Llamada desde NY (II)

MOVIMIENTOS GUERRILLEROS. La reflexión del pasado.

No me imaginé que la primera parte de este texto pudiera tener las lecturas que tuvo y sobre todo que provocara algunas reflexiones de fondo en la izquierda que vivió aquellos momentos intensos y aciagos; es eso precisamente lo que me anima a escribir la segunda parte porque indica que es un tema vivo, que todavía despierta incomodidades y pasiones.

Lea: Llamada desde NY https://bit.ly/3jCP5t8

Un ex preso político del 68 leyó la primera parte y escribió este texto que me parece abre un ángulo crítico sobre la reflexión de aquel pasaje de la historia de México con una tesis polémica con la cual coincido parcialmente como cualquier demócrata: “…pero sobre el tema que toca, hasta la fecha no comparto que al paso del tiempo aceptemos y demos por bueno y positivo el supuesto ‘espíritu de sacrificio’ de los jóvenes ‘idealistas’ involucrados en la vía armada para impulsar la transformación revolucionaria del país…”

“Creo que en esos grupos participaron actores que efectivamente eran honestos e idealistas, pero demerita ese aporte el hecho más contundente de que esos grupos, TODOS ellos infiltrados y manipulados por los grupos políticos y de interés oscuros de la nación, justificaron la acción represiva brutal contra todos los actores hasta los más pacifistas de los movimientos sociales en general, ni siquiera revolucionarios sino simplemente democráticos y libertarios. Eso dificultó la lucha social, tuvo y todavía tiene un altísimo costo para la cultura del ejercicio de los derechos humanos más elementales del país…”

“Y eso lo demuestra el propio artículo pues es por eso que desde entonces no han cesado sino aumentado las desapariciones forzadas, las masacres, la violencia cruenta en general, el asesinato de periodistas y luchadores sociales, el sicariato como una actividad redituable, la criminalidad como una próspera industria nacional. ¿Será mera casualidad que en Guerrero y Sinaloa donde las guerrillas adquirieron más fuerza también el narco y los cárteles de la droga hallaron el nicho de su fortalecimiento? Y, por último, ¿por qué si quieren justicia para sus cuadros militantes desaparecidos no dan sus nombres completos? Exigir justicia requiere asumir el riesgo de dar la cara. En la lucha por la democracia y la justicia hasta la fecha opto por la vía legal y pacífica y eso requiere no usar armas ni pasamontañas”.

No comparto la idea de que las acciones de aquellos jóvenes sean responsables del quehacer de gobiernos abiertamente criminales que nunca necesitaron razones para reprimir cualquier expresión disidente. La historia es larga y previa a los movimientos armados. Menos, todavía, la suspicacia de que donde antes estuvieron estos grupos, los cárteles de la droga “hallaron el nicho de su fortalecimiento”. Pero, sin duda comparto, que cualquier lucha debe ser mostrando la cara.

Guillermo Ibarra señala por su parte “los arrobaba un espíritu tolstoiano. No son lamentablemente recordados como en Argentina, porque allá la guerra sucia fue más amplia. Aquí se fue contra los grupos armados. Muchos de ellos se declararon enemigos del resto de la izquierda de ese tiempo y que hoy están en el poder. No los ven como sus precursores. No son sus decembristas (como en Rusia)”. No, no son recordados, porque a diferencia de Argentina en México, el movimiento social y político que gira alrededor de las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo nunca ha abandonado el tema y esto tuvo sus consecuencias judiciales especialmente durante los gobiernos de los Kirchner.

Por su parte, el hombre de la llamada desde NY, RCZ, me hace una llegar una serie de documentos históricos en formato electrónico que dan cuenta esa épica de los años setenta y todavía a principios de los ochenta, del balance interno que están haciendo todavía algunos de los sobrevivientes de la llamada “guerra sucia” en las antípodas del primer texto.

La larga discusión en torno a las vías para alcanzar un país menos desigual, más justo, donde los primeros con una visión más socialdemócrata han apostado correctamente por la vía de las instituciones democráticas que felizmente ha permitido que hoy una franja de esa izquierda esté en el poder.

La otra perspectiva, en una línea más vanguardista, menos institucionalista, persiste bajo nuevos ropajes políticos y se manifiestan a través de movimientos sociales que levantan hoy banderas diversas y en algunos momentos, en abierta confrontación con el gobierno establecido.

Quizá, en sus análisis de clase, lo ven cómo un gobierno de transición, que tarde que temprano tendrá el resultado esperado: El establecimiento del socialismo en nuestro país. Un país, en su ideario político, a imagen y semejanza de su visión de los trabajadores, obreros, indígenas, campesinos.

La mala noticia es que la vía democrática está amenazada si no se fortalecen sus instituciones, y peor si se desmantelan las existentes en aras de un capricho purificador, lo que significaría un retroceso desde las instituciones con todas sus imperfecciones y desviaciones, hacia el gobierno de una sola idea, de un solo hombre.
Quizá, en la esfera de enfrente, de las organizaciones antisistema que pululan en distintas regiones del país, estén viendo como una oportunidad para sus propios fines, para radicalizar sus propias acciones.

En definitiva, la discusión sobre el pasado nunca estará agotada mientras no se traduzca en una discusión sobre el presente, eso es lo que verdaderamente le da sentido y en perspectiva de justicia el reconocimiento a los muertos que desde distintas trincheras buscaron un México mejor, más justo, más incluyente.

Columna publicada el 30 de agosto de 2020 en la edición 918 del semanario Ríodoce.

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