amenaza está allí, y a este momento, la pueden cumplir; a todos nos han advertido de que dejemos la lucha, de alguna u otra forma, a nosotros con quitarnos los permisos de servicios turísticos, pero lo que no podrán quitarnos nunca es el derecho a protestar contra algo que sabemos que es ilegal y cimentado en corrupción”, opinó Armando Pinzón.

La asamblea acordó que si las amenazas suben de tono o se ejecutan, ellos radicalizarán sus movimientos.

Incluso, suscribieron un plan para enfrentar al gobierno con asistencia del Pueblo Yaqui, que ha realizado un sinfín de protestas durante los últimos años.

No obstante, los yoremes reconocieron que hay indígenas que han vendido la dignidad y se han entregado a los industriales de Gas y Petroquímica de Occidente a cambio de unos pesos.

Artículo publicado el 22 de mayo de 2022 en la edición 1008 del semanario Ríodoce.