Si una palabra pudiera resumir a Madres paralelas (España/2021), sería Almodóvar. La cinta recién estrenada en Netflix tiene el sello ineludible del multigalardonado director y guionista español, posee las características que hacen personal a su cine y a él lo sitúan como uno de los realizadores más creativos, auténticos, originales e interesantes a nivel a mundial.
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El coincidir en la sala de parto cuando dan a luz a sus respectivas hijas, hace que Janis (Penélope Cruz) y Ana (Milena Smit) simpaticen al punto de mantener el contacto y surja entre ellas una relación significativa, pero cuando deciden poner en medio la honestidad, entienden que no pueden ignorar un acto de traición y se alejan, al menos mientras el corazón se toma el tiempo para asimilarlo, entenderlo y es capaz de perdonar.
Como es costumbre en casi todas sus películas, Pedro trae una historia de mujeres que llenan la pantalla: aguerridas, luchadoras, emancipadas o en vías de, con un discurso propio y arreglándoselas solas, porque los hombres a su alrededor no dan para mucho. También está en ella su recurrente fascinación por la madre/maternidad, en donde lo mismo expone a las dispuestas a complacer y atender a sus hijos, que a quienes los hacen a un lado para cumplir sus sueños.
Uno de los aspectos impresionantes de la filmografía de Pedro Almodóvar es la manera tan particular de contar sus historias (en las que también es común ver homosexuales, transexuales y prostitutas como cualquier otro ser humano y no para ser juzgados). En manos de otros realizadores, los personajes y las situaciones que viven se percibirían como un melodrama cursi, ridículo, inverosímil y absurdo, pero bajo la batuta del nominado al Oscar en cuatro ocasiones, tanto en mejor película extranjera, dirección y guion, y ganado el premio en dos (Todo sobre mi madre, 1999; Hable con ella, 2003), las tramas no solo son creíbles y divertidas, sino satíricas, mordaces, sarcásticas y críticas.
En Madres paralelas, el igualmente director de Volver (2006), La mala educación (2006), Carne trémula (1997), Tacones lejanos (1991) y Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), comienza con una situación, hasta cierto punto, simple, en la que dos mujeres se hacen amigas al parir juntas, cada una se va por su lado a criar a sus hijas, pero más tarde se reencuentran, conviven y surgen conflictos entre ellas, y es ahí cuando entran al terreno
almodovoriano y se puede ver lo más sublime, arriesgado y dramático de la cinta, la cual añade un relato histórico y político de España, que si bien pudiera ser oportuno y necesario exponerlo, no consigue ir en “paralelo” con la historia principal y se percibe ajeno a ella.
El filme cuenta con buenas actuaciones, sobre todo de parte de la experimentada Penélope Cruz (con su cuarta nominación al Oscar, que ya ganó por Vicky Cristina Barcelona, 2008, e intentó obtener por Volver, 2006, y Nine, 2009) y la novata Milena Smit (en su cuarto largometraje), donde también destacan Rossy de Palma e Israel Elejalde; y visualmente es lo que el realizador acostumbra bien hacer por el manejo del color y los decorados. En conclusión, es un almodovar filme incapaz de decepcionar a propios y ajenos al mundo de Pedro. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.
Artículo publicado el 20 de febrero de 2022 en la edición 995 del semanario Ríodoce.
