Las fiestas decembrinas y su movilidad comienzan a cosechar. La administración de la estadística del COVID-19 para atender el semáforo epidemiológico se dispara. Contagios, decesos y cada vez más camas que se ocupan con pacientes de coronavirus.

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Otra vez las cuatro ciudades más grandes de Sinaloa padecen más por el virus SARS-CoV-2, y además hay que sumar el tema de los decesos, que contabilizan más de 500 en poco más de 40 días y con un desfase notable.

Y por si fuera poco, la capacidad hospitalaria comienza a elevarse. Mazatlán, al corte, experimentaba la situación más crítica con hospitales al 100 por ciento como el General de la Secretaría de Salud, el de la Secretaría de Marina (SEMAR) y del ISSSTE.

En Sinaloa, pues, comienza a repetirse la tendencia que primero se experimentó en Europa, luego en diciembre y a la fecha en la Ciudad de México y más recientemente en otros estados, como Baja California que inició el 2021 con semáforo rojo.

Importar-exportar, el binomio perfecto

Diana viajó de Culiacán hacia Tijuana a inicios de enero. Su trabajo la requirió en la ciudad fronteriza, con la que la capital sinaloense comparte alrededor 12 vuelos diarios.

Durante su regreso el sábado 9 de enero, su vuelo VOI 412 de la empresa Volaris tuvo un retraso en el Aeropuerto de Tijuana y por espacio de 2 horas y media permaneció en una fila que poco a poco se convirtió en multitud.

Al miércoles siguiente comenzó a tener complicaciones y tras una prueba que se realizó salió positiva al virus SARS-CoV-2. Su sospecha la basa en el trayecto de Tijuana a Culiacán.

“El vuelo de Volaris un caos. Una señora en el pasillo se iba a caer y se sujetó de mi mano que estaba en el descansabrazos, y pues la cercanía con mi cara fue demasiada. Y la señora que iba al lado tenía videollamada con su hijo y le comentaba que se iba muy preocupada por su salud, que hiciera gárgaras de limón”, explica Diana.

Lleva ya siete días convaleciente y le han diagnosticado neumonía leve en ambos pulmones. Diana ejemplifica tan solo un caso de nuevo contagio en el estado sin saber si fue local o externo, ya que en Tijuana al corte del 18 de enero contabilizaba 13 mil 114 casos del coronavirus y Culiacán 11 mil 859.

Durante las fechas decembrinas la movilidad entre ambos estados se incrementó, la diferencia es que la entidad del norte tiene el color rojo en el semáforo epidemiológico, y en Sinaloa, las autoridades se aferran al amarillo aunque hoy día se decretó el naranja.

Y aunque existen filtros en las entradas de ambos aeropuertos, la realidad al interior de las aeronaves es diferente.

La escalada hospitalaria y los decesos que se acumulan

Enero comenzó con poco más de 400 casos activos por el coronavirus en Sinaloa. Los meses anteriores la cifra se mantuvo en ese promedio diario. La pandemia parecía finalmente haber hallado un tope, y si bien no disminuía, tampoco se incrementaba.

Pero dos semanas más tarde la realidad fue otra. La cifra se duplicó y un poco más. Al corte del 20 de enero los pacientes activos por el COVID-19 suman más de 900 casos. Y con ello, la capacidad hospitalaria también se vio mermada.

Miembro del equipo de doctores y doctoras que el IMSS contrató para atender la pandemia, Martha explica que la mayoría de los pacientes que tienen hoy día en el Hospital General Regional número 1 en Culiacán ingresaron entre el 28 y el 30 de diciembre.

Y la mayoría, con más de tres semanas internados, es mala noticia. La noche del sábado 16 de enero fallecieron ocho pacientes por COVID-19. El informe diario de la Secretaría de Salud reportó 13 muertes de las cuales ocho ocurrieron en Culiacán, pero todas entre el 2 y el 5 de enero.

La estadística oficial contabiliza 4 mil 435 muertes con corte al miércoles 20, de las cuales mil 645 se registraron en Culiacán. Sin embargo, la cifra es incorrecta. Los días 24, 25, 30 y 31 de diciembre junto con el 1 de enero, no hubo registro.

Las cifras de la Secretaría de Salud Federal podrían dar un referente. En la semana 53 (del 27 de diciembre al 2 de enero), la dependencia contabiliza 75 muertes, la anterior la cifra fue de 63 y para la primera de este 2021 el número fue de 86 muertes.

Además, la capacidad hospitalaria reportada por la autoridad estatal para el HGR del IMSS en Culiacán es apenas del 50 por ciento de 192 camas para pacientes “COVID”. Sin embargo la realidad es otra, según exponen los mismos trabajadores. Al menos 120 camas están ocupadas y toda el área de cuidados intensivos saturada.

“Ya no hay ventiladores ni de renta”, explica la doctora. “El sábado (16 de enero) tuve que elegir entre tres personas para el último que quedaba”, añade.

El problema se complica también en Mazatlán. Durante meses el puerto presumió cifras bajas tanto en nuevos contagios como en camas ocupadas por pacientes y casos activos por el coronavirus.

Sin embargo, en la actualización del martes 19 los hospitales del ISSSTE, el Naval de la Secretaría de Marina (SEMAR) y el General de Mazatlán son reportados al 100 por ciento de su capacidad, junto con el del ISSSTE de Ahome, en Los Mochis.

Y en la actualización más reciente del reporte de camas para pacientes por coronavirus la misma Secretaría reporta el hospital del ISSSTE al 83 por ciento, el General al 8 por ciento y el de la SEMAR al 40 por ciento.

Pero fuentes del HG de Mazatlán reportan saturación al interior con pacientes foráneos, la mayoría de los estados de Durango, Michoacán, Estado de México y Guanajuato.

La situación para Ahome y Guasave es similar. Los casos siguen y la historia de rebrotes comienza a hacerse realidad.