Durante el ‘Culiacanazo’ aquí nadie se sometió: Cristóbal Castañeda (III)

CASTAÑEDA Y HERNANDEZ. Sin información. Foto: Archivo.

Hicimos lo que teníamos que hacer: a ciegas pero protegimos a los ciudadanos

 

 

Cristóbal Castañeda Camarillo venía de Mazatlán cuando le avisaron que había movimientos de hombres armados en varios puntos de la ciudad de Culiacán. Era el jueves 17 de octubre de 2019. El titular de la Secretaría de Seguridad Pública Había estado en la escuela José Vasconcelos dando una plática relacionada con el programa “Cuando bebes no eres el mismo”, que impulsaba desde meses atrás el gobierno del estado.

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Poco antes de las tres recibió los reportes; se vino en su camioneta acompañado de sus escoltas pero no alcanzó a llegar a la caseta de Costa Rica porque ya estaba bloqueada por los pistoleros de los Chapitos. Eran 150 hombres armados, según dijo el general secretario Luis Cresencio Sandoval, cuando en una de las mañaneras, el 30 de octubre, dio la explicación gráfica de lo que había sucedido ese jueves.

Cuando llegó a la caseta ya estaba obstruido el camino y un helicóptero de la SSP fue por él, lo recogieron entre la Cruz de Elota y Costa Rica; en ese helicóptero trataron de dar sobrevuelos por la ciudad, pero no fue posible porque ya estaban disparando contra todo.

“Entonces aterrizamos en la base. Poco más tarde nos tocó el tema del centro penitenciario, el de la fuga”.

“Lo primero que hice fue trasladarme al lugar donde estaban ellos y tratar de hablar con el gobernador… por ahí tuvimos dos o tres agarrones en el inter, porque donde nos veían nos disparaban, a cualquier autoridad le tiraban, queríamos sobrevolar la ciudad y no podíamos porque no teníamos apoyo de aeronaves; hablamos con el comandante de la Novena Zona Militar pero no podía apoyarnos porque él también nos pedía apoyo porque se le habían metido a la unidad familiar, se metieron hasta a los departamentos y dispararon, incluso al día siguiente encontraron dos granadas que no detonaron, es decir, sí había un riesgo inminente para el personal militar y para sus familias”.

 

Sin información clara, el caos

El trabajo de campo que hizo la policía estatal ese día estuvo coordinado por el subsecretario Carlos Hernández Leyva, quien mantenía comunicación permanente con Castañeda.

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“Nos trasladamos al sector del Tres Ríos, que era la parte más complicada y donde teníamos todos los reportes del C-4. Fueron N cantidad de reportes; el Matra sonaba cada tres-cinco minutos, mandábamos gente a ver qué estaba pasando, pero el fondo no lo sabíamos, pedimos el apoyo a personal militar, a personal de Marina, a las demás autoridades, para que vieran qué era lo que estaba sucediendo; el propio comandante de la zona militar desconozco si conocía el trasfondo…”, dice Hernández Leyva.

Los funcionarios son entrevistados en el complejo de seguridad de Bachigualato. Los acompañan dos comandantes y dos oficiales mujeres.

“Hay un video que publica Denise Maerker —dice el ‘Comandante 1’— donde habla del fallido operativo, donde se ve una camioneta de la policía estatal. Y lo que pasó es que enfrente del UMA había un bloque de gente armada y no se podía pasar por ahí y lo que queríamos era entrar por otro lado porque es una zona donde hay muchos restaurantes… y había gente y lo que queríamos era sacar a esa gente”.

El video fue tomado desde el edificio Santa María.

El otro de los comandantes estaba dejando un detenido en la Policía Ministerial cuando recibió el reporte de las balaceras. Tomó hacia la salida norte, cruzó el puente Benito Juárez y llegó al sector por el puente Josefa Ortiz de Domínguez.  Por el Matra reportaban ataques a la autoridad por la avenida Álvaro Obregón y se siguió de paso, llegó a la Obregón y dio vuelta hacia el puente Miguel Hidalgo, donde un grupo de soldados estaba siendo atacado por comandos de los Chapitos. Quiso llegar al lugar pero no pudo. Lo acompañaban tres elementos más de la corporación. Llegó hasta la gasolinera, dos cuadras antes. El desconcierto era total.

Y lo fue más cuando vio llegar, a pie, al mismísimo comandante de la Novena Zona Militar, el general Maximiliano Cruz Ramos. Ya para entonces todo el sector era un caos, había muchos reportes de ataques por todos lados.

“El comandante venía caminando, no sabíamos lo que estaba pasando, había disparos por todos lados, era una cosa como en un año nuevo porque disparaban adentro de las casas y nos preguntábamos qué estaba pasando y mi general me preguntaba ‘¡dónde es, dónde es!’, pero yo tampoco tenía conocimiento… él había dejado su vehículo en el puente durante el ataque; en eso reportaron un soldado herido por Sánchez Alonso y ya le dije al general y me dijo ‘ah pues dale’ y me fui con el blindado por delante, el general a pie, lo acompañamos a entrar. La zona cero estaba en ese tramo. Nos fuimos caminando y así llegamos al Sánchez Alonso. Cuando el video empezó a circular en redes la gente pensó que el operativo era en esa esquina pero la verdad es que ni nosotros sabíamos qué estaba pasando ni a qué nos enfrentábamos”.

 

Habla el “Comandante 2”:

“Mi grupo fue el primero en recibir una agresión; fue exactamente en La Maroma. Hay un video donde se mira una agresión al personal militar y cuando la toma se corta es cuando bajo por la Josefa hacia la izquierda y, literal, todavía olía a pólvora. Yo me desempeñaba como jefe de escoltas del subsecretario e íbamos coordinados; yo me comunicaba por teléfono porque el Matra era un caos, sonaba el botón de pánico una tras otra, no se podía establecer comunicación”.

Hernández Leyva tercia:

“Yo en esos momentos me fui a apoyar al personal de la Guardia Nacional, de tal forma que por parte de la SSP nos ubicamos en tres puntos; la Maroma, City Club y en el acceso por Tierra Blanca. Pero había otros eventos, uno en el Costco, en el Jardín Botánico, otro por la Obregón y Novena… y el problema es que todavía no sabíamos qué estaba pasando”.

 

EL ÚLTIMO ataque en La Maroma. Dedos calientes. Foto: Cuartoscuro.com.

 

“Comandante 2”:

“Cuando bajamos a Josefa y Sánchez Alonso, vimos a cuatro o cinco personas con chalecos caqui que intentaban despojar un vehículo y pensamos que podían ser de la Marina o alguna autoridad, pero ya después nos dimos cuenta que no, sin embargo, por la hora que era y la cantidad no podíamos iniciar un intercambio de disparos; entonces lo que hicimos fue darle seguimiento a esa camioneta; despojaron una Toyota gris o blanca, bajaron a una señora, la seguimos, cruzamos la Obregón por Josefa y más adelante; por el tipo de vehículo que llevábamos no le pudimos seguir el paso por lo pesado. Me regreso a la Maroma y es cuando veo que acaban de atacar a los militares y entonces pido apoyo a la Cruz Roja… C-4 me avisa que viene el convoy con el general hacia mi punto. En ese momento una camioneta azul blindada se deja venir de frente a nosotros y hacia los militares y allá fue y se impactó; hay otro video (De Línea Directa), esa agresión era contra nosotros, termina esa agresión, la camioneta sigue de frente y se impacta pero nosotros ya no pudimos ver dónde se impacta.

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—¿Y los que iban en la camioneta?

—Se dieron a la fuga—, dice Castañeda

—No, hay dos tirados a un lado de la camioneta, están bocabajo…

—Algo que sí —dice Castañeda— es que se rompieron muchos protocolos; lo ideal en cada lugar es llegar, acordonar el área y se pide el apoyo, pero eran tantos los reportes y eso que apenas empezaba; en realidad para nosotros el tema terminó como a las once de la noche.

 

Hernández Leyva:

“Nos dividimos, yo me fui a apoyar a la Guardia Nacional que estaba en el City Club. Me voy en esa dirección, no podíamos entrar por ningún lado, todo estaba bloqueado, nosotros llegamos a donde está el Jardín Botánico, a la calle Universitarios y antes de llegar a una gasolinera, vemos a dos camionetas que estaban de frente tirando hacia el sector donde estaba la GN (de oriente a poniente) y en cuanto nos ven se voltean y nos comienzan a tirar, repelemos la agresión en la gasolinera, algunas de las personas armadas se van y otras quedan ahí… una camioneta Tacoma color vino se regresa y nos sigue disparando sin detener la marcha; la seguimos por la Novena y a la altura de la gasolinera les disparan desde dos camionetas, repelen la agresión y una huye pero la otra sigue disparando, una va hacia el Botánico y se estrella en el OXXO, pedimos apoyo y en vez de eso llegan dos camionetas de ellos y nos disparan; ahí nos damos cuenta que no es normal, que no se pueden cumplir con los protocolos de custodia, así que todo el mundo a formar grupos compactos, cambiamos el dispositivo, ya nada por radio, mejor por teléfono porque si pido apoyo y llegan primero los maleantes, puede ser que nuestras redes estén ya intervenidas…”

—¿Qué hubiera pasado, secretario, si usted hubiera llegado a la caseta? ¿hubieran cambiado las cosas?

—No, la principal función que todos tenemos es salvaguardar la integridad de las personas;  el tema de la caseta fue porque tenían más de 30 pipas cargadas de combustible (el secretario de la defensa habló de 21, nueves de ellas sin combustible) , si se hubieran hecho disparos con una pipa que explote explotan las demás y destruimos todo lo que había en la carretera.

—Lo que dijo el general es brutal; que había solo en ese punto 150 hombres armados

—Yo creo que había más…

—¿La Guardia Nacional estaba en el City Club desde el inicio del operativo?

—No sabemos qué función tenían, cuando nosotros llegamos estaban todos tendidos en el piso, cubiertos con los vehículos porque los estaban atacando.

 

“Comandante 2”:

“Después del primer enfrentamiento la orden del secretario fue resguardar al ciudadano; el comandante y yo nos pusimos de acuerdo, nos reagrupamos y a toda la gente que andaba cerca la empezamos a meter al Sushi Factory y fue como que tomamos ese punto y sería a la postre un punto clave porque si ellos hubieran tomado ese puente se nos meten por el Sánchez Alonso y la cosa hubiera estado peor, nosotros tomamos el Sánchez Alonso desde el City Club hasta el puente, por eso se empezaron a manejar por las calles de los lados…”

Dicen los comandantes que se enteraron por redes sociales lo que estaba pasando.

“Vimos la fotografía del militar con rostro cubierto y que decían que era uno de los hijos del Chapo y pues nosotros no sabíamos ni qué onda”.

—Hasta qué hora estuvieron en el Sushi?

—La gente la sacamos como a las ocho de la noche. Como a las 9:30 pasó un convoy y nos tiraron y tuvimos que repeler la agresión. Hirieron a un policía porque le rebotó una esquirla en la cabeza.

En ese momento la SSP tenía seis vehículos. Después del ataque llegaron refuerzos. Se les estaba acabando el parque. Llevaron al agente herido al hospital Ángeles y hasta allá les llevaron cartuchos de repuesto.

—Nosotros sacamos una portada donde decimos que los Chapitos hincaron al gobierno y a la sociedad, ¿qué opinan de esta visión?

 

Responde Castañeda:

“Es muy difícil dar un balance porque no tengo toda la película, yo puedo hablar solo de lo que vivimos aquí nosotros, nunca tuvimos conocimiento del operativo para ver, quién negoció, quién habló con ellos, cómo lo hicieron, pues todo queda en el aire, el propio presidente ha asumido un papel protagónico por sus mismas declaraciones. Y si me preguntaras hoy por hoy cuál era la casa, salvo lo que ha salido a través de medios de comunicación, no sé nada, hay una carpeta de investigación todavía abierta, es un asunto complejo. Y si me pregunta si estuvo bien o mal, no puedo hacer un análisis, afortunadamente no tuvimos tantas pérdidas humanas, que se pudieron haber dado.

“Si me preguntas si se sometió o no al Estado mexicano yo diría más bien que se puso en riesgo la vida de muchas vidas de inocentes; más que nada, estaban muchas vidas en juego, entonces, un balance así como tal, no tengo la película completa… desde mi punto de vista, más que sometimiento, la verdad nunca sentimos que estuviéramos sometidos, nunca detuvieron personal nuestro, nunca nos quitaron armamento,… yo creo que nosotros jamás nos sometimos”.

Artículo publicado el 18 de octubre de 2020 en la edición 925 del semanario Ríodoce.

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