La impugnación y las muchas formas de saber perder

La impugnación y las muchas formas de saber perder

Mario Zamora nunca se entendió con la dirigencia estatal del PRI. Sus intereses estaban más arriba. Hay muchas maneras de alcanzar la nominación de un partido en este país, las reglas nunca son claras y no hay una sola vía. Mario Zamora no había tomado la ruta de ganarse su partido para buscar la gubernatura.

Zamora nunca se entendió con Quirino Ordaz. El Senador no era la carta del gobernador para la candidatura. Nunca lo impulsó, le guiñó un ojo, ni siquiera lo puso en una lista. No podía esperar que lo impulsara como su sucesor. Quirino tenía su propia carta, y la llevó hasta el último momento.

Por eso no sorprende ahora que Mario Zamora decida impugnar la elección de gobernador en Sinaloa desde el centro (desde CdMX) y acá (en Culiacán) acusen que ni enterados estaban. Es inusual la aparente descoordinación.

En el deslinde público que hicieron la dirigente encargada del PRI, Cinthia Valenzuela, y el recién nombrado Secretario General, Sergio Jacobo, hay de fondo la molestia del propio gobernador Ordaz Coppel. Cinthia y Sergio no hablan por ellos mismos, son la representación de Quirino en el partido. Sus dos piezas de confianza colocadas ahora que Jesús Valdés se fue.

Reconocieron en una conferencia que no sabían, que ellos no fueron, que ni conocían los detalles de la impugnación. Y peor, que habían quedado en reconocer los resultados.

Zamora se regresa a la capital del país. Se refugia en el Senado. Hace un recorrido de medios y da entrevistas que en Sinaloa negó. Habla con Ciro Gómez Leyva, con El Universal, con Milenio, con los medios que desde la campaña fueron sus afines. Los mismos que publicaron encuestas que describían una contienda cerrada, de apenas unos cinco puntos de ventaja.

Vuelve con sus mentores Miguel Ángel Osorio, Alejandro Moreno, Miguel Ángel Mancera, Marko Cortés, e interponen la impugnación.

Si al PRI de Sinaloa no le debe nada, si el gobernador Quirino Ordaz no lo impulsó, no tiene siquiera que correrles la cortesía de informarles. Lo hace por su vía. Con quienes hizo los amarres.

Mario Zamora está en la vía que le ha funcionado. Tiene armada además una narrativa consistente, afinada durante toda la semana pasada que hizo el desfile por medios capitalinos. Una narrativa que va imponiéndose, porque no está solo el candidato de la alianza en Sinaloa. Como él, replican lo mismo quienes lo impulsaron para arrebatarle la candidatura de Sinaloa a Quirino Ordaz, que no pudo nombrar candidato a sucederlo, y a Jesús Valdés, que se había esmerado en ganarse el partido, mientras le sacaban la candidatura.

A la postre, a caballo pasado, tanto Juan Alfonso Mejía –a quien impulsaba Quirino- y Jesús Valdés, deben estar agradecidos de no haber sido los candidatos. No hubiera diferencia en los resultados.

 

Margen de error

(La narrativa) Regresando a la narrativa, la estrategia de fondo es cuestionar la elección del 6 de junio. En general y en particular. Aunque en los votos resultaron perdedores en muchos lugares, y Sinaloa es el ejemplo más claro, queda la retórica de repetir que el proceso pasado fue “el más violento de la historia”.

Sustento no le falta, es cierto, aunque sea una exageración decir que de la historia.

Lo que se busca desde los partidos que conformaron la Alianza Va por México, es imponer la idea de que los resultados podrán ser legales pero no legítimos. La intervención de la delincuencia en distintas partes del país pone en entredicho los triunfos. No es así, o mal menos no de ese tamaño ni de manera que abarca todo México, pero ese es el discurso.

Por eso obliga que tengan que interponer el recurso, la impugnación legal en Sinaloa y donde sea posible. Aunque no prospere, eso no importa. Cuando se habla debe quedar claro que no son solo palabras, son acciones. La impugnación, la de Sinaloa y otras en el país, tomarán su curso y no prosperarán.

No hay un afán de la Alianza por aclarar lo ocurrido. Ni por precisar el tamaño de la influencia que tuvieron los sucesos de presión, privaciones de la libertad, y violencia que ocurrió en Sinaloa y muchas otras partes de México. Se trata aquí de sembrar la idea de que se ganó, con ayuda de los malosos.

 

Mirilla

(Rompimiento) Pasado el proceso electoral la Alianza se desperdigó. Cada quien jaló para su lado. A lamerse las heridas en solitario, o con los suyos. Mario Zamora no convocó masas, ni mítines, ni concentraciones para impugnar la elección. Ni discursos incendiarios. Fue su equipo a la oficialía de partes y se entregó, en solitario.

Zamora se va con los suyos. Vuelve al Senado.

El PAN reclama una diputación plurinominal, que por ende tendrían que quitarle a su aliado de hace unos días, al PRI. Y sería la pluri 7 de la lista del tricolor, nada menos que Gloria Himelda Félix, la única con experiencia legislativa de la que llamaban desde ahora bancada Quirino.

El PRI tiene sus propios demonios que domar. No pasará nada de aquí a la conclusión del mandato de Quirino Ordaz, el 31 de octubre. Después, volarán sillas y mesas, o se arreglarán como casi siempre lo logran. Ahora sí que quedan huérfanos en Sinaloa. No hay presidente de la república, ni gobernador, para poner orden.

Del PRD nada qué decir, cada vez parece más esas casas que se van quedando solas y nadie sabe de sus dueños. Solo se abandonan. Murió Audómar Ahumada el año pasado, que se aferró como un desesperado, y pregonó que no abandonaría el PRD, no lo hizo y lo sacaron con los pies por delante.

Zamora hizo un desfile por las tres sedes de los partidos cuando lo nombraron candidato. No hubo recorrido de despedida.

 

Primera cita

(¡) Resulta extraño, paradójico, que el dirigente nacional del PRI sea Moreno (PUNTO)

Columna publicada el 20 de junio de 2021 en la edición 960 del semanario Ríodoce.

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