“Nunca creí ser tan feliz sin tantas lamentaciones, te di mis ansias de vivir, me diste lo mejor de ti sin conocer limitaciones”, interpretó Faustino López Osuna minutos después de haber recibido un reconocimiento por parte del Instituto de Cultura de Sinaloa (ISIC).
El compositor oriundo de Agua Caliente de Gárate, cumplió 79 años el 15 de febrero, y el mismo día se le rindió un homenaje en el patio del Museo de Artes de Mazatlán.
Acompañado de Voces y Guitarras de Concordia, Faustino López interpretó Lo más hermoso de la vida.
Expresivo y evidentemente emocionado, su canción desprendió los aplausos de los asistentes.
Juan Salvador Avilés, director del ISIC, recién le acababa de entregar el reconocimiento por el aporte que el compositor ha hecho a la cultura de la entidad, el país y el mundo.
El también Premio Sinaloense de las Artes (2012),y autor del Himno de Sinaloa, no escatimó al entregarse en anécdotas esa noche.
“Pedro Páramo llegó a viejo en Comala, Colima, sin mayor trascendencia, hasta que dio con él Juan Rulfo, cuya novela, a decir de Gabriel García Márquez, es una novela que todos los escritores, incluido él, hubieran deseado haber escrito, Sinaloa como proyecto humano universal, no escapa a dicho fenómeno literario”, dijo al señalar que aún cuando muchos no los acepten, es la realidad tangible.
Trajo a colación que Carlos Fuentes, en Terra Nostra, presenta a Don Quijote de la Mancha y a Sancho Panza en su tiempo como lo que eran: personajes de literatura que durante toda su vida se dedicaron a buscar, sin encontrar a un autor que los rescatara en su obra, hasta que en una ocasión, estando como parroquianos citadinos en una taberna española, encontraron ahí a Miguel de Cervantes Saavedra, quien los inmortalizó.
A una cuadra de la emblemática zona de Olas Altas, donde la brisa y olor a mar predomina, el ambiente del Museo no se quiso quedar atrás y arropó a Faustino que describió cómo en el siglo pasado vivió en Escuinapa Florencio Villa, “un inventor de cuentos, tallas o charras con las que deleitaba a los parroquianos aficionados a las cantinas de la ciudad camaronera, quienes le correspondían invitándole la cerveza. Andaba como Don Quijote y Sancho Panza, esperando que alguien lo descubriera con propósitos literarios, hasta que dio con él Dámaso Murúa y lo inmortalizó como el Güilo Mentiras“.
“Todo lo anterior viene a cuento porque me siento como uno de esos personajes ficticios en búsqueda de identidad y que tengo la fortuna de encontrarme con ustedes, que me hacen ser alguien útil a mis semejantes y que me permiten poner lo que sé hacer a su servicio”, mencionó.
En el patio del Museo de Artes, un espacio en el que se dieron cita políticos, escritores, artistas, promotores culturales y académicos, Faustino López dijo que la vida material se nutre de un eterno proceso de sueños y esperanzas, y su valor se agiganta cuando por circunstancias adversas no se alcanza a realizarlos todos.
“En mi caso, justamente eso me sucedió en varias ocasiones, como la vez que a Javier Solís le gustó un bolero que le mostré comprometiéndose a que mandaría a hacer el arreglo para su grabación después de su regreso de una presentación que tendría en el palenque de la feria de Guasave, pero a la semana falleció”, relató.
Y lo mismo sucedió con Federico Méndez, director artístico de Vicente Fernández, “me seleccionó una canción ranchera para éste, y dos meses después se suicidó. Otro tanto ocurrió cuando a Lola Beltrán la emocionó el vals que compuse exclusivamente para ella: Lindo Rosario Querido, presentándolo ella misma en Discos Gas para su grabación, pero un envidioso e interesado consejero que tenía, la amedrentó con supersticiones para que no lo hiciera, espantándola con el cuento de que si lo grababa, provocaría la mala suerte y seguramente su muerte, y no lo grabó”.
“Y claro, como escribió Amado Nervo: ‘los sueños rotos ya no se remiendan nunca’“.
En un mundo desquiciado no faltó quien incluso haya corrido la versión de su muerte, lo cual, dijo, lo ha hecho sonreír, pues echando mano de un poco de la misma superstición, alguna vez se enteró que cuando se sueña a alguien muerto, ¡va a vivir más!
Hilarante, el homenajeado agregó que a lo largo de la vida no han faltado los que sin proponérselo, lo han alentado con sus acciones tanto positivas como constructivas:
“Siempre recuerdo, por ejemplo, que en la década de los años setenta, hace más de 30 años, una colaboradora tuvo a bien regalarme un LP de Guillermo Osuna Hi declamando espléndidamente poesía, lo que tomé secretamente sin que jamás él lo supiera como un elogio al poeta que yo cultivaba, me gustaría verlo aquí para que oyera lo que estoy diciendo porque nunca se lo dije en persona”.
Faustino López Osuna escuchó esa noche Las Mañanitas, celebró la vida con un reconocimiento, rodeado de amigos, y no escatimó al expresar que se siente privilegiado de haber podido colaborar en la tarea de la cultura de su tierra, en Mazatlán y en el estado, compartiendo el entusiasmo con seres valiosos como los cantantes que lo han interpretado.
Juan Salvador Avilés, director del ISIC, reconoció a López Osuna como uno de los últimos trovadores de la música que ha sido puente entre los cantantes populares como Luis Pérez Meza y las nuevas generaciones.
“Al igual que José Ángel Ferrusquilla, le han cantado a los 18 municipios de Sinaloa a través de sus composiciones, y desde luego a través de su poesía en el caso del maestro Faustino López Osuna”, expuso.
Aunque se describió como un personaje ficticio en busca de identidad, a Faustino esa noche los asistentes lo hicieron suyo, y él así lo percibió, se le notó en la voz, en los ojos elevados al cielo cuando recordaba a los ausentes y celebraba a presentes.
“Para mí esto es algo extraordinario, estoy muy agradecido con los amigos, con la gente”, dijo.
—¿Le falta más por hacer?
—Yo creo que sí, hasta que morimos. Me dijo el Negrumo: ‘¡genio y figura hasta la sepultura!”
El encierro obligado por la pandemia le ha caído mal, admitió, “mal, me siento mal como a todo mundo, mal, enfadado, aburrido, me siento como un ostión en su concha”. Y se sumergió entre abrazos y felicitaciones de los asistentes, entre copas de vino que se alzaron para brindar y celebrar su vida.
Artículo publicado el 20 de febrero de 2022 en la edición 995 del semanario Ríodoce.